En el Llano
IMPUNIDAD Y MIEDO SE REGODEAN

Luis Gutiérrez Rodríguez

Luis Gutiérrez Rodríguez

El 4 de agosto de 2016, el periodista y politólogo argentino José Natanson publicó en la edición mensual de Le Monde Diplomatique (publicación que él dirige) que el miedo, en tanto sentimiento colectivo, no es un tema de la psicología de masas sino de la política; saber articularlo desde arriba puede ser (vale la redundancia) “un poderoso recurso del poder”.

Después de señalar que es probablemente el más potente de los sentimientos humanos, el más destructivo y sin duda el que ha generado más catástrofes a lo largo de la historia, Natanson refiere en aquel memorable y lúcido artículo que toda relación de dominación política involucra el miedo.

El autor recordó al inglés Thomas Hobbes (1588-1679), quien sugirió que la gran inteligencia del político consiste en instrumentalizar el miedo a la amenaza externa para aniquilar al enemigo interno; luego a Maquiavelo, impulsor del realismo político, al igual que Hobbes, quien recomendó al Príncipe ser temido antes que amado. El miedo es inherente al poder. No hay autoridad política sin miedo porque el miedo es, en cierto modo, prepararse para obedecer.

En ese artículo Natanson hizo otra referencia memorable: el muro (en construcción) a lo largo de 3 mil 141 kilómetros de frontera con México, ¿refuerza el miedo inducido de quienes votaron por Donald Trump en detrimento de los migrantes?

El miedo en México

“Lo matan en Jalisco; era de (MC) Movimiento Ciudadano”, fue el cintillo de la nota principal del diario Reforma el pasado lunes 16 de abril. Y el titular precisó: “Ejecutan a alcalde; van 73”.

Se refirió la noticia al asesinato, ocurrido la noche del sábado 14 de ese mes, de Juan Carlos Andrade Magaña, presidente municipal con licencia de Jilotlán de los Dolores, quien acogido a las reformas de ley, buscaba la reelección para el cargo. Le sobraban motivos: dejó la alcaldía sin deudas y colocó al municipio en segundo lugar nacional en materia de transparencia.

Este crimen se sumó a otros asesinatos políticos recientes en Jalisco, como el de Salvador Magaña Martínez, dirigente de Movimiento Ciudadano en el municipio de La Huerta, y el de Saúl Galindo Plazola, diputado local en funciones emanado del PRD, coordinador del grupo parlamentario y presidente de la Comisión de Justicia del Congreso del Estado de Jalisco, ambos a finales del pasado mes de diciembre.

Pero hay más, muchísimo más. Apoyada en datos y estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad, la organización civil Semáforo Delictivo, que dirige el investigador Santiago Roel, confirmó que 2017 fue el peor año de la historia reciente de México en materia de violencia.

Ese año se registraron alrededor de 18 mil ejecuciones del crimen organizado y cerca de 24 mil homicidios. Un informe del Instituto Nacional de las Mujeres reveló que en 2017 se cometieron 12 mil 811 casos de muertes de mujeres con presunción de homicidio, lo que convirtió al año pasado en uno de los más violentos en contra de las mujeres.

Algunas fuentes señalan que desde el año 2000 han sido asesinados 80 periodistas; además, secuestros, extorsiones y sombríos hallazgos de fosas clandestinas. Todo ello abonado por la increíble desaparición (no resuelta), la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, de por lo menos 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, Guerrero. Por añadidura: “daños colaterales” de la guerra entre fuerzas armadas y delincuentes.

La impunidad y el miedo se regodean de este violento y negro pasaje de la vida nacional, acentuado por el asesinato de candidatos a cargos de elección popular en pleno proceso electoral, que culminará el primer domingo de julio venidero con la elección más importante: la de Presidente de la República, cuyo partido en el cargo actualmente, el PRI, parece condenado a la derrota.

¿Será este el origen de la impunidad y el miedo que sacuden a México? ¿La inminente (eso creemos y esperamos todos) pérdida del poder? ¿Subyace el miedo “desde arriba” a la necesaria y esperada desaparición del presidencialismo autoritario y todopoderoso?

Vuelvo al texto de José Natanson:

“Cuando se apaga la luz se encienden los miedos. Cada persona esconde el suyo […] A veces para poder gobernar el político debe primero gobernar su propio miedo”