Opinión
Y sin embargo se mueve

Armando Lopéz Campa

Armando Lopéz Campa

Hoy en día más de ocho millones de personas habitamos la Ciudad de México, que además de ser capital del país, es centro político, académico, económico y cultural. Una urbe con estas dimensiones y características, requiere una atención permanente y coordinada en su infraestructura y servicios, pues ello impacta directamente la calidad de vida de sus habitantes. Por esta razón, uno de los retos más importantes que se enfrenta para darle viabilidad, es la movilidad urbana y el transporte.

Para el Centro Mario Molina, en la Zona Metropolitana del Valle de México, la infraestructura que se ha desarrollado en los últimos años, es para favorecer la utilización del automóvil particular como actor principal para la movilidad y ocupa 85% de la superficie vial. Sin embargo, el automóvil tan sólo moviliza un 25% de los viajes. Un estudio del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo en México concluye que la infraestructura vial de la ciudad no tiene, ni tendrá, la capacidad de absorber y desahogar con fluidez los desplazamientos del enorme parque vehicular existente (5.5 millones de automóviles).

El problema de la movilidad está atado al crecimiento desordenado de la Ciudad de México. Hasta ahora se ha privilegiado el uso de transporte de combustión interna y altamente contaminante en una cuenca casi cerrada por los cerros que la rodean, con una altitud de dos mil 240 metros sobre el nivel del mar, lo que dificulta la dispersión de contaminantes y la combustión.

En un esquema más amplio, la Ciudad de México concentra 80% de la infraestructura de transporte público masivo de la zona metropolitana y el 15% restante se distribuye en los municipios conurbados del Valle de México, pese a que en estas entidades, reside el 55% de la población metropolitana. El número de viajes de quienes cruzan el límite entre la Ciudad de México y el Estado de México a diario, asciende a 4.2 millones.

De los distintos medios de transporte con los que se cuenta, el Metro es el servicio más usado. El segundo medio de transporte utilizado son los microbuses, y se compone por un parque vehicular que supera las 17 mil unidades en servicio. Pero su diseño no aprueba ninguna prueba de seguridad y peor aún, por su deterioro son consideradas chatarra. Cerca del 80% tiene una vida de al menos dos décadas, y aunque este año la SEMOVI anunció que saldrían de circulación de aquí al 2018, no hay una clara definición de cómo van a sustituirse.

Los autobuses y el Metrobús son usados en menor medida y en cuanto eficiencia, el Metrobús supera en 30% a los autobuses, aunque es otro sistema de transporte saturado. A este último punto hay que agregarle el de los Centros de Transferencia Modal (CETRAM) conocidos como paraderos y que comparten las mismas deficiencias del transporte, además de una planeación deficitaria.

El constante crecimiento en una zona metropolitana densamente poblada y la falta de planeación, hacen impostergable una estrategia integral que optimice la movilidad en la ciudad. 

No existe claridad en la definición de políticas para el transporte ni en la articulación necesaria para hacer viables los desplazamientos tanto en la Ciudad de México como en la zona metropolitana. Así, además de la problemática y complejidad inherente a la movilidad, se suscitan medidas y situaciones con una fuerte incidencia en el transporte de la ciudad.

La falta de información suficiente sobre programas y acciones como la sustitución de microbuses, criterios para la eliminación de topes, la indefinición y endurecimiento del Hoy No Circula, así como la prolongación indefinida de obras públicas y su falta de coordinación, cierres y bloqueos de vialidades por parte de las autoridades sin mediar explicación ni razón aparente; así como el desarrollo de edificaciones y complejos urbanos sin consulta pública ni el debido acompañamiento de estudios de impacto ni ampliación de la infraestructura urbana, por mencionar sólo algunos, provocan una incertidumbre mayúscula sobre el rumbo de la movilidad en la Ciudad de México.

No cabe duda que la movilidad de la Ciudad es claro ejemplo de la necesidad de contar con una planeación adecuada que haga la diferencia y le dé viabilidad a nuestro entorno.