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URGE CAMBIAR EL RÉGIMEN, ¿POR QUÉ?

El PRI retornó a Los Pinos en el 2012, de manera que el régimen creado por Plutarco Elías Calles en 1929 continúa intacto

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 Hemos señalado que el domingo 2 de julio del año 2000, cuando el Partido (de) Acción Nacional (PAN), conquistó la Presidencia de la República y sacó temporalmente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Los Pinos (durante escasos 12 años), no hubo renovación política ni abatimiento del orden político; mucho menos fue capaz de acabar con un sistema hegemónico que llevaba en el poder 71 años.

El PRI retornó a Los Pinos en el 2012, de manera que el régimen creado por Plutarco Elías Calles en 1929 continúa intacto. A poco de cumplir 89 años de edad, está convertido en un sistema empobrecedor, carcomido por la corrupción y la ineficiencia, obsoleto, incapaz de garantizar seguridad y bienestar al pueblo.

Cambiar al régimen
En este escenario, y de cara a los comicios presidenciales de 2018, los diversos órganos de dirección de Movimiento Ciudadano, que son la Coordinadora Ciudadana Nacional y el Consejo Ciudadano Nacional, se reunieron en un hotel de la Ciudad de México el viernes 4 de agosto y aprobaron de manera unánime varios resolutivos que marcan la ruta de acción de Movimiento Ciudadano para alcanzar un objetivo superior: cambiar al régimen que desde hace 88 años se instauró en nuestro país.

Diversos sectores sociales y políticos de la sociedad han calificado de urgente esta tarea.

Entre los resolutivos aprobados estuvo el delegar en la Comisión Operativa Nacional, que encabeza Dante Delgado, la posibilidad de explorar varias vías de participación electoral. Entre ellas: a) promover la construcción de un Frente Ciudadano por México, con organizaciones electorales y referentes destacados de la sociedad civil; b) o bien, de forma directa y sin alianzas, como lo ha venido haciendo Movimiento Ciudadano en las elecciones de 2013, 2014, 2015, 2016 y 2017.

Se aprobó asimismo que esta ruta se sujete a “Un Nuevo Proyecto de País”, documento que se ha venido construyendo con la participación de organizaciones y expertos de la sociedad, y que se consolidará en diversos foros que habrán de celebrarse en puntos estratégicos de toda la República. De lo que se trata es de construir una mayoría ciudadana que evite la pulverización del voto en los comicios federales de 2018.

La plataforma electoral que surja de la amplia consulta deberá ser ratificada por el Consejo Nacional en sesión, programada para el mes de diciembre próximo.

Urge liberar al poder público de las nocivas élites que lo administran desde 1929, porque han probado su incapacidad para terminar con los crecientes males que hoy devoran al país. Los planes de camarilla han reemplazado al Proyecto de Nación que necesita México.

¿Cuáles serían los objetivos prioritarios del Frente Ciudadano por México? Ganar la Presidencia de la República y la mayor parte de los escaños (senadores) y curules (diputados federales) en el Congreso de la Unión, para hacer posible un cambio de régimen y empoderar a los mejores ciudadanos en el centro de las decisiones, por encima de los partidos.

Significaría cambiar a un régimen hegemónico, el del PRI, que en los últimos sexenios ha incumplido con el mandato que durante décadas se le confió en las urnas, con gobiernos cuyo ejercicio abusivo del poder se ha traducido en mayor pobreza, más inseguridad, más desigualdad social, menos desarrollo, corrupción desbordante y saqueo impune de las arcas públicas.

¿Por qué urge cambiar al régimen? Porque el poder público se ha convertido en fuente reproductora de males ancestrales. Si no se cambia el régimen, no será suficiente extirpar los tumores que cual metástasis maligna se reproducen cada sexenio. Ocurriría lo mismo que con la legendaria y maligna Hidra de Lerna: por cada cabeza de serpiente que se le cortaba, el monstruo poseía la virtud de regenerar dos cabezas más. Las pruebas, abundantes, están a la vista.

¿Cómo, de qué se alimenta la Hidra del régimen gobernante? Dos lúcidos mexicanos, pensadores progresistas, Pablo González Casanova y Arnaldo Córdova, investigaron y alumbraron con sus trabajos los oscuros senderos secretos del régimen, ofreciendo respuestas a los porqués.

“La formación del poder político en México”Esta fue la frase con que tituló su célebre ensayo en 1972 Arnaldo Córdova, honorable mexicano, miembro emérito del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM y doctor en Ciencia Política. Pero es pertinente, antes de ir al libro de Córdova, detenernos en otro gran sociólogo, Pablo González Casanova.

En el libro citado en el párrafo anterior, Córdova recoge reflexiones de González Casanova vertidas en su obra La democracia en México (clásico de la literatura sociológica mexicana), que explica la forma en que se organizan y reproducen las élites gobernantes:

“El caciquismo, desaparecido como sistema nacional de gobierno, deja una cultura de las relaciones personales, del parentesco y los compadrazgos, que sobrevive en una estructura distinta y se mezcla, como estilo, cortesía o forma de conocimiento político, con las nuevas costumbres y agrupaciones de un México moderno.”

A propósito de lo anotado por Pablo González Casanova, se pregunta Arnaldo Córdova: “¿Por qué conviven con las nuevas instituciones formas arcaicas de relación política, como son una sustancial impreparación política de las masas y el trato, tan deleznable en un sistema político moderno, del compadrazgo y la lisonja cortesana?

“Evidentemente (se responde Córdova), porque esas formas de relación política constituyen también formas de dominación y de manipulación masivas. Pero, en este caso, ¿cómo es posible entonces que el poder institucional opere sobre la base de este tipo de dominación?

“Nos parece que este es el punto en el que se cifra el secreto profundo del sistema político mexicano: en primer lugar, este sistema aparece como alianza institucionalizada de grupos sociales organizados como poderes de hecho; en segundo lugar, el presidente ha sido promovido constitucionalmente con poderes extraordinarios permanentes; en tercer lugar, el presidente aparece como el árbitro supremo a cuya representatividad todos los grupos someten sus diferencias y por cuyo conducto legitiman sus intereses; en cuarto lugar, se mantiene y se estimula en las masas el culto, no sólo a la personalidad del presidente, sino al poder presidencial; en quinto lugar, se utilizan formas tradicionales de relación personal, el compadrazgo y el servilismo, como formas de dependencia y control del personal político puesto al servicio del presidente y de la administración que encabeza.

“Sobre la marcha, casi siempre de modo espontáneo, se ha llegado a organizar una maquinaria política cuyo poder no es posible siquiera imaginar y cuya efectividad se ha demostrado a lo largo de más de treinta años.

“El presidente ha dejado de ser una persona. Es una institución. La asociación y los conflictos de las masas se han institucionalizado. La alianza entre los diferentes grupos sociales constituye el conducto del poder social. Es difícil concebir relaciones más complicadas de organización política. Pero aparecen como perfectamente naturales cuando el motor de estas relaciones es el poder institucional del presidente”.

Desde luego, estas reflexiones las maduró Arnaldo Córdova mucho antes de que saliera a la luz La formación del poder político en México, en 1972. Esto es, ¡hace 45 años! Y parece que fueron escritas apenas ayer.

Y Pablo González Casanova publicó La democracia en México siete años antes, ¡en 1965!
En su obra, Pablo González Casanova señala sin rodeos que el principal obstáculo para restaurar la deteriorada democracia mexicana (aun en su época), es el sistema presidencialista, la manera en que el Poder Ejecutivo oprime al Legislativo y al Judicial. Incluye también referencias sobre cómo los poderes y sus actores estorban el desarrollo armónico del país y cómo este desarrollo se halla estrechamente vinculado al de la democracia efectiva.

En el segundo capítulo de su obra, González Casanova se refiere a los Factores del poder, y define lo que llama poderes formales y reales:

“De hecho la comparación del modelo con la realidad no sólo deja entrever la imagen de un régimen presidencialista, sino que a cada paso hace crecer la idea de que el poder presidencial no tiene límites. Sólo el análisis de los verdaderos factores del poder y de la estructura internacional conduce a la delimitación y relativización del poderío presidencial.

“Los verdaderos factores del poder en México –como en muchos países hispanoamericanos– han sido y en ocasiones siguen siendo: a) los caudillos y caciques regionales y locales; b) el ejército; c) el clero; d) los latifundistas y los empresarios nacionales y extranjeros”.

Está claro que, a la luz del escenario que vive México a finales de la segunda década del siglo XXI, habría que añadir a estas líneas del maestro González Casanova el inmenso poder que hoy desafía al Estado mexicano y sus instituciones: el del crimen organizado.

Caciques revolucionarios
Prosigue González Casanova:
“La historia del partido del gobierno es, durante todos estos años, una historia de control de los caudillos y caciques. Y ésa es una de sus funciones principales. En general puede decirse que todos los procesos de concentración del poder presidencial tienen en su origen, como una de sus funciones, el control de los caciques –de sus partidos, de sus secuaces, de sus presidentes municipales–, fenómeno que no implica sino indirectamente la desaparición de los caciques.

“En efecto, si el gobierno central controla el caudillismo, al mismo tiempo establece con los caudillos una especie de “contrato político” de la más diversa índole; si les quita el mando de fuerza les otorga otros poderes, honores o prestaciones. De entre los caudillos surgen así políticos de pro que trabajan al lado del presidente, o surgen empresarios, o nace un tipo de caciques-revolucionarios con los que se mantiene durante un largo periodo el mismo tipo de relaciones personales y de controles que aplicaba Porfirio Díaz a sus caciques, y que halla antecedentes en la época colonial y prehispánica. A su vez el cacique-revolucionario, anticlerical, agrarista, mantiene formas de gobierno y relaciones personales de mando, iguales a las de sus predecesores. Pero al hacer la reforma agraria y colaborar en el desarrollo del país, él mismo se transforma. De caudillo y agrarista pasa a ser dueño de ranchos y propiedades, y hasta de fábricas y comercios. Sigue siendo cacique, llamándose revolucionario, y ya pertenece a lo que podría llamarse la alta burguesía rural”.

Lo que viene
Según datos del Instituto Nacional Electoral (INE), el domingo 3 de junio del próximo año serán electos: el presidente de la República, 300 diputados por mayoría relativa (voto directo) y 200 por representación proporcional (plurinominales), que constituirán la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión a partir del 1° de septiembre siguiente, junto con 64 senadores por mayoría (voto directo) y 32 por representación proporcional (plurinominales).

Además habrá procesos locales: en nueve entidades federativas se elegirán gobernadores: Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz (en el 2016, el panista Miguel Ángel Yunes ganó la gubernatura estatal, implementada por única vez a fin de que, en el 2018, se eligieran simultáneamente gobernador y presidente de la República) y Yucatán.

Diputados locales y ayuntamientos en 16 estados: Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Colima, Ciudad de México, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí.

Solamente diputados locales en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Sinaloa, Sonora y los 11 ayuntamientos de Quintana Roo.

En la base de la pirámide están los ayuntamientos, con síndicos y regidores. Y en la cúspide, el presidente de la República y los gobernadores, en medio el Congreso federal con senadores y diputados, y las legislaturas estatales.
Este es el sistema sobre el cual, en gran medida, se sostiene el régimen que debe ser sacado del gobierno por corrupto e ineficiente. Su deterioro está a la vista.

¿Qué procede? Hacer un gran esfuerzo para que el nuevo proyecto nacional encuentre en las columnas del nuevo régimen: compromiso, apoyo, impulso y avance hacia la consolidación del cambio que le urge a nuestro país. Y ello solamente se logrará con una pulcra y rigurosa selección de candidatos a cada cargo de elección popular: desde la base hasta la cúspide de la pirámide.

¿Por qué la urgencia?
Porque la sociedad nacional ya no puede seguir ante el vergonzoso espectáculo que ofrece un régimen infectado, contaminado por gobernantes corruptos, cínicos, cómplices e impunes. Por un aparato judicial que, al día de hoy, no sabe qué hacer con la colusión entre policías y bandas criminales; por jueces venales o aherrojados por leyes hechas a modo para que florezcan la impunidad, con agencias del ministerio público rebasadas por las investigaciones de los medios de comunicación, que desafían las consecuencias: asesinatos, amenazas, secuestros; por denuncias que no se atienden o montajes perversos de delincuentes con uniforme.

Porque ya no se debe engañar a los ciudadanos para que legitimen en las urnas los ritos criminales y abusivos del poder.

Porque es inadmisible condenar a millones de mexicanos por intereses de una minoría privilegiada, a soportar más de lo mismo.

La ciudadanía asiste indignada al derrumbe del “nuevo PRI” que hace cinco años le presumieron desde la cúspide del poder. Hoy lo rodean las flores del mal: una élite rica, poderosa e insensible; inseguridad en pueblos, ciudades, calles y carreteras; secuestros y asesinatos cotidianos; desempleo maquillado; inequidad educativa.

Por todo ello, y mucho más, es urgente acabar con un régimen octogenario, cuyos brotes sexenales salen peores que sus raíces. Hoy que todavía se puede lograr en las urnas. Los ciudadanos, unidos, no pueden ser vencidos.