Internacional
Trump y el Acuerdo de París

Guillermo Rocha Lira

Guillermo Rocha Lira
@MemoRochaL

La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París refleja claramente la doctrina Trump. Da continuidad a las acciones de política exterior del magnate presidente y servirá para comprobar la correlación de fuerzas políticas regionales y mundiales de la sociedad internacional.

En diciembre del 2015, aproximadamente 195 naciones acordaron el primer pacto global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, conocido como el Tratado de París. Este acuerdo sintetiza la voluntad mundial frente al enorme reto que suponen el cambio climático y sus consecuencias devastadoras, como escasez alimentaria y condiciones extremas en amplias regiones del planeta.

Este pacto establecía metas inequívocas para reducir las emisiones de carbono en todos los países, sin importar su grado de desarrollo o PIB nacional. Cabe señalar que, comparado con el Protocolo de Kyoto de 1998, el Acuerdo de París no es vinculante, por lo que naciones que firmaron y ratificaron el pacto pueden modificar sus programas según su situación interna o capacidad económica.

Asimismo, el hecho de no llegar a las metas establecidas o retirarse del acuerdo no implica sanción alguna para los países miembros.
El presidente Barack Obama fue promotor e impulsor del Acuerdo de París. Estados Unidos, uno de los países más industrializados del planeta y con mayores emisiones de CO2, se comprometió a reducir para 2025 sus gases de efecto invernadero en un 26% y prometió ayuda por casi 3 mil millones de dólares para apoyar y financiar los programas de uso de tecnologías no contaminantes en otras naciones.
En su campaña electoral, Donald Trump prometió que no seguiría la política de Obama en materia ambiental. La postura del magnate presidente sobre el cambio climático es evidente. En 2012 declaró en un tuit: “El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos para hacer incompetitiva a la manufactura de Estados Unidos”. A pesar de que el cambio climático es un hecho científicamente comprobado y la lucha para reducirlo ha sido evaluada por numerosos organismos regionales e internacionales, para Trump este nocivo fenómeno global es una farsa extranjera que sólo busca limitar la capacidad industrial de Estados Unidos.

La decisión del gobierno de Donald Trump de retirar a Estados Unidos de este importante acuerdo mundial concuerda con lo que este mandatario fantoche cree y piensa. Vale la pena precisar que la opinión de Trump es apoyada por importantes empresarios, legisladores, políticos y un tercio de la población estadounidense, que consideran que el cambio climático no es producto de la actividad humana. Uno de cada tres ciudadanos de Estados Unidos considera que los esfuerzos para proteger y preservar el medio ambiente solo dañarían los intereses comerciales de su nación. Más allá de la convicción personal de Trump, la retirada de su país del Acuerdo de París se debe también a que con esta decisión trata de proteger los intereses de prestigiadas petroleras y explotadoras de hidrocarburos que apoyaron su campaña presidencial.

Algunos analistas consideran que la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París sólo es un primer paso de la administración Trump para, cuando lo desee, abandonar cualquier tipo de foro relacionado con la lucha contra el cambio climático. Se espera que en los próximos meses su gobierno presente un posicionamiento sobre la participación de Estados Unidos en la Convención Marco de la ONU sobre cambio climático.

La salida de quien es el segundo emisor mundial de gases invernadero, después de China, representa un duro golpe a los esfuerzos globales para combatir el deterioro climático, ya que esto traería como consecuencia el relajamiento de las metas de otros países, se reduciría el financiamiento para programas estratégicos y haría más difícil la implementación de políticas ambientales en países desarrollados y en vías de desarrollo.

La política aislacionista de Estados Unidos en este y otros temas de relevancia mundial genera un vacío que otras potencias sabrán ocupar. En los últimos años, China se ha preocupado por la modernización de su industria manufacturera y la inclusión de fuentes de energía no contaminantes, por lo que es probable que el principal competidor comercial de EU asuma el liderazgo mundial en otros foros sobre cambio climático.

La conferencia de alcaldes de Estados Unidos se manifestó en contra de la decisión del presidente Trump. Mitch Landrieu, alcalde de Nueva Orleans y presidente de esta conferencia, afirmó: “Existe unanimidad entre los alcaldes de que el cambio climático representa una amenaza real. Si el gobierno federal se rehúsa a actuar, las ciudades mismas, mediante sus alcaldes, serán las que creen una nueva potencia nacional. Seguiremos trabajando en conjunto y con el sector privado para hacer frente al cambio climático”.

Emmanuel Macron, presidente de Francia, aprovechó la rebuscada salida de Trump para hacer un posicionamiento. Acompañado del ex presidente de la Cumbre de París, Laurent Fabious, y del ex secretario de Naciones Unidas Ban Ki-moon, el mandatario francés presentó un proyecto de pacto mundial con la intención de que se convierta en un tratado internacional adoptado por la Asamblea General de la ONU. Este plan resume principios del derecho medio ambiental en casi treinta artículos, entre los que se destacan los de precaución, reparación y quien contamina paga. El mismo Macron afirmó: “Hoy nadie puede pretender luchar dignamente y con eficacia contra el terrorismo y por la paz en el mundo sin combatir en la guerra contra el calentamiento global”.

A su vez, la Unión Europea advirtió que ni el Acuerdo de París, ni la lucha contra el cambio climático eran negociables. Los jefes de Estado y de gobierno de los países miembros realizaron una declaración conjunta en la que afirmaron que este pacto es clave en la modernización económica de sus respectivos países y de la región. En el documento adoptado por los dirigentes de los países europeos, se destaca que: “el acuerdo seguirá siendo una piedra angular de los esfuerzos globales para atajar con eficacia el cambio climático y no puede renegociarse”. Incluso el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, mostró su preocupación por la estrepitosa decisión de Donald Trump. El mandatario ruso afirmó que es necesario actuar de manera constructiva frente al cambio climático a pesar de la postura estadounidense.

Afortunadamente son más las voces de gobiernos y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que están decididas a sumar esfuerzos y cooperar. La decisión mezquina de Trump y sus cómplices de anteponer sus intereses particulares, que no nacionales, actuarán en contra de su administración. Abandonar los foros internacionales y continuar con una política exterior aislacionista significa que Estados Unidos renuncie a su liderazgo mundial sobre este y otros temas. Reducir las emisiones de carbono e impulsar políticas medioambientales debe ser la principal prioridad de cualquier gobierno. Minimizar o negar las consecuencias del cambio climático es una irresponsabilidad. La preservación y procuración de nuestro planeta no puede esperar.