Los Muros de Trump

Guillermo Rocha Lira

Guillermo Rocha Lira
@MemoRochaL

Trump ha decidido cambiar el discurso presidencial hacia una política exterior agresiva que lo reposicione

En sus primeros 100 días de gobierno, Donald Trump se ha visto obligado a cambiar su agenda, su discurso y sus objetivos de política exterior debido a la precaria legitimidad de su mandato. Las manifestaciones ciudadanas en muchos lugares de Estados Unidos, así como el equilibrio de poderes, representan dos grandes muros para el magnate presidente y sus políticas. En las últimas semanas crecieron nuevos muros que ponen en duda su liderazgo, entre los que cabe mencionar su divorcio con los medios de comunicación y la creciente sospecha de la intervención de funcionarios rusos durante su campaña presidencial.

Durante estos días de gobierno, Trump se ha enfrascado en una guerra de declaraciones con los medios de comunicación. En su cuenta de Twitter, el presidente afirmó que: “los periodistas se encuentran entre las personas más deshonestas del mundo y son enemigos del pueblo”. El presidente culpó a los medios de promover “la división y la desinformación entre el pueblo estadounidense” y categóricamente afirmó en sus tuits que mantiene “una guerra” contra algunas fuentes de información como la CNN y The New York Times, a los que calificó de “falsos”. El divorcio entre Trump y los medios de comunicación es tan marcado que no asistió a la cena de corresponsales de la Casa Blanca en Washington.

Cifras TrumpTrump culpa a los medios de comunicación de su bajo nivel de aceptación y de la inestabilidad que vive el país. Los ataques del presidente se intensificaron contra algunas fuentes de información porque en los últimos dos meses, medios estadounidenses e internacionales filtraron información confidencial que aumentaría su descrédito y podría poner en peligro la continuidad de su gobierno, como sucedió con el escándalo Watergate que obligó a renunciar al presidente Richard Nixon.

Al que para muchos era un presidente nacionalista, que regresaría la grandeza a su nación, se le acusa de haber recibido ayuda por parte del gobierno ruso durante su campaña presidencial. Desde febrero se abrieron tres investigaciones por parte del FBI y cinco más en el Congreso que podrían demostrar que Rusia intervino directamente en las campañas presidenciales.

Algunos medios reconocidos han filtrado información relevante sobre el vínculo de personajes allegados a la administración Trump con personal del gobierno ruso. Se destaca la reunión que tuvieron en 2016 el yerno del presidente y el embajador de Rusia en Estados Unidos, Sergey Kislyak, en la Trump Tower (rascacielos de 58 pisos en el corazón de Manhattan, Nueva York), hace algunos meses.

Trump descalificó las acusaciones que lo relacionan con el gobierno ruso y consideró que este proceso es una “auténtica cacería de brujas”. Desde su Twitter aclaró que estas investigaciones son “una invención de la prensa estadounidense y el partido demócrata, en respuesta a su victoria electoral y su gobierno”.
La raquítica defensa del presidente se desvaneció cuando a finales de marzo se acusó al general Michael Flynn, ex asesor de seguridad de la administración Trump, de haber recibido pagos por parte de empresas rusas. El general tuvo que renunciar a su cargo e incluso pidió inmunidad al FBI para continuar la investigación.

El Comité de Inteligencia del Senado celebró una audiencia pública para revisar la influencia del gobierno ruso en las elecciones presidenciales últimas. Durante esta primera audiencia, el comité llegó a la conclusión de que “existió una “amenaza sin precedentes” que suponen las capacidades informáticas rusas para la democracia estadounidense, y calificaron su oleada propagandística de “inaudita”.

Frente a estas acusaciones, Trump reaccionó de forma predecible con pocas acciones y muchos tuits que sólo buscan desacreditar la labor de las Comisiones del Congreso y los medios de comunicación. Resulta paradójico que aquel que prometió “cazar” a los malvivientes que llegaban a la frontera sur de de su país, ahora considere que existe un linchamiento político y mediático contra su persona y su gobierno.

The Guardian y El País publicaron que desde finales de 2015, espías británicos interceptaron mensajes entre el equipo de campaña de Trump y funcionarios rusos, lo que lleva a pensar que esta relación comenzó a partir de que el empresario anunció su candidatura.

El curso de las investigaciones del Congreso y el FBI sólo confirman lo que en octubre de 2016 corroboró la CIA: “el gobierno ruso sí intervino en las elecciones para ayudar al candidato Donald Trump”. En su momento, el Washington Post publicó que fueron personas conectadas al Kremlin las que filtraron a Wikileaks información estratégica que provenía de los correos electrónicos del Partido Demócrata y Hillary Clinton. Julian Assange niega haber sido manipulado por el gobierno ruso para difundir esta información durante un momento clave de la campaña electoral, sin embargo, las investigaciones del Congreso y el FBI podrían demostrar lo contrario.

La sospecha permanente y las investigaciones interminables contra la administración Trump por los supuestos vínculos con el gobierno ruso demuestran que Vladimir Putin fue el gran ganador de las elecciones presidenciales, mientras que al interior de Estados Unidos, el enrarecido contexto interno provoca la caída estrepitosa de la popularidad del mandatario y aumenta lapercepción de la ilegitimidad de su gobierno.

La mayoría de las encuestas en Estados Unidos coinciden en que Trump es el presidente con menor aceptación de la era moderna en sus primeros 100 días al frente de la Casa Blanca. ABC News demuestra que sólo el 42% aprueba su gobierno, mientras que Wall Street Journal refiere que sólo el 40% de la población aprueba su mandato.

Probablemente el mismo Trump, en una acto de autocrítica inédita, se haya percatado en sus primeros 100 días de gobierno de que el puesto de sheriff no es fácil y el pueblo es más desordenado y complejo de lo que pensaba. En una entrevista para Associated Press, el mandatario se mostró preocupado porque muchas de sus expectativas “no se cumplirían”. Su poca o nula formación y experiencia como servidor público representa un muro gigantesco porque el magnate presidente no puede construir un proyecto de nación que vaya más allá de su discurso xenofóbico; por lo tanto, llega a su cuarto mes de gobierno sin un éxito legislativo significativo y con muchos decretos revertidos por el mismo poder judicial, como sucedió en Maryland y Hawai, donde jueces federales suspendieron su orden migratoria.

Frente a esta debilidad, la administración Trump ha decidido cambiar el discurso presidencial hacia una política exterior agresiva que reposicione al presidente; sin embargo, estas acciones de simulación y engaño pueden provocar un mayor descrédito para su gobierno.n