Medios: seguridad, libertad, responsabilidad

Empiezan a multiplicarse, por fortuna, organizaciones civiles para defender a periodistas y colaboradores de los medios de comunicación encarcelados o perseguidos por su actividad profesional.

A manera de buen ejemplo, Reporteros sin Fronteras, creada en 1985, denuncia malos tratos y tortura. Lucha, dice su página en Internet, para que retroceda la censura, combate las leyes destinadas a restringir la libertad de prensa y exige que mejore la seguridad de los periodistas, especialmente en zonas en conflicto.

Es plausible que así sea. ¿Por qué? Porque sin libertad de prensa no es posible hablar de democracia. Solamente los regímenes autoritarios consienten o toleran, con ineptitud deliberada o no, las amenazas, los secuestros y los asesinatos de que son víctimas centenares de periodistas en todo el mundo. México no escapa a este sombrío escenario.

Sin embargo, la necesaria libertad de prensa demanda también responsabilidad y ética de quienes ejercen esta delicada profesión. Es cierto que una nota o una fotografía pueden ser la causa del asesinato de un reportero o un fotógrafo de prensa, pero también lo es que pueden implicar abuso y desinformación
en injusto perjuicio de terceros.

La libertad de prensa, dice el doctor Raúl Trejo Delarbre en declaraciones a El Ciudadano, es inalienable. Pero para garantizarla y ejercerla de manera regular, hacen falta reglas e instituciones que definan con claridad los compromisos y responsabilidades inherentes, como la verdad, la claridad y la honestidad, entre otras.

En saludable equilibrio, las leyes y las instituciones mexicanas deben garantizar seguridad plena al ejercicio profesional del periodismo, como también propiciar que la libertad de prensa tenga responsabilidades que se correspondan con el enorme poder fáctico alcanzado por los medios de comunicación.

Desafortunadamente, en el caso de México, las leyes y las instituciones responsables de aplicarlas llevan un rezago de décadas. Es una asignatura pendiente y una gran oportunidad para nuestro Poder Legislativo, tan eficaz y veloz en otras materias.