Los medios justifican el fin

Elías Cárdenas Márquez

Elías Cárdenas Márquez

En un pueblo norteño, de cuyo nombre no puedo olvidarme, la falta de agua era una complicación crónica. Las quejas y clamores cotidianos estaban siempre en la boca de todos sus habitantes. Y cuando los medios de comunicación no tenían noticias relevantes, atacaban reiterada y simultáneamente a las autoridades sobre su responsabilidad en el suministro regular de agua. El presidente municipal en turno, era zarandeado mediante una campaña mediática agresiva por algunos días.

En cierta ocasión -cuando ya se había apaciguado la cruzada mediática-, el gobernador del estado le preguntó al edil, si ya había resuelto el problema de la escasez de agua, y el socarrón político le contestó: “No, señor gobernador, pero ya me arreglé con la prensa”.

En esta sencilla anécdota resumo la enferma relación de la mayoría de los medios de comunicación y las administraciones de las tres instancias del sistema político mexicano. Hacer acuerdos y convenios con los medios de comunicación se ha convertido en una práctica perversa. Hoy los gobiernos comparten el poder con los medios porque han abdicado de su función pública, sin recato ni rubor alguno.

El presidente Adolfo Ruiz Cortines, recordado por sus gracejadas de viejo zorro de la política de mediados del siglo pasado, ya había apuntado con mucho humor la recomendación a los políticos de su tiempo al decir que: “la prensa no se compra, la prensa se alquila”. Por lo que podría concluirse, que el estribillo “prensa vendida” debía cambiarse por “prensa alquilada”.

Hoy, los medios de comunicación son factores influyentes y poderosos en la política. Lo que no pasa en los medios no ocurre, y al contrario, lo que está en los medios sí ocurre. Los últimos gobiernos le han apostado a hacer política mediática. Gobernar virtualmente es la fórmula que apaga y marchita la realidad oculta. La apariencia supera la esencia.

La reforma a la ley de radiodifusión y televisivos, con celeridad inmoral por diputados y senadores, prianistas en su vergonzante mayoría, viene sólo a corroborar que el gobierno actual ya se arregló con ellos. Pero esa es otra historia.