Editorial
INCONSISTENCIAS

En su campaña electoral, el presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció:

• Una campaña sin cuartel contra la corrupción y la impunidad.
• Respetar desde el Ejecutivo la autonomía de los otros Poderes de la Unión: el Judicial y el Legislativo.
• Propiciar el regreso de las fuerzas armadas a sus cuarteles.
• Respetar los derechos laborales de los trabajadores sin distinción alguna.
• Ejercer desde la jefatura del gobierno federal un poder democrático.
• Respetar las libertades de expresión y de opinión, fundamento de toda república democrática.
• Apoyar a las organizaciones de la sociedad civil representadas en el Programa de Coinversión Social (PCS).
• Apoyar a las universidades públicas y a las instituciones de educación superior, con respeto a su autonomía.

Transcurrido el primer mes de labores del gobierno federal (diciembre de 2018), la percepción generalizada en la sociedad mexicana es que esas expectativas no han sido satisfechas, por decir lo menos. Hay casos incluso en contrasentido. Abundan los ejemplos, documentados por los medios, de que entre los compromisos y los hechos respecto de las promesas anunciadas, despuntan inconsistencias que parecen llevar al país por un sendero de incertidumbre.
Como lo señala el encabezado del texto en las páginas centrales de esta edición, el ánimo social transita de la esperanza a la preocupación, con intervalos frecuentemente asediados por el miedo.
Incertidumbre y miedo han sembrado, por ejemplo, dos elementos del “plan de gobierno” del presidente López Obrador: 1) La dispersión de 31 dependencias federales en diferentes partes del país. En ellas trabajan 740 mil 600 empleados de los que dependen, según cálculos conservadores, por lo menos 2 millones de esposas e hijos; y 2) La pretensión de que se eliminen las jornadas de 40 horas de trabajo semanal para que los empleados federales laboren también los sábados hasta las 8 de la noche.
Si se consuma la desconcentración: ¿se han cuantificado o calculado los casos de parejas con hijos que trabajan en el sector público? A manera de ejemplo, ¿qué ocurrirá con una familia con dos o tres hijos menores, cuya madre deba trasladarse a la Secretaría de Turismo en Chetumal, y cuyo padre se vea obligado a trabajar en la Secretaría de Educación Pública, en Puebla? ¿Qué ocurrirá con sus hijos?
Si la semana laboral se vuelve de 48 horas o más, ¿se tiene información de cuántas parejas en las que madre y padre tienen que trabajar para poder subsistir, dedican el fin de semana a los hijos menores?
Otra cuestión cuya gravedad no va a la zaga de las anteriores: ¿se ha previsto, calculado o imaginado cuántas madres solteras estarán siendo emplazadas para abandonar la Ciudad de México e irse con sus hijos a provincia para conservar su trabajo?
La desintegración familiar resultante puede ser desastrosa. La genuina actitud política, la coherencia y la congruencia están siendo reclamadas.
La tolerancia inteligente ante cada exabrupto, cada declaración, cada descalificación y también cada reconocimiento y apoyo es, desde la presidencia de la República, la expresión más diáfana de la capacidad para gobernar al país.
Un país cuya enorme complejidad social, política y económica es el mayor desafío para el gobernante en turno. Un México que exige al poder presidencial que se le confió en las urnas que ningún problema, ninguna dificultad, ninguna crítica razonable y bien intencionada, reciba el recurso fácil de la descalificación, la indiferencia o el rechazo.
Es el mejor camino para lograr la unidad y encontrar un derrotero confiable.