Dalí, genio y figura incluso después de la sepultura

“Si muero, no moriré del todo”

Arturo Sánchez Meyer

Arturo Sánchez Meyer
@meyerarturo

«Yo no creo en mi propia muerte”, afirmó Salvador Dalí (1904-1989). Morir era a lo que más miedo le tenía este artista catalán y es por ello que exhumar su cuerpo, haberlo removido del mausoleo que creó para sí mismo en un imponente museo en Figueres, España, resulta una verdadera ironía del destino.
Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech (Marqués de Púbol) es para muchos uno de los mayores artistas del siglo XX, mientras que para otros es solamente un oportunista que logró crear su propia marca y hacer con ella una gran cantidad de dinero. A Dalí se le ama o se le odia, se le toma por genio o por loco, por farsante o por iluminado. Lo cierto es que, independientemente de las opiniones divididas, nadie puede negar que trabajó de manera incansable: fue pintor, escultor, escritor, grabador, escenógrafo (entre muchos etcéteras más), y dejó tras de sí una inmensa cantidad de obra.
En 2007, Pilar Abel, una tarotista catalana que se hizo famosa en la televisión de Gerona como “Jasmine, la vidente”, aseguró ser hija de Salvador Dalí, producto de un supuesto romance que el pintor habría sostenido con Antonia Martínez (madre de Pilar) en la década de los cincuenta. Tras diez años de pleitos y alegatos, Pilar Abel consiguió, en 2017, que un juzgado de Madrid ordenara la exhumación del cadáver del autor de “La persistencia de la memoria”, en busca de ADN que sirviera para arrojar luz sobre los dichos de la adivina.
Si lo que aseguraba Pilar Abel acerca la paternidad de Salvador Dalí resultaba cierto, desmentiría uno de los grandes mitos sobre el artista surrealista: su supuesta asexualidad. Según lo declarado por el propio pintor y lo investigado por sus biógrafos, a Dalí no le interesaba el acto sexual, incluso se dice que sentía aberración hacia él.
“El pintor de ‘El Gran Masturbador’ sufrió durante toda su vida de un problema de aceptación de la sexualidad como un acto humano completamente natural, generado por la educación ultraconservadora que recibió de su padre cuando aún era un niño. Conforme Dalí crecía, su padre le inculcaba lo malo que era someter su cuerpo a la experimentación sexual. En una ocasión, lo hizo ver un libro con imágenes a todo color sobre terribles infecciones de transmisión sexual, con órganos desfigurados y en estado de descomposición. El trauma fue tal que el genio creció convencido de que el contacto sexual era algo decadente y denigrante”, asegura el editor Alejandro López en un artículo publicado en Cultura Colectiva.
Sin embargo, Dalí era un voyerista incansable, le gustaba la idea artística del sexo, pero no estaba interesado en practicarlo y aunque no existe consenso sobre este asunto, hay críticos que aseguran que sólo mantuvo relaciones sexuales con su esposa y eterna musa Gala Éluard, a quien le pedía que sostuviera encuentros íntimos con otros hombres (a menudo mucho más jóvenes que ella), mientras él los observaba.
Se ha escrito e investigado mucho sobre las excentricidades sexuales (y de todo tipo) de Salvador Dalí, por eso es que los dichos de Pilar Abel intrigaron y también enojaron a mucha gente, sobre todo a los directivos de la Fundación Gala-Dalí, quienes calificaron la exhumación del artista como una falta de respeto y consideraron que esta acción había sido ordenada sin fundamentos legales suficientes. “Los forenses extrajeron de la momia del pintor muestras de pelo, uñas, varios dientes y dos huesos largos […] El bigote preservaba su clásica postura de las diez y diez”. Declaró Lluís Peñuelas, secretario general de la Fundación Gala-Dalí al periódico El País.
En medio del escándalo no faltaban motivos para dudar de la palabra de Pilar Abel. En 2006 una Juez de Instrucción había fallado en contra de Abel, quien demandó al escritor Javier Cercas por la cantidad de 600 mil euros, alegando que uno de los personajes de la novela Soldados de Salamina (una obra que catapultó a Cercas y fue traducida a más de treinta idiomas), era muy parecido a ella y que el comportamiento vulgar de la adivina de ficción había herido su dignidad. Un año después de perder esa batalla inició la querella legal para ser reconocida como hija de Salvador Dalí, pero en esta ocasión el monto del triunfo era mucho más grande: el 25 por ciento del patrimonio del pintor en el momento de su muerte.
Y volviendo al tema de la muerte, a ese episodio que aterraba a Dalí, las cosas fueron más difíciles de lo que él esperaba. En junio de 1982 murió Gala (Elena Ivánovna Diákonova, era su nombre real), quien estuvo casada con Dalí cincuenta años. Era su compañera, su musa, su agente, su enfermera… su mundo. “Amo a Gala más que a mi padre, más que a mi madre, más que a Picasso y más incluso que al dinero”, dijo alguna vez el surrealista de Figueres. Tras el fallecimiento de Gala, Dalí se decidió a morir y a pelear. Sus últimos años fueron tristes y solitarios.
“Debo señalar que Salvador Dalí es muy contradictorio. Por un lado hace lo que puede para morirse, como no levantarse de la cama y no querer tomar alimentos; pero por otro lado tiene un miedo enorme y llama con frecuencia al médico. En una ocasión no pude más con sus impertinencias y le amenacé con no volver a visitarlo”. Declaró en 1984 Joan García San Miguel, médico de Dalí.
Finalmente, el 23 de enero de 1989, Salvador Dalí falleció de un paro cardio respiratorio. Tuvo una muerte “tranquila y digna”, según dijeron los que atestiguaron su deceso. Con 34 kilos de peso y a los 84 años de edad Dalí fue derrotado en la batalla que todos perdemos en algún momento, aun siendo “el más divino de todos los pintores”, como a él le gustaba denominarse.
El 13 de octubre de 2017 María Pilar Abel Martínez también perdió su lucha legal; el ADN extraído al cuerpo de Dalí confirmó que no era su hija. Un juez ordenó a Pilar pagar por los costos de la exhumación.
Pero la historia no termina aquí, en diciembre del mismo año la justicia española admitió el trámite de recurso interpuesto por Pilar para anular el juicio; el motivo: no declararon todos los testigos y no recibió la prueba de la cadena de custodia del ADN. “Estoy segura de que mi padre me ayuda desde el otro lado”, declaró Pilar Abel al periódico La Vanguardia el 11 de enero de 2018.
Genio, loco, pintor, embustero, millonario, arquitecto de su leyenda, enterrado y desenterrado, el 11 de mayo de este año Dalí cumpliría 114 años.
Cuenta la leyenda que el Cid Campeador ganaba batallas después de muerto, lo mismo hace Salvador Dalí. A 29 años de su deceso sigue haciendo una de las cosas que más le gustaban en vida: llamar la atención y crear revuelos. Una momia desenterrada, una pitonisa, muchos millones de euros y su museo lleno es una mezcla que le hubiera encantado disfrutar al artista catalán. Quién podría ya negar que Dalí ha sido surrealista más allá de la vida.