DROGAS PARA EU: GRAN MERCADO, GRAN NEGOCIO

Luis Gutiérrez Rodríguez

Luis Gutiérrez Rodríguez

La guerra entre los cárteles establecidos en México cobró más de 80 mil vidas en sólo nueve años

No es fácil dilucidar con exactitud todo lo que concierne al trasiego  de drogas en el curso de 3 mil 180 kilómetros de frontera entre México y los Estados Unidos, trátese de montos en especie (mariguana, heroína, cocaína, metanfetaminas), o de montos en dólares (la moneda universal entre los capos del narcotráfico.

Línea divisoria que además delimita la colindancia de cuatro entidades del país vecino: California, Arizona, Nuevo México y Texas, con seis mexicanas: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León (apenas 15 kilómetros de frontera) y Tamaulipas.

Frontera norte de México en cuya extensión la Drug Enforcement Administration (Administración para el Control de Drogas, DEA por sus siglas en inglés), dice haber descubierto 224 túneles en 25 años: de 1990 a 2015, utilizados lo mismo para el cruce transfronterizo de estupefacientes como de indocumentados. El más largo de ellos, descubierto en abril del año pasado, tenía 800 metros de extensión: conducía de una casa de Tijuana a un parque industrial en San Diego. El boquete en San Diego era tan pequeño que lo cubrían con una cubeta… lo suficientemente ancha para que por ahí pasara el negocio: drogas o gente.

Pero aquí y allá abundan otros datos, investigaciones, notas periodísticas que arrojan luz sobre el intenso tráfico de drogas y armas entre México y EU, el dineral que mueven los cárteles, la importancia del mercado, incluidos sus efectos sobre la salud del pueblo estadounidense.

Seis cárteles mexicanos libran entre sí una guerra feroz por el control de las exportaciones: Cártel de Juárez, Cártel del Golfo, Cártel Jalisco Nueva Generación, Cártel de Sinaloa, Los Zetas y el Cártel de los Beltrán Leyva. Cada uno de ellos tiene presencia activa en importantes ciudades de los Estados Unidos. Los cárteles colombianos antes controlaban mayoreo y menudeo de la cocaína en Estados Unidos, pero perdieron terreno ante los cárteles mexicanos en el periodo 2009-2011.

El Servicio de Investigación del Congreso estadounidense, reportó el año antepasado (2015) que la guerra entre los cárteles establecidos en México cobró más de 80 mil vidas en sólo nueve años: de 2006 a 2015.

A estos siniestros recuentos hay que agregar los “daños colaterales”: transeúntes ajenos a los violentos encuentros, funcionarios judiciales reacios a dejarse comprar, periodistas y hasta migrantes que se resistieron a ser reclutados por las bandas criminales. En otros casos se mueren quienes traicionan al crimen: sicarios, policías, mandos policiacos y algunos funcionarios (alcaldes entre ellos) que, o se negaron a colaborar, o aceptaron aparecer en la nómina y se arrepintieron tardíamente. Los métodos son aterradores: decapitaciones, amputaciones de dedos, manos o pies y ejecuciones, aunque los traficantes se dedican también a otros lucrativos negocios: extorsiones, secuestros, “rentas de piso”, etcétera.

Ha llamado la atención de los investigadores en ambos lados de la frontera, pero sobre todo de la DEA, que el más poderoso de los cárteles, el de Sinaloa, cuya figura paradigmática es todavía Joaquín Guzmán Loera alias “El Chapo”, haya sido el menos golpeado por la guerra contra el narcotráfico, no obstante la captura de su líder. En febrero último, el general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, atribuyó los sangrientos operativos en la zona de Tepic, Nayarit, a la “disputa por el control del Cártel del Pacífico”, esto es, el de Sinaloa, por ahora acéfalo pero con millones de dólares en juego.

Según la DEA la mayor parte de los 224 túneles mencionados líneas atrás, sobre todo los construidos en la colindancia con California y Arizona, eran empleados por el Cártel de Sinaloa.

El gran negocio

Una de las principales causas del trasiego de drogas de México hacia los Estados Unidos, es el fabuloso negocio que representa su comercio.
El kilogramo de mariguana mexicana tiene un precio local en promedio de alrededor de 85 dólares. Pero apenas pasa al lado estadounidense, el mismo kilogramo de yerba cuesta más de 2 mil dólares. La diferencia de aproximadamente mil 900 dólares se convierte en utilidades netas, sobornos y pago de nómina. El kilogramo de mariguana californiana, de mejor calidad, cuesta más o menos 6 mil 500 dólares. 

En rincones del Triángulo Dorado que forman Chihuahua, Sinaloa y Durango, al igual que en la Sierra Madre del Sur, en las alturas oaxaqueñas que están frente a Huatulco, la siembra de amapola ha desplazado el cultivo de las pequeñas mazorcas de maíz para fermentar tesgüino, bebida habitual de tarahumaras, guarojíos, pimas o tepehuanes, o los cafetales de los chontales de Oaxaca.

La goma de opio extraída de los bulbos de la amapola, tratada en laboratorios clandestinos, se convierte en heroína, que en México cuesta más de 30 mil dólares el kilogramo y sube a 70 mil si logran hacerla pasar a Los Ángeles, Chicago, Nueva York o San Francisco.

Perú y Colombia producen masa de hojas de coca, que venden a unos mil dólares el kilogramo. Esa pasta tiene un valor agregado de por lo menos otros mil dólares transformada en cocaína. En la azarosa ruta hacia el mercado estadounidense, cuando llega a Tijuana, Ciudad Juárez o Matamoros, ya vale 15 mil dólares el kilo, y apenas cruza la frontera su precio para “mayoristas” va de 25 mil a 30 mil dólares. Al menudeo, el kilogramo de cocaína puede alcanzar 120 mil dólares.

Cabe hacer notar que, durante su trayecto, al kilogramo de cocaína base se le hacen varios “cortes”, proceso con el que se adultera para que pese más. Así suben su valor en el mercado de menudeo.

En el 2010, la pureza de la cocaína en el mercado estadounidense llegó a ser de 47% y el gramo del producto alcanzó un precio de 165 dólares en las calles de Estados Unidos, según el Análisis Nacional de la Amenaza de Drogas del 2011, realizado por el Departamento de Estado.

Nos estamos refiriendo en este espacio solamente al mercado de los Estados Unidos para la mariguana, la heroína y la cocaína. Pero las redes del narcotráfico manejan más y más novedosos productos, como el crack, el éxtasis y las metanfetaminas con que surten al multimillonario mercado de consumidores en el seno de la sociedad estadounidense.

Cálculos derivados de investigaciones de mercado, apuntan a que el negocio tiene un valor de 40 mil millones de dólares anuales para los cárteles mexicanos, que controlan el abasto y la distribución de casi todas las drogas ilícitas en Estados Unidos.

El 20 de junio de 2016, en Las2Orillas, sitio web de acreditados periodistas colombianos, el investigador Manuel Humberto Restrepo Domínguez publicó un artículo titulado “Estados Unidos, campeón de la drogadicción y degradación humana”.

Presumiblemente lo escribió en el marco de un escenario ya ventilado por algunos medios de comunicación, según el cual el consumo de drogas es parte de la cultura de los estadounidenses: desde los años 60 del siglo pasado, las estadísticas de salud pública apuntan a que el 46% admite haber consumido algún tipo de estupefaciente ilegal durante su vida. El porcentaje de adictos gira en torno al 3% desde hace décadas.

Dice el profesor Restrepo Domínguez que los cocainómanos estadounidenses consumen (dato de 2016) más de 160 mil kilogramos de esta droga al año, y que Estados Unidos ha extendido sus impactos “a las empobrecidas poblaciones de países vecinos”, particularmente a los jóvenes.

Y enfatiza el investigador colombiano: “…Estados Unidos no deja de ser un actor directo en cada lugar donde la muerte se cuente en masacres, ni abandona su posición de influencia a las políticas de otros, ni cesa en su empeño de promover a través del FMI, BID y BM el endeudamiento que crea dependencia y compromete los recursos del gasto social en acciones de seguridad para el capital. Es asunto de mercado, y este no tiene ética, ni moral, ni sistema nervioso. Sólo se importa en tener y ampliar las clientelas”.

Documenta el profesor Restrepo Domínguez en su texto: “El mercado de drogas en Estados Unidos tiene para la mariguana entre 20 y 22 millones de consumidores mayores de 12 años; de 1.6 a 2 millones de consumidores de cocaína; y más de 1.3 millones para otras sustancias alucinógenas. Consume al año una media de 160 toneladas de cocaína, que lo convierte, según la ONU, en el primer país consumidor mundial. Tiene el mayor mercado de drogas ilícitas y registra el más alto índice de incautación de cannabis (70%) y de éxtasis (44%), que usa para auto justificar la extensión de sus actividades policiales en el resto del mundo, que complementan las intervenciones militares –con el pretexto de guerra al terrorismo o en nombre de la democracia que en su territorio no aplica–, desbordando los controles de soberanía interna de los países y provocando desestabilizaciones políticas, desastres económicos, crisis humanitarias y sufrimiento entre los más débiles expulsados por el mismo poder de élites sea en dictadura o en democracia”.

Por añadidura, Estados Unidos es también el puente principal de tráfico de sustancias ilícitas, que llegan a los 315 millones de consumidores habituales del resto del mundo entre los que, según la tendencia, se producen más de 250 mil decesos por año.

Entre otras conclusiones, el artículo de Manuel Humberto Restrepo Domínguez en Las2Orillas señala que a Estados Unidos no le interesa la gente afectada por el negocio de las drogas, le interesan las cuentas que se producen en el negocio; el lugar al que van los dólares, y el control político, económico, ambiental, militar y policial del mundo. “Su propia tragedia humana –añade– permanece oculta… La táctica de la negación consiste en trasladar los efectos a los más débiles, entre los que se cuentan medio millón de prisioneros asociados a temas de drogas, que purgan penas largas, bajo humillación, encadenados, uniformados y rapados, a quienes aplica una política criminal selectiva y sin objeciones, que lo convierte también en el país con mayor número de presos del planeta, la mayoría con origen en clases sociales marginadas (2 millones 300 mil presos, con índice de 751 por cada 100 mil habitantes)”.

Consumo y salud pública

Con datos de 2011, el año de más reciente análisis, la Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud (NSDUH, por sus siglas en inglés), que realizó la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental (SAMHSA), reveló que unos 22.5 millones de personas en los Estados Unidos, mayores de 12 años de edad, usaron alguna droga ilícita o abusaron de medicamentos psicoterapéuticos. Ello equivale al 8.7 por ciento de la población, mientras que en el 2002, el porcentaje fue del 8.3 por ciento.

El aumento se refleja sobre todo en el consumo de la mariguana, que pasó de 14.4 millones en 2007 a 18.1 millones en 2011; se ha comprobado que más de la mitad de los usuarios nuevos de drogas ilícitas comienzan con mariguana. 

El empleo de estupefacientes también va en aumento entre las personas mayores de 50 a 60 años de edad. Se atribuye al envejecimiento de la generación nacida después de la Segunda Guerra Mundial (“baby boomers”), cuya tasa de consumo de drogas ilícitas ha sido históricamente más alta que la de las personas de su edad en años anteriores.

Armas: uno de Caperucita

Las víctimas mortales (miles de homicidios en los últimos años), colaterales o no, de la guerra de México contra el narcotráfico, han aumentado por el uso indiscriminado de armas de alto poder. El 70% de las armas decomisadas, que deben ser entregadas en 48 horas al ejército mexicano, vienen de los Estados Unidos.

Aunque con algunas ambigüedades, y sin contar al mercado negro, la principal diferencia entre México y Estados Unidos en cuanto a venta de armas, es que en nuestro país no hay armerías que las vendan, en tanto que en Estados Unidos hay virtualmente mercado libre.

SICARIOEl Artículo 10 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice a la letra que los ciudadanos “tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa, con excepción de las prohibidas por la Ley Federal y de las reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional”. La ley federal determina los casos, las condiciones, los requisitos y lugares en que se podrá autorizar a los habitantes la portación de armas.

Cifras del Departamento de Justicia de Estados Unidos asientan que 94 mil armas fueron recuperadas de los cárteles mexicanos de la droga en el quinquenio 2006-2011. De ellas, 64 mil (70 por ciento), venían del mercado estadounidense.

La posesión de armas es legal en Estados Unidos. La Segunda Enmienda (1791) a la Constitución de ese país estipula: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. Sin embargo, no hay una ley federal que regule los permisos para la portación oculta o a la vista de armas de fuego en público. Basta tener 18 años de edad para tener armas largas (rifles o escopetas) o 21 para armas cortas.

Se calcula que hay 78 mil comerciantes de armas en Estados Unidos, aunque fuentes gubernamentales sugieren que las ferias, los robos y las ventas privadas, pueden ser la fuente más importante de las armas que pasan de contrabando a México, transferidas por comerciantes con licencia a representantes de los cárteles mexicanos del narcotráfico.

Fusiles AR-15 y AK-47, pistolas semiautomáticas FN Five-seveN, lanzagranadas, carabinas M4 con lanzagranadas M203, lanzacohetes antitanque ligeros y otras armas, son parte del repertorio adquirido por los cárteles mexicanos de la droga para ser usado contra las fuerzas mexicanas de seguridad.

Para 2017 está programada la celebración de 453 ferias de armas en 103 ciudades estadounidenses.

En este sombrío negocio juega un papel fundamental la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus iniciales en inglés). Hace un año, la NRA produjo un video con fines comerciales, a fin de convencer a los niños estadounidenses de que un adulto armado puede protegerlos. Para ello, parodiaron el célebre cuento infantil de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, Caperucita Roja: Caperucita lleva un rifle al hombro y camina confiada por el bosque, mientras su abuelita apunta con una escopeta al lobo feroz.