Jubilaciones y pensiones
Se deben garantizar pensiones dignas en México

ANTONIO ROSADO GARCÍA

Antonio Rosado García

SEGUNDA PARTE

Al parecer el tiempo es bueno, la época es mala, para insistir en algunos problemas que han quedado sin resolverse, pero cuya importancia sigue siendo muy grande.

Desde luego, no podemos dejar de entender que el mayor conflicto nacional parece ser la imposibilidad de garantizar la seguridad, y con ello, el bienestar al pueblo de México. Las desapariciones, los secuestros, los robos de toda índole y la nueva modalidad que aparece últimamente al mezclar la delincuencia con los actos de terrorismo.

Todos los medios (el radio, la televisión y los escritos), insisten en estos temas con una perseverancia digna de buenos resultados, pero estos no se dan probablemente porque los gobiernos, tanto federal como de los estados, tienen como objetivo principal el pensar en la política electoral como si fuera lo más importante para el pueblo de México, dejando a un lado el resto de sus obligaciones.
Sin embargo, hay temas que han dejado sin resolver ni mencionar con la frecuencia e importancia necesarias para que no se pierda de vista la urgente necesidad de ser tomados en cuenta, como lo es en el caso de nuestras pensiones y jubilaciones, que siguen en condiciones de pobreza y descuido que hasta hoy estamos viviendo.

Vemos en los diarios nacionales la referencia a cómo están divididos los ingresos económicos del país, y con tristeza observamos que la parte correspondiente a la resolución de la pobreza sigue siendo casi del mismo tamaño que la riqueza, con la diferencia que existe, pues la población con menores ingresos es más o menos las tres cuartas partes de la población de la República.

Indudablemente que consideramos muy bueno que en los estratos superiores de la sociedad haya mucho dinero, pues de ahí pueden salir las inversiones, el empleo y los salarios que resolverían la otra parte del problema. Sin embargo, por razones como la falta de seguridad y de confianza que existe en el país, no se ha podido lograr, y por ello es que insistimos en que no debe perderse la oportunidad de insistir en estos puntos, sin restarle importancia a lo anteriormente mencionado.

Los políticos y los empresarios en la capital de la República, hoy llamada Ciudad de México, están absortos en la elaboración de la Constitución que deberá tener la conformación de este nuevo estado del país, y consideramos que sería el momento oportuno para que se piense en el conflicto que representa la atención al bienestar, a la salud y a una vida digna de las personas de la tercera edad que aquí habitamos, y no sólo pensar en los intereses de los partidos políticos que están esperando obtener una hegemonía absoluta.

Dentro de la conformación de una “Constitución chilanga”, como propone Movimiento Ciudadano, esperemos que nuestros representantes y nuestros simpatizantes recuerden a estos ciudadanos que conformamos la tercera edad y que cada vez somos más y más numerosos y que necesitamos más y más ayuda.

Vamos todos, entonces, como un sólo hombre y con la fuerza que nos da la razón a no perder la confianza de ser escuchados y atendidos, haciendo recapacitar a nuestros conciudadanos que la esperanza de vida ha aumentado mucho y que ello nos debe llevar a la reflexión de que muy pronto una gran mayoría de mexicanos de edad mediana pasarán a formar parte de nuestro gremio, al que orgullosamente llamamos “la tercera edad”.