El dilema iraquí

Andrés Treviño

Andrés Treviño

¿Qué es y de dónde surge el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL por sus siglas en inglés)?

Lo primero que es importante aclarar es el nombre mismo de la organización, pues ha sido presentada de manera diversa entre los medios de noticias internacionales. No es por el gusto de saturar al lector con información especializada, sino que creo es útil al menos por dos cosas: para evitar confusiones, y para entender un poco más de la filosofía que acompaña al grupo. Efectivamente, el nombre correcto en árabe de esta organización hoy es Estado Islámico de Iraq y el Levante (y no Siria). Sus siglas en inglés comúnmente aparecen como ISIS, pero si vamos a ser exactos, sería mejor emplear ISIL, o tener en cuenta que la S final de ISIS haga alusión a la palabra árabe Shams (Levante) y no Siria. De cualquier manera, tanto ISIS como ISIL están haciendo referencia a la misma organización y eso es lo que hay que tener presente a la hora de revisar informaciones. Y si finalmente quisiéramos ser más consecuentes con el castellano, pues la sigla más correcta sería EIIL. Por otra parte, desde el punto de vista conceptual, es bueno tener en cuenta que el propósito del grupo de base sunna [grupo mayoritario en la comunidad islámica mundial]* y de inspiración islámica extremista, habla de crear un estado islámico en Iraq y el “Levante”; la región así conocida históricamente, es un área geográfica no exactamente determinada, que incluiría territorios más allá del de Siria. Así el Levante podría además comprender áreas del Líbano, Israel, los territorios ocupados palestinos, Egipto, Jordania y del noroeste de Arabia Saudita, y hacia estas zonas podrían estar dirigidas las pretensiones y potenciales acciones del grupo. 30 días.

ISIL o ISIS, se origina como desprendimiento del grupo Al Qaeda en Iraq (AQI) organización sunna-islamista que fue un reto importante en materia de seguridad tanto para las tropas de los Estados Unidos y su coalición, como para las nuevas autoridades gubernamentales iraquíes surgidas desde el 2003. El proceso de conformación de ISIL parece haber pasado por varias etapas y nombres durante años de desarrollo y de ejecución de acciones en Iraq, pero su autoidentificación formal como ISIL se realiza en abril del 2013, en medio de su intenso desempeño militar en la guerra en Siria contra las fuerzas del gobierno de Bashar Al Assad. ISIL se ha caracterizado por desarrollar una plataforma extremista, que ha afectado a sectores civiles sirios, e incluso a otras organizaciones opositoras armadas islamistas como An Nusra. ISIL, también conocida por su acrónimo en árabe: Daesh, ha sido el movimiento que más ha resaltado por la crueldad de sus acciones y por sus ejecuciones masivas. Actualmente tiene vida y plataforma propia y no es directamente controlada por Al Qaeda global. De hecho se ha comentado bastante respecto a las contradicciones que han tenido con Ayman Al Zawahiri, actual líder de Al Qaeda.

perfil-silCon su fuerte actividad militar, ISIL logró controlar algunos puntos importantes de la geografía siria, ubicados tanto en zonas fronterizas con Turquía, como en la región central, y en áreas de la frontera con Iraq en la cual obviamente ha contado con libertad de desplazamiento. El grupo también ha realizado acciones en puntos cercanos a Aleppo y Homs. Es probable, que con la paulatina contraofensiva victoriosa de las fuerzas militares del gobierno sirio constatada a lo largo del 2013, así como por sus enfrentamientos con otros grupos armados islamistas en el escenario sirio, ISIL haya decidido reorientar su golpe central hacia el territorio iraquí, donde puede valorar que las condiciones coyunturales le son mucho más favorables.

¿Quiénes simpatizan con ISIL dentro y fuera de Irak y Siria?

Una pregunta que hay que hacerse es a qué se debe la irrupción exitosa y expedita de ISIL dentro del escenario iraquí que ha llamado la atención a todos los medios de prensa internacionales, observadores, y que dispara mecanismos de alerta y de respuesta desde Washington hasta Teherán, pasando por Londres, Moscú y Damasco entre otras muchos centros de poder que se pueden mencionar.

Realmente, la exitosa ofensiva de junio con la ocupación de Mosul y otras ciudades, no salió de la nada. Ya había antecedentes importantes, al menos desde enero del 2014 cuando el grupo logró controlar la ciudad de Fallujah, cercana a la capital Bagdad. ISIL, además de contar en sus filas con combatientes de inspiración islámica extremista de varios países árabes, del Cáucaso, e incluso procedentes de países occidentales, logra en su proyección dentro de Iraq, contar con las simpatías de grandes sectores de población sunna, que están disconformes, o que se oponen abiertamente al gobierno central iraquí.

La figura del primer ministro Nuri Al Maliki, es repudiada ampliamente, por haber dado prioridad a los intereses de los grupos árabes shiitas [rama del Islam que abarca al 25% de los musulmanes y que en Irak agrupa alrededor del 60% de la población]*, en detrimento de otros sectores importantes de la población iraquí como los árabes sunnas y los kurdos. Este factor ha sido importante para que coyunturalmente, la idea de derrocar al gobierno central sea un elemento de coincidencia entre factores disímiles como son: ISIL, los líderes tribales sunnas de la provincia de Al Anbar, importantes sectores de población sunna, islamistas, e incluso grupos armados nacionalistas sunnas integrados por ex miembros del partido Baath y de las fuerzas armadas iraquíes de la etapa de Saddam Hussein.

El factor común es el rechazo al gobierno central, a la ineficiente conducción política, a la persistencia de agudos problemas económicos y sociales, a la corrupción gubernamental. Esto es lo que provoca una agenda común coyuntural. Plantear la irrupción de ISIL y su éxito como resultado de impulsos irracionales de musulmanes fanáticos radicales, dejaría de lado la compleja explicación multifactorial que exige el caso, y por el contrario nos brindaría otra visión estereotipada y superficial del fenómeno de los movimientos islamistas actuales.

Quiero insistir en la idea de lo coyuntural, pues la tendencia en las fuentes noticiosas y análisis es a explicar esta crisis iraquí como un tema absolutamente sectario de enfrentamiento entre sunnas y shiíes, pero ello es una explicación también superficial y estereotipada que no toma en consideración la diversidad de posiciones, agrupaciones e intereses que existen tanto dentro de los sunnas como dentro de los shiitas, y que han generado, y continuarán generando, otras muchas dinámicas de conflicto en muy diversas direcciones. No existe una única posición dentro de los shiitas ni una postura uniforme dentro de los sunnas. Bastaría solamente tener en cuenta algunos ejemplos de estos años recientes, para imaginar que las dinámicas podrán evolucionar en el futuro inmediato de muy diversa forma. Al respecto propongo que el lector recuerde que los jefes tribales sunnas fueron un aliado importantísimo dentro de la estrategia del incremento de tropas desarrollada por los Estados Unidos en fases finales de la guerra y que logró enfrentar a milicias tribales sunnas contra los grupos armados de AQI; o las profundas contradicciones entre los distintas tendencias shiitas entre los que desde el inicio de la ocupación estadounidense participaron en el proceso de reconstrucción política y vieron a Washington como aliado, y otros grupos shiitas que se opusieron tajantemente a la presencia militar foránea y desarrollaron exitosas estrategias de resistencia militar que pusieron en jaque reiteradamente a las fuerzas de los Estados Unidos; o simplemente tener en cuenta que a pesar de que los kurdos sean predominantemente de credo sunna, la filiación sunnita no es el factor que motivará sus acciones, sino su histórico irredentismo y reclamos políticos y económicos como grupo étnico-lingüístico presente fundamentalmente en Turquía, Irán, Iraq y Siria.

Hay que tener en cuenta además, que la sorpresiva ofensiva exitosa de junio, tuvo un impacto aún mayor, cuando se constató un nulo desempeño de las nuevas fuerzas armadas iraquíes, entrenadas durante años por los Estados Unidos. Su retirada y decisión de huir y no combatir, permitió que las fuerzas de ISIL ocuparan bases militares con modernos armamentos de fabricación estadounidense totalmente intactos, y que las poblaciones locales tuvieran una entendible proclividad a dar la bienvenida a esta ofensiva armada.

¿De dónde obtiene financiamiento ISIL? Se dice que es la organización terrorista más rica del mundo y que es apoyada, no oficialmente, desde países predominantemente sunnitas como Kuwait, Arabia Saudita y Qatar.

Parece que efectivamente una buena parte del financiamiento que ha recibido este grupo proviene de Arabia Saudita, Qatar y Kuwait. Siempre se dice que son “donantes privados” los que durante décadas han apoyado a diversos grupos de tendencia islamista, para ocultar cualquier responsabilidad que pueda adjudicarse a las mecánicas de decisión gubernamentales. Pero el tema merece atención, pues por ejemplo, en el caso de Siria e Iraq, se ha comentado bastante respecto a la implicación directa de los servicios de inteligencia sauditas en la organización y apoyo a grupos opositores armados, en un esquema que fue en gran parte diseñado y dirigido personalmente por el ya defenestrado príncipe Bandar Bin Sultán.

Muchos aseveran que ISIL es hoy la organización terrorista con mayores recursos financieros, y que ha sido muy eficiente en llevar a cabo grandes operaciones financieras en efectivo en el ambiente de guerra sirio, apoderándose de varios pozos petroleros sirios, vendiendo combustibles por la frontera con Turquía, organizando una gran red de contrabando de exportaciones e importaciones tanto en territorios sirios como iraquíes, así como con la imposición de un sistema de tasación a todo aquel que desarrolle alguna actividad económica en las zonas que domina o en las que su influencia es alta. Es bastante lógico imaginar que también hayan podido apropiarse de algunos de los aportes financieros y de las armas que han sido suministradas a la oposición siria por varios actores internacionales.

Ya más recientemente, la ocupación de Mosul, y el saqueo del Banco Central y otras sedes bancarias presentes en esa ciudad, le ha posibilitado contar con grandes partidas en dólares y moneda iraquí para actuar con mayor solvencia.

¿Qué tipo de responsabilidad histórica le parece que tiene Estados Unidos en la situación actual de Irak, pensando sobre todo en la invasión de 2003 para derrocar a Sadam Hussein bajo el pretexto de buscar armas de destrucción masiva que nunca existieron?

La responsabilidad de los Estados Unidos es central. Hoy en la política de los Estados Unidos, sectores republicanos responsabilizan a la administración Obama de la actual situación, por haber decidido completar la retirada total de tropas sin haber garantizado la continuidad de una cierta presencia militar estadounidense, que hubiera estado amparada por el Acuerdo para el Estatus de las Fuerzas. El conocido como SOFA, por sus siglas en inglés, fue rechazado en su momento tanto por el gobierno iraquí como por el parlamento.

La lógica republicana es que si se hubiera conservado fuerzas en el terreno, toda esta crisis se hubiera evitado, argumento que es perfectamente criticable si tomamos en cuenta el caos que ha vivido el país desde la intervención en el 2003,y los retos militares, pérdidas de efectivos y gasto enorme que la presencia estadounidense representó. Si tomamos en cuenta las múltiples dinámicas de conflicto presentes en el país, es difícil imaginar que con una presencia militar permanente todo se hubiera mantenido bajo control, cuando ello no se pudo lograr con miles de efectivos in situ durante años. Esa presencia permanente hubiera sido objeto de divergencia constante dentro de la política iraquí, y además, blanco para ataques infinitos de los múltiples sectores que integraron la resistencia frente a la ocupación.

La destrucción del Estado autoritario, en todo caso, es un proceso complejo que debe pasar por la transformación interna de la sociedad que lo sufre. Probablemente el cambio tendrá que ser en la mayor parte de los casos lento y paulatino, aunque este proceso no brinde satisfacciones lógicas tanto para los directamente afectados, como para las opiniones y deseos predominantes dentro de la llamada “sociedad civil global”. El Estado autoritario es una malformación que implica represión, limitación de libertades, arbitrariedades de diversa naturaleza e injusticias, aunque en determinados casos, también ese mismo estado autoritario, convertido en estado benefactor, logra otorgar determinadas garantías de carácter social, y de crecimiento económico del país. La destrucción del estado autoritario por vía militar foránea, como demuestran los casos de Iraq y de Libia, no lleva a la implantación democrática inmediata, ni al bienestar colectivo, sino que por el contrario, implica pérdidas de vidas humanas a enorme escala y una buena cuota de destrucción infraestructural. Cualquier arquitectura de reconstrucción del poder, parece ser menos eficiente, que la transformación desde adentro. Este es un gran tema de debate, pero para el caso iraquí, la decapitación de la estructura central ejecutada con una invasión que empleó argumentos totalmente falsos, y la situación caótica generada durante años a partir de esta intervención militar, siguen explicando en muy buena medida, los orígenes de la actual crisis.

ISIL ha instrumentado una especie de blitzkrieg en su avance hacia Bagdad. De tener éxito, ¿tiene ISIL un plan para después, para consolidar el territorio y formar un Estado independiente? ¿Qué tipo de Estado sería?

Realmente no creo que Bagdad caiga. Ante el avance del ISIL se comenzarán a generar numerosas iniciativas que podrán incluir la sustitución de Al Maliki como primer ministro, se harán nuevos esfuerzos por conformar un gobierno de representación múltiple, se renegociarán acuerdos con los líderes tribales, se reactualizarán acuerdos con el movimiento kurdo otorgando nuevas garantías políticas, económicas y estratégicas, se reorganizarán las fuerzas militares del gobierno central, se podrá observar la adhesión de milicia shiitas para la contraofensiva militar, veremos asistencia de Irán en esta estrategia, así como un apoyo sirio en acciones aéreas puntuales en zonas fronterizas tal como ya lo ha empezado a hacer, y constataremos una reactivación de la asesoría militar de los Estados Unidos con ejecución de golpes aéreos localizados, entre otros muchos factores.

‒Desde el punto de vista militar, también hay que tener en cuenta que el rápido avance de ISIL, por una parte es una muestra de éxito, de conformación de alianzas, y constatación del fracaso de varias unidades militares del ejército iraquí; pero por otra, mantener niveles de acción en territorio sirio, continuar controlando las fronteras, asediar a la región autónoma del Kurdistán y a sus guerrillas “peshmergas” con alta disposición combativa, mantener la ocupación de varias ciudades conquistadas, lograr nuevas ofensivas exitosas para dominar la presa de Haditha y la gran refinería petrolera de Baiji, ocupar nuevas ciudades, garantizar sus vías de suministros y retirada estratégica, y además planificar una exitosa captura de Bagdad, parece ser una agenda imposible de lograr. Es casi una labor para un gran ejército de ocupación y no de un grupo armado por muy fuerte que sea y por la solidaridad coyuntural que logre. Tendrán además que enfrentar una contraofensiva militar fuerte con cierto nivel de coordinación entre varios actores que participarán, y su escenario de operaciones geográfica resulta ser extremadamente amplio.

El hipotético estado islámico o emirato que han declarado como su objetivo a lograr, parece ser una tarea bien difícil. Ese nuevo estado podría parecerse mucho más a la experiencia extremista y repudiada del régimen talibán en Afganistán, y por lo tanto, muchísimo más inflexible y ortodoxo que algún proyecto de estilo wahabita saudita que resulta ser una de sus fuentes de inspiración y apoyo. Por lo que hemos visto en su práctica reciente, se inspiraría en una visión extrema del islam, y desarrollaría una práctica repudiable tanto desde patrones occidentales como desde el propio mundo islámico.

¿Qué opina de la reacción “lenta y tibia” de Estados Unidos frente al avance relámpago de ISIL?

Esta crisis es otro reto más para los Estados Unidos en su política hacia el Medio Oriente. La administración Obama se comprometió con retirar sus tropas totalmente de Iraq y así lo hizo, y también ha reiterado su compromiso con abandonar Afganistán por completo. Estuvo a punto de atacar Siria a partir de la famosa “Línea Roja” que había fijado Obama respecto al empleo de armas químicas en el conflicto sirio, pero realmente la administración ni ha querido complicarse demasiado, ni enviar tropas, ni atacar, y sorpresivamente para muchos, apoyó la iniciativa diplomática de Rusia para lograr el desarme químico de Siria. Desde el inicio del conflicto sirio Washington ha sido muy crítico con Damasco, pero su apoyo a la oposición ha estado acompañado de preocupaciones respecto a cuál puede ser el destino final de los recursos financieros y armamentos entregados a la oposición, la que además, tanto política como militarmente, ha estado muy dividida desde siempre. Obviamente, el gran reto sigue siendo que cualquier apoyo no caiga en manos de los extremistas islamistas como An Nusra, ISIL y otros. A las monarquías del Golfo también la administración Obama les comunicó que su área de atención se desplazaría hacia Asia, lo que ha provocado el enojo y las críticas constantes de casi todos estos países del CCG en los últimos años, a lo que se une el rechazo de las mismas a la apertura del canal de comunicación de los Estados Unidos con Irán para avanzar en la solución del diferendo por su programa nuclear. Todo ello se completa con una nueva serie de esfuerzos estadounidenses infructuosos en el campo de la mediación entre israelíes y palestinos. En síntesis, la administración Obama no quiere complicarse nuevamente en el Medio Oriente con aventuras como la de Afganistán o Iraq. Prefiere dar prioridad al tema de la recuperación económica interna, al desarrollo de alternativas de explotación energética nacional, y plantea recortes de partidas presupuestarias para varios proyectos militares. Todos estos elementos gravitan sobre su comportamiento actual en Iraq que apunta más a sólo comprometerse con lo estrictamente imprescindible.

No se quieren enviar tropas nuevamente, sólo unos 500 asesores militares para contribuir a reorientar al ineficiente ejército iraquí, repito, conformado y entrenado básicamente por los propios Estados Unidos en todos estos años; introducción de su ya común estrategia en varios escenarios de la zona del golpe puntual ya sea con drones, aviación de combate, o cohetería; y la exhortación a un diálogo nacional incluyente y la formación de un nuevo gobierno más amplio que permita no sólo apoyar la necesaria contraofensiva militar a corto plazo, sino una solución constructiva para el actual conflicto por vías negociadas. Es decir, parece renunciarse a la estrategia del 2003 de dividir y de dar prioridad a unos sobre otros, y sustituirla por una solución global con todos los factores, intentando excluir a la amenaza común del extremismo islámico y del terrorismo.

Hay especialistas que han señalado que las petroleras norteamericanas y sauditas buscan “balcanizar” Irak para “descentralizar” el petróleo y los oleoductos, ¿cree que esta sea una posibilidad?

He escuchado estas opiniones, pero no las comparto. Cualquier proyecto de balcanización implicaría nuevos retos para el país y la región. En estos años hemos visto en la práctica exportaciones petroleras “no centralizadas”, es decir, que han escapado a la decisión y negociación de parte del gobierno central. Basta sólo recordar algunos de los acuerdos en esta materia firmado por el Gobierno Autónomo Kurdo con compañías internacionales, o el tráfico de hidrocarburos por las fronteras, o la reciente adquisición de petróleo del Kurdistán iraquí por parte de Israel.

Arabia Saudita lo que persigue es debilitar el llamado “eje shiita”, o el alto grado de interés común que existe en estos momentos entre Irán, Iraq, Siria y Hezbollah. Si para el caso sirio prefiere un gobierno encabezado por la mayoría árabe sunna y el derrocamiento alawita; de manera semejante para el caso de Iraq, prefiere un gobierno de predominio sunna que le sea más cercano en la agenda política y estratégica y que no sea en gobierno tan cercano a Irán. Si hoy Riyadh podría estar interesada en toda tendencia que debilite al gobierno central iraquí, en otra coyuntura, con un gobierno en Bagdad mucho más cercano a los saudis, la ecuación estratégica sería totalmente distinta, es decir, se preferiría un poder fuerte centralizado y que controle sus recursos energéticos, en vez de un Iraq balcanizado. Lo coyuntural tiene lógicas muy distintas a las permanentes o de largo plazo.

Lo mismo ocurre para el pensamiento estratégico estadounidense. El problema para Washington era el gobierno de Saddam Hussein que como respuesta a las sanciones económicas a las que fue sometido durante una década, había prometido bloquear todo transacción con compañías estadounidenses una vez que se levantaran las sanciones por parte de las Naciones Unidas. Pero hoy, con suficientemente buenas relaciones con el poder central de base shiita y kurda básicamente, -grupos que destacan por poseer las más importantes reservas energéticas en sus respectivos territorios tradicionales- ¿En qué beneficiaría a Estados Unidos lidiar con un país totalmente fragmentado? Lo importante es garantizar el acceso a tales recursos, y la fragmentación lo que pudiera generar sería mayor inestabilidad en las actividades de prospección, explotación, procesamiento y exportación.

¿Qué consecuencias podría tener la desintegración de Irak para la región y para el mundo?

Se habla muchísimo hoy de la desintegración formal y definitiva de Iraq. Tampoco creo en ese escenario. Que existan dinámicas regionales con mayor peso que en los años Sadamistas, es una verdad evidente. Pero de ahí a que estos actores se inclinen por la desintegración del país, que la región no se oponga a ello y que la comunidad internacional lo propicie, hay una distancia notable. La región ha sufrido y seguirá sufriendo las consecuencias del proceso de descomposición otomana, de sus áreas administrativas, de su reconocimiento a los distintos grupos socioculturales que estuvieron durante siglos bajo dominio otomano; todo ello fue sustituido por mecánicas de división diseñadas por Gran Bretaña y Francia a comienzos del siglo XX. La conformación de los nuevos estados nacionales ha sido problemática no sólo en la región del Medio Oriente, sino en otros muchos espacios ex coloniales. Y estas nuevas naciones han tenido que construir nuevas formas de legitimidad “nacionalista” que se conforman de manera paralela a la persistencia de otras formas de identidad de tipo grupal, local, tribal, étnico- lingüístico, etc. Si hasta ahora el escenario ha sido conflictivo, una desintegración iraquí llevaría a un primer plano el cuestionamiento de las fronteras establecidas, los reclamos autonómicos múltiples y los grandes retos para los poderes centrales. Estimo que se generarían aún más problemas. ¿Quiere decir esto que hay que inclinarse infinitamente por el mantenimiento de las fronteras establecidas por los poderes coloniales? No. Los casos de Etiopía-Eritrea, y Sudán-Sudán del sur, son ejemplos de que nuevos acuerdos pueden lograrse al respecto, nuevas geografías y nuevas fronteras pueden diseñarse, aunque tampoco han sido garantías del cese o eliminación de los conflictos.

Especialmente si tomamos en consideración que la desintegración hipotética de Iraq se daría en el actual contexto de violencia armada, lo único previsible sería el fortalecimiento de una agenda de enfrentamiento militar multifactorial y con alcances más allá de la frontera iraquí, con repercusiones inmediatas en países como Siria, Irán, Turquía y otros. Si la hipótesis de los enfrentamientos predominantemente militares resultara válida, habría, como ya lo hay, una inmediata repercusión en el alza de los precios del petróleo, en las transacciones comerciales con toda la región y consecuentemente en el resto del mundo, y se abriría además un amplio expediente de retos a los poderes establecidos. Si los resultados finales con ese escenario serían mejores o peores, no lo podemos saber bien hoy, pero lo que sí es fácilmente imaginable es que el caos del reordenamiento regional será intenso y de larga data, y ello tendría inmediatas repercusiones mundiales. Sólo una pregunta: ¿Podrá transcurrir todo de igual manera si la ola de cuestionamientos de los poderes, retos armados y nuevos trazados de fronteras llegan a las monarquías financieras y petroleras del Golfo que tienen un impacto trascendental en la economía internacional?

¿Podría ser esta la oportunidad de los kurdos para formar un Estado independiente en el noreste de Irak? ¿Lo permitirían Turquía e Irán?

El factor kurdo desde inicios del siglo XX ha sido un elemento de reto para los estados establecidos en la zona y que tienen presencia de esta minoría. Los reclamos maximalistas de los kurdos expresados durante décadas por vías políticas y militares en cada uno de estos países, y su idea de la creación de un gran Kurdistán independiente, siempre ha sido neutralizados con la represión, con la concertación de agendas de actores regionales y extrarregionales, con las divisiones intrakurdas, y con promesas cumplidas parcialmente o incumplidas. La riqueza del territorio en que habitan los kurdos es notoria: enorme recursos hídricos, regiones de cultivo, reservas minerales, petróleo; riqueza a la que ninguno de los gobiernos de la zona está dispuesto a renunciar. El caso de Iraq, es en el cual los kurdos han logrado mayores avances en materia política y económica, y es lógico que en la presente coyuntura de debilitamiento del gobierno central y de ataque de islamistas en sus territorios, se produzcan nuevamente declaraciones en favor de la autonomía total del Kurdistán iraquí, e incluso otros hablen de independencia, aunque los kurdos estén participando dentro de ese gobierno central asentado en Bagdad. Aunque algunos hablen de independencia, parecería ser que lo más ansiado realmente serían grados cada vez mayores de autonomía, y garantías de una presencia con peso real en el proceso de toma de decisiones en Bagdad.

Un proceso de independencia también estaría plagado de dificultades. Los kurdos recibirían notables presiones tanto de actores regionales como Turquía e Irán (quienes tienen sus propias percepciones de amenazas kurdas a sus agendas de seguridad nacional), como por factores internacionales que nunca han estado en favor de una independencia kurda parcial, y menos total. Por algo Kerry en su visita a Iraq incluyó inmediatamente una entrevista con las máximas autoridades kurdas iraquíes, exhortándolas a incorporarse al esfuerzo de resistencia nacional contra el islamismo extremista.