Dot.co, el arte de confeccionar

Patricia Zavala

Patricia Zavala

“El objetivo es elaborar productos con materiales resistentes, que resulten cómodos, a la medida y sean innovadores”

Desde su infancia disfruta el arte de coser y tejer a mano. En la actualidad trabaja en la confección artesanal de modelos innovadores de mochilas, bolsos, monederos y carteras. Héctor Monroy Salazar es un joven de 28 años que creó la marca Dot.co, la cual difunde hace un año a través de Facebook.

El estudiante de Filosofía y Letras de la UNAM recuerda que mientras estudiaba elaboraba monederos o bolsos que vendía a sus compañeros para apoyarse económicamente, y a su vez, desarrollaba la habilidad de diseñar. Posteriormente trabajó en una cafetería donde aprendió a ser barista (especialista en café), pero decidió renunciar y utilizar esos ingresos para invertirlos en materiales y crear Dot.co, microempresa a la que hoy en día se dedica de tiempo completo.

El objetivo es elaborar productos con materiales resistentes, que resulten cómodos, a la medida y sean innovadores. “Recuerdo que en una clase de preparatoria un maestro explicó que ‘Dot’ significa punto, que es lo más básico de un gráfico para realizar cualquier trazo o bosquejo porque siempre inicia por un punto. Me pareció buena idea nombrarla así porque pretendo realizar cosas bastante básicas, que resistan con el tiempo. Mientras que ‘co’ es referente a compañía”, comenta.

Por eso, dijo, “cuando diseño las mercancías tengo en cuenta mi experiencia personal, porque siempre hay detalles que no gustan del todo. Además obtengo inspiración de todos lados, pero específicamente de tres cosas: la música, la Filosofía y la Ciudad de México”. De la capital se inspira observando las calles y viendo qué utiliza la gente, qué necesita o qué los hace sentir cómodos.

En cuanto a la música, le gusta escuchar pistas largas mientras confecciona las prendas, y en torno a la Filosofía, “qué te puedo decir, en qué no te puede inspirar, es decir, creo que es básica al momento de elegir qué hacer, a qué personas quieres llegar y qué conceptos quieres utilizar. El proceso de diseño es muy padre, es diario, y la inspiración proviene de todos lados”, agregó Monroy Salazar.

El joven creador explicó que el proceso de confección para elaborar, por ejemplo,  una mochila consiste en primero trazar el modelo, después cortarlo y por último coserlo, lo cual le lleva alrededor de cinco horas. En cambio, para la elaboración de un monedero tarda menos de una  hora y resulta más fácil venderlos, porque sus costos radican en los 150 pesos, mientras que las mochilas cuestan 600 pesos. Incluso, considera que la marca se ha posicionado gracias a la venta de carteras y monederos.

Recientemente a la microempresa se incorporó su compañero Juan Carlos, quien también gusta del diseño y confección de estos productos, con quien planea realizar una colección básica con modelos fijos de mochilas, bolsas y carteras, según la temporada, pues hasta el momento no lleva un registro de los productos realizados.

hector monroy salazarAsimismo señala que la gente puede proponer el diseño y él se encarga de confeccionarlo. “Antes me dedicaba a realizar modelos que me sugerían, aunque no me tenía muy cómodo a nivel creativo pero me generaba práctica e ingresos. En la actualidad si las personas me piden algo  en específico lo hago, pero pido un anticipo para tener la garantía de que lo van a comprar”, comenta Héctor.

Para la elaboración en diversos tamaños y colores, tanto de bolsos, como mochilas de viaje, monederos y ese tipo de accesorios utiliza materiales resistentes como lona, loneta y mezclilla, así como vinil y piel. La venta de los productos la realiza a través de Facebook, no obstante está en proceso de dejar artículos en un par de boutiques en la colonia Juárez y Roma. También ha realizado ventas en bazares y pronto abrirá dos tiendas en línea, lo cual anunciará a través de las redes sociales.

El camino laboral no ha sido fácil para Héctor, quien reconoce:“empecé con un capital muy reducido, me arriesgué totalmente a iniciar este proyecto, que llevo desarrollando hace un año dos meses. Es difícil posicionar una marca en el mercado, que la gente te conozca, confíe en tu trabajo y una vez que te compra, logres administrarte porque no sabes cuándo será tu próxima venta. La verdad es complicado crear una microempresa”.

Además, agregó que los trámites burocráticos para patentar y poner en forma una microempresa dificultan que las personas se animen a emprender este tipo de negocios, porque desalientan a la gente, son caros y tardados. “Debería agilizarse porque cada vez hay más gente que trabaja como yo, por su propia cuenta, que tiene mucho talento pero se detiene o estanca precisamente por este trámite. No es que esté profetizando, pero creo que este tipo de trabajo creativo que se difunde en Internet, será la economía del futuro, por eso deben impulsarse este tipo de manifestaciones”.

En cuanto al papel que fungen las redes sociales indicó que ayudan a los nuevos pequeños productores para difundir y promover su trabajo artesanal. El joven le recomienda a los emprendedores que planean iniciar una nueva empresa que se arriesguen y lo apuesten todo, “no importa los cuestionamientos o el escepticismo de la gente, de lo contrario, tiendes a detenerte por miedo a las opiniones de las personas y empiezas a posponer el proyecto que, con el paso del tiempo, te das cuenta que sí podía funcionar. No debes pensarlo mucho tiempo, tienes que aventurarte y tener constancia, como lo requiere cualquier trabajo”.

En retrospectiva, Héctor se da cuenta que desde pequeño aprendió el arte de coser porque disfrutaba bordar a lado de su abuela materna. De hecho fue quien le regaló su primera máquina de coser, porque cuando le enseñaba las carteras o morrales que hacía a mano, le decía que con la máquina era más rápido elaborarlas y quedaban mejor. A su vez, su abuela paterna dedicó gran parte de su vida laboral a maquilar ropa interior porque estudió la carrera técnica de corte y confección, y fue ella quien le enseñó a hacer pantalones. “Hasta ahora soy consciente que desde mi infancia me gustó confeccionar prendas, es un trabajo que desempeñé gracias al conocimiento de mis abuelas, y en gran parte, de forma autodidacta, porque he aprendido sobre la marcha y con la práctica”, concluyó Monroy Salazar.