Mujeres en Movimiento
Mujeres en Movimiento: romper los techos de cristal

Que la violencia contra las mujeres se entienda como un asunto de urgencia nacional y se atienda de manera efectiva

fotito

Reivindicar la lucha histórica por los derechos de las mujeres es una tarea que hoy tenemos como sociedad y que debe trascender más allá de lo público. El trabajo de quienes hoy tienen un encargo debe ser efectivo, garantía de igualdad para mujeres y hombres en los espacios de toma de decisiones y en los nichos de incidencia social para que la violencia a razón de género que persiste en nuestra sociedad no mine la capacidad de desarrollo de ninguna mujer en ningún rincón de este país.

Los mismos derechos para mujeres y hombres, el piso parejo en lo económico, lo político y lo social; esa debe ser la premisa del trabajo que realizamos todos los días, porque el compromiso de Movimiento Ciudadano con la igualdad ha sido, durante 20 años, el alma del proyecto. Hemos llevado desde las más altas tribunas del país hasta las plazas públicas locales un mensaje de igualdad; hoy tenemos que lograr que ese mensaje traspase los muros de cada hogar mexicano y que reivindique décadas de lucha a favor de los derechos humanos de las mujeres.

En México, las mujeres vivimos muchas situaciones de desigualdad que vulneran nuestra capacidad de desarrollo; por ejemplo, aun cuando tenemos la mayor carga total de trabajo, las brechas salariales persisten, y recibimos hasta 45 por ciento menos ingresos que los hombres por las mismas labores, esto sin contar la posición de desigualdad en la que nos coloca; además de realizar labores de madres y amas de casa, que, establecidas por un rol social convencional, no son remuneradas ni reconocidas.

Las brechas salariales que persisten son un mal que violenta los derechos de las mujeres y devela la desigualdad desde las instituciones. Asimismo, constituyen un freno importante para el desarrollo de nuestro país y, lo más alarmante, una manifestación clara de discriminación estructural que hasta hoy no hemos podido erradicar y que desde todas las esferas sociales y, por supuesto, desde los gobiernos, se deben atender de manera urgente para garantizar que las brechas de desigualdad se reduzcan.

Por ello, es importante el equilibrio que genera la participación igualitaria de las mujeres al interior de un proyecto político como lo es Movimiento Ciudadano, debido a que es una poderosa herramienta al servicio de la sociedad. Más mujeres en candidaturas significan más espacios de elección ocupados por mujeres; más espacios de elección significan mayores posibilidades de incidencia en la agenda pública de este país y, por tanto, mayor oportunidad de trabajar con perspectiva de género en políticas públicas, acciones y legislación.

También existe una dolorosa relación entre la pobreza y el género, porque las carencias en el sector alimentario se presentan con mayor frecuencia en los hogares que son encabezados por mujeres. La pobreza es un mal social que afecta sustancialmente el crecimiento, pero esta pobreza, manifestada sobre todo en mujeres es un síntoma inequívoco del cáncer que genera la desigualdad de género en nuestro país.

Lograr la igualdad de género es indispensable. Se requiere de un esfuerzo que debe construirse desde la base social y que tiene que ir, ineludiblemente, de la mano de políticas públicas y legislación con perspectiva de género, para que se erradique la violencia institucionalizada y se abran las puertas para el desarrollo y el pleno ejercicio de los derechos humanos para las mujeres. Dicho esfuerzo tiene que darse de manera integral, no podemos hablar de desigualdad laboral o económica si no atendemos el grave problema de violencia de género que afecta, como nunca, a las mujeres mexicanas.

En este país, cada día son asesinadas nueve mujeres; además, seis de cada diez mujeres sufrimos violencia de manera habitual, mientras que ocho de cada diez han sufrido esa violencia al menos una vez en su vida. Estas cifras revelan la situación de vulnerabilidad que subsiste al amparo de la impunidad y la falta de acompañamiento a las múltiples iniciativas de la sociedad civil organizada, que por años ha puesto focos rojos para lograr integrar políticas que garanticen a las mujeres mexicanas una vida libre de violencia como primer paso para alcanzar condiciones de igualdad básicas y construir un futuro promisorio para todas.

Es indispensable que se promuevan medidas a favor de la igualdad, incluidos, por supuesto, los salarios justos, dignos e igualitarios y los pisos parejos para que mujeres y hombres puedan desarrollarse profesionalmente sin discriminación. Se requiere que la violencia contra las mujeres se entienda como un asunto de urgencia nacional y se atienda de manera efectiva; ningún esfuerzo aislado puede conducirnos a garantizar igualdad a mujeres y niñas en este país.

Las barreras invisibles, herencia del patriarcado, a las que nos enfrentamos las mujeres son el freno inmediato que encuentra la lucha histórica por lograr que nuestros derechos se respeten y garanticen de la misma forma. La lucha ha rendido frutos, con saltos que podrían parecernos gigantes, sin embargo, los techos de cristal que nos limitan, no sólo para ascender sino para hacerlo de manera igualitaria, no se han roto aún del todo, y es premisa fundamental replantear la igualdad desde todos los espacios de cara a fortalecer a las mujeres, eliminando las brechas y toda forma de discriminación que mine nuestro potencial.

En Mujeres en Movimiento seguiremos dando la batalla para construir una democracia permanentemente igualitaria. No daremos un solo paso atrás para impulsar que los gobiernos, y la sociedad en general, atiendan la igualdad de oportunidades como tema prioritario. Dimensionar los impactos de la violencia física, política, económica y estructural es indispensable para coadyuvar con el desarrollo de nuestro país y de nuestros entornos inmediatos. Es ahí donde vamos a concentrarnos, y quizá, un día podamos gritar a los cuatro vientos que hemos roto, por fin, los techos de cristal.