Protección animal, actividad de trascendencia social

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Merilyn Gómez Pozos
Diputada federal de Movimiento Ciudadano por el estado de Jalisco

Actualmente, México ocupa el deshonroso tercer lugar a nivel mundial en casos de maltrato animal. Cada año, un millón de mascotas sufre golpes, abandono y mala alimentación, incluso, mutilaciones o tortura.

En el país ha surgido un creciente movimiento de personas y organizaciones civiles, cuyo fin es la defensa de los derechos de las especies, lo que ha permitido denunciar e iniciar actividades en contra de quienes abusan de ellos. Sin embargo, éstas son acciones incipientes con un impacto marginal.

Contra lo que muchos piensan, la situación del abuso contra los animales además repercute en el desarrollo social de México, al convertirse en un reflejo del atraso nacional en educación, respeto a todo ser vivo, tolerancia y el sano desarrollo de nuestros niños.

Lamentablemente, las alarmantes estadísticas muestran la relación que existe entre el maltrato de los animales, con el incremento de la violencia social en nuestro país, situación que se ha agravado en los últimos años. Esta no es una hipótesis sin fundamento, estudios de diversas instituciones académicas lo han confirmado.

La Humane Society de Estados Unidos, que desde el año 2000 realiza estudios sobre la crueldad hacia los animales y elabora diagnósticos, advierte que los hombres que han agredido a un miembro de su familia, antes también maltrataron a sus animales de compañía.

De acuerdo con sus estudios, cada año en Estados Unidos cerca de dos millones 168 mil hombres y mujeres son físicamente agredidos por su pareja. De las víctimas, 63% vive con animales de compañía y, de éstos, 71% reportaron abusos y maltratos, también a sus animales.

En el año 2007, casi 10% de los medios de comunicación de Estados Unidos reportaron casos de crueldad en el contexto de maltratos domésticos, o relacionados a una persona con historial de violencia doméstica.

Por su parte, Robert Ressler, quien diseñó los perfiles de los asesinos seriales para el FBI, en sus estudios advierte que: “Los asesinos seriales… muy a menudo, comienzan matando y torturando animales cuando eran niños”.

El FBI ha encontrado que la historia de la crueldad contra animales es uno de los rasgos que regularmente aparecen cuando revisan los antecedentes de violadores o asesinos seriales.

Estudios psicológicos coinciden en que el abuso contra animales y contra niños van de la mano, ya que el maltrato doméstico está dirigido al más desvalido, esto es, contra las mascotas y los menores.

Situación nacional

En México, el panorama de la protección animal es tristemente gris. De acuerdo con cifras del INEGI, ocupamos el tercer lugar a nivel mundial en crueldad hacia los animales. En nuestro territorio viven 18 millones de perros, de los cuales sólo 30% tiene dueño, mientras el restante 70% se encuentra en las calles por abandono directo o por el resultado de la procreación de los mismos animales desamparados.

Como ejemplo, el INEGI señala que en el Estado de México hay tres millones de canes, uno por cada cinco habitantes; mientras, estudios del Centro de Adopción y Rescate Animal, AC, revelan que siete de cada diez son víctimas de maltrato y abandono, contando animales de la calle y a los que tienen un hogar.

El problema se agrava al considerarse el maltrato a gatos, aves y roedores, e incluso porque se comienza a considerar a los cerdos y a algunos animales exóticos como leones, tigres y jaguares, como mascotas, que a la larga son abandonados en zonas residenciales por no poder alimentarlos y cuidarlos adecuadamente, poniendo en peligro la vida del animal y de los ciudadanos.

Pese a las prohibiciones legales, en México persiste, como una de las primeras causas de esta situación, la venta indiscriminada de animales así como la irresponsabilidad de quienes los regalan, sin analizar las posibilidades de darles el merecido cuidado y si las personas a cargo entienden la importancia y responsabilidad que implica, lo que da pie al maltrato y abandono, pues la cultura del cuidado de los mismos no existe en nuestro país.

Sin embargo, desde nuestra perspectiva y convicción, esta lucha tiene un sentido mucho más amplio y de trascendencia social. No podemos seguir educando a nuestros niños con una doble moral. Por una parte, las escuelas les enseñan el valor y la importancia del medio ambiente, la trascendencia que tienen todas las especies animales y vegetales para el equilibrio natural y el cuidado de los ecosistemas. Y por otro lado, permitimos y fomentados que los pequeños asistan a espacios y espectáculos donde la sumisión, la tortura y el matrato son evidentes.

En los espectáculos con violencia explícita hacia los animales, el niño descubre que el sufrimiento de un ser vivo es la condición necesaria para el goce de los demás. El menor es expuesto al entendimiento mal orientado de que actos de crueldad son rituales y constituyen un espectáculo, a expensas de un animal o de otras personas.

El niño se enfrenta a la encrucijada, pues por un lado su familia y la escuela le enseñan que la violencia es condenable, sin embargo, existe una violencia gratuita y socialmente revalorizada, la cual se ejerce legítimamente, y percibe que tenemos derecho de hacer sufrir a algunos seres alegando que es por arte, tradición o cultura.

Acciones tomadas

A pesar de las contundentes evidencias sobre los casos de maltrato animal y de las consecuencias sociales que tienen para el país, estamos convencidos que hacer sufrir a los seres vivos no es parte del sentir de los mexicanos.

De acuerdo con resultados de la Encuesta Nacional en Vivienda realizada por Parametría, la mayoría de los mexicanos consideran que los animales son sujetos de derechos. En 2007 esta concepción ya presentaba altos niveles de aceptación; para 2010, la proporción de personas que apoyan dicha idea aumentó considerablemente (nueve puntos porcentuales) pasando de 82% a 91%, hasta registrar en septiembre de 2013 un nivel de aceptación de 94%.

Esta percepción positiva de los mexicanos hacia el derecho de los animales, nos motiva a emprender acciones desde diversas trincheras para hacer posible el respeto a una vida digna y natural para todas las especies.

Con entusiasmo y esfuerzo, presido la Asociación Civil Sanando Corazones, con sede en mi natal Guadalajara, cuya actividad tiene diversas aristas de beneficio social. En primer lugar, la organización rescata de centros antirrábicos a perros que cuenten con ciertas condiciones para la convivencia con las personas. Tras permitirles su completa recuperación física y psicológica (varios tienen antecedentes de violencia y abuso), reciben capacitación adecuada y certificada para convertirse en perros de terapia.

Estos animales nos permiten otorgar terapias de contacto a niños con cáncer, autismo o con problemas de conducta, de tal forma que el vínculo perro-humano deja innumerables beneficios.

En el Congreso, nuestra tarea ha sido ardua, sobre todo por los innumerables intereses que enfrentan las inicitivas pro-animales. En primer término, debo resaltar la presentación y aprobación en la Cámara de Diputados de la prohibición del uso o exhibición de cualquier ejemplar de vida silvestre en circos. Esto tras la realización de dos foros donde todos los actores, a favor y en contra, tuvieron voz.

Está en proceso de dictamen otra iniciativa para prohibir el uso de mamíferos marinos en espectáculos, así como su cautiverio y crianza con fines comerciales.

Asimismo, se debate mi proyecto para reformar el Código Penal Federal para incluir los delitos de violación, lesiones, privación y abandono contra los animales.

Si bien es cierto que aún falta enfrentar otros tipos de espectáculos y “tradiciones” donde el abuso contra los animales es evidente, esto se podrá lograr con la participación de un mayor número de ciudadanos y líderes de opinión para hacer frente a los grupos de poder que se sienten afectados. Y en ese proceso nos encontramos, construyendo un frente aún más amplio.

Nuestra decidida defensa de los animales tiene el fin último de alcanzar una sociedad tolerante, respetuosa con todos los seres vivos y de nuevas generaciones con un sano desarrollo, en armonía con sus semejantes y su entorno natural.