La apnea del sueño podría provocar la muerte

Patricia Zavala Jiménez

Patricia Zavala Jiménez

Se tiene la creencia que las personas que mueren mientras duermen, son las más afortunadas al evitar un deceso doloroso, sin embargo esta idea es errónea para quienes padecen el Síndrome de la Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS), también conocido como apnea del sueño.Los factores de riesgo son la obesidad, el consumo de tabaco, el alcohol y el uso de algunos medicamentos depresores del sistema nervioso central

perfilSe trata de una enfermedad subestimada, aunque no silenciosa, sobre todo para aquellos que escuchan el estruendoso roncar de un sujeto que mientras duerme interrumpe su respiración por intervalos de más de diez segundos, lo cual puede  ponerle en riesgo debido a la suspensión de oxígeno para los órganos vitales del cuerpo.

El psiquiatra Alejandro Nenclares Portocarrero, especialista en trastornos del sueño, explica que en casos severos las personas repiten este ciclo de ocho a 20 veces, o más, en tan sólo una hora de sueño, e incluso, dejan de respirar por más de un minuto.

Esta situación trae consecuencias para la salud, como lo explica el especialista: “Cuando al cerebro no le llega oxígeno en múltiples ocasiones, el cuerpo intenta compensarlo con latidos cardiacos acelerados (taquicardia) o despertares abruptos y breves pero muy frecuentes, lo cual predispone a una arritmia cardiaca, que en muchos casos es la antesala para presentar un infarto.

Lo anterior implica que sufren el corazón, los pulmones, los riñones y obviamente el cerebro, que inmediatamente manda una señal para que la persona despierte súbitamente y jale aire.

A veces se cree que el ronquido es tan fuerte que despierta al sujeto, pero en realidad es la falta de oxígeno”, añade. Otro inconveniente, dijo, es que el paciente tiende a darle poca importancia al hecho de roncar y suele ignorar que padece el SAOS y que esto puede llegar a ocasionarle la muerte.

“De hecho, cuando las personas fallecen mientras pernoctan, se suele decir: ´lo bueno es que murió tranquilamente, mientras dormía´. Pero es falso, ¿cómo va a morir tranquilo si se ahogó y el corazón le dejó de latir? Por el contrario, es de los pocos trastornos del sueño que sí provocan decesos”, asegura Nenclares Portocarrero.

El especialista también lamenta que este trastorno no sea clasificado en México como un problema de salud pública, a pesar de que se eleva la prevalencia entre la población mexicana, ya que aumenta con la obesidad e incrementa el riesgo de complicaciones como: infartos, diabetes, hipertensión de difícil control, disfunción eréctil y síndrome metabólico, que al sistema de salud le cuesta millones de pesos cada año.

Sin embargo, la apnea del sueño conlleva el prejuicio de ser considerada molesta pero “normal”, porque la gente tiende acostumbrarse a escuchar los ronquidos, sin saber que desencadena y/o agrava estos problemas de salud. Además, resulta más complicado y costoso estabilizar la glucosa de un paciente diabético con SAOS.

Por ejemplo, Nenclares explica, muchas mujeres saben que su marido ronca y se queda sin respirar varias veces durante la noche, pero no le dan importancia o sólo le dan un codazo para que despierte o se acomode de tal forma que deje de roncar y las deje dormir.

No obstante, los ronquidos no sólo afectan a quienes los generan sino a las personas que los escuchan, porque al no poder conciliar el sueño, no se descansa plenamente y al otro día se manifiesta somnolencia, cansancio, dolor de cabeza, malhumor, falta de concentración, depresión y cambios de personalidad. Además, las personas son más propensas a abusar de sustancias (medicamentos o drogas) en busca de mejorar su sueño, aunque sólo logran empeorarlo, así como a padecer accidentes de tránsito, alteraciones en la líbido y debilidad en el sistema inmune.

Es decir, contrario a lo que se cree, el sueño es fundamental para mantener una buena calidad de vida, es tan vital como comer o tomar agua, pues su función no sólo es de restauración, sino que permite la fijación de información en la memoria, repara el sistema inmune, y permite descargar la energía emocional.

El simple hecho de no dormir afecta prácticamente a toda la economía corporal.   En este sentido, es indispensable señalar que lo importante no es la cantidad de sueño, sino dormir las horas adecuadas para rendir bien al siguiente día. Ante la pregunta ¿cuánto tiempo tengo que dormir?, la respuesta es ¿con cuántas horas te sientes bien para funcionar al 100%? porque este resultado es variable en cada persona, hay quienes necesitan cuatro, seis, nueve o más horas de descanso.

Alejandro Nenclares mencionó que los factores de riesgo íntimamente vinculados al SAOS son la obesidad, el consumo de tabaco, alcohol y el uso de algunos medicamentos depresores de la función respiratoria. Por ejemplo, las personas que poseen un cuello ancho, con un grosor que registra más de 40 centímetros de circunferencia, en los hombres, y 38 en las mujeres, son más propensas a sufrir este padecimiento, debido a que los tejidos alrededor del cuello tienen mayor cantidad de grasa que obstruye la respiración, lo cual provoca el ronquido y la falta de aire.

“Si sabemos que siete de cada diez mexicanos tienen sobrepeso u obesidad, incluyendo los niños, las cifras de apnea de sueño aunque no las conocemos del todo, deben andar por arriba del 5% de la población y más alto aún en mujeres”, afirma el especialista.

También señala que no es suficiente reducir el exceso de peso corporal para que desaparezca este padecimiento, sino que uno mismo debe evaluar su propia calidad de sueño y, si sospecha que presenta problemas, se recomienda que busque ayuda profesional en una clínica de sueño o con un psiquiatra, pues el trastorno no se resolverá por sí solo y, por lo general, se requieren dispositivos especializados para corregir la apnea.

Asimismo, los hábitos deben modificarse tal cual indica la denominada Higiene del Sueño, que implica mantener horarios fijos para dormir y despertar, procurar descansar por lo menos siete horas diarias, no consumir alcohol, café o estimulantes en horas cercanas a pernoctar, hacer ejercicio temprano, no llevar actividades estimulantes a la cama, como trabajar en la computadora, revisar mails o redes sociales y ver TV, entre otras. Nenclares Portocarrero concluye que “la gente no pone atención a estos aspectos, pero son esos detalles los que modifican bastante la calidad del sueño y afectan la calidad de vida.”