En México no se valora el trabajo de los perros guía

En México no se valora el trabajo de los perros guía
Patricia Zavala Jiménez

Patricia Zavala Jiménez

Un perro guía es un ser vivo que permite la integración educativa, laboral y social de las personas con discapacidad visual. “Contar con uno te brinda libertad, confianza, seguridad, socialización y, curiosamente, la gente te da mayor apoyo”, aseguró la directora de la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos I.A.P., Silvia Lozada Badillo.

Sin embargo, en México no se valora el trºabajo de estos canes. Por el contrario, todos los días se enfrentan a peligros en la calle, como aceras a desnivel, coladeras destapadas, puestos de ambulantes o rampas bloqueadas por vehículos.

Silvia Lozada explicó que los perros guía enfrentan distractores humanos que pueden arriesgar la vida del binomio (perro guía/persona invidente), porque hay quienes los distraen al ofrecerles comida, acariciarlos o hablarles como si fueran inegi-perrosmascotas comunes, ignorando que están trabajando.

inegi-perrosIncluso hay quienes los patean, pisan o ahuyentan, y es bastante frecuente impedirles el paso a lugares públicos, a pesar de que por ley estos perros tienen acceso a cualquier establecimiento bajo pena de multa.

Lozada Badillo dijo que en nuestro país “es una tarea de todos los días concientizar a la sociedad y dejarle claro que los perros guía están entrenados, no son agresivos, ni son una mascota; pero resulta difícil que la población los valore, cuando aún abandona a los animales en la calle”.

La primera escuela de perros guía en América Latina

Silvia Lozada contó que es invidente desde los tres años de edad a consecuencia de una enfermedad viral, lo que le ha implicado luchar contra la discriminación a lo largo de su vida.

“No ingresé a una secundaria de gobierno por mi ceguera, fui a una particular que estaba a hora y media de mi casa, lo que me obligó a desplazarme por la ciudad desde los 13 años. A los 19 tuve mi primer perro guía, pero al estudiar la carrera de Derecho en la UNAM, los maestros no me dejaban entrar al salón con él. Los tuve que denunciar para resolver esta situación”, explicó.

Silvia comentó que cuando concluyó la carrera, aún no existían leyes que favorecieran la inclusión laboral de las personas ciegas, y dependió de la buena fe de un empleador para trabajar. Por esta razón, en 1997 fundó la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía, con el fin de compartir con más personas la libertad e independencia que éstos otorgan.

Adiestramiento canino

La escuela otorga gratuitamente a personas de escasos recursos un perro guía, así como el entrenamiento en binomios. Hasta la fecha se han graduado más de cien binomios. La capacitación dura un mes, periodo en el cual los invidentes permanecen hospedados en las instalaciones de la escuela, salen a la calle y andan en transporte público hasta que la persona y el lazarillo se adaptan.

Este es el caso de Matilde López, de 31 años, quien por segunda ocasión recibió un perro guía porque el primero falleció de cáncer antes de cumplir los cuatro años. “Normalmente se jubilan entre los siete o nueve años. Su trabajo es difícil y estresante porque nos cuidan mucho. Regresé porque un par de meses utilicé el bastón blanco, pero ya no quería salir ni a la calle porque perdí la seguridad y compañía que me daba mi perro”, explicó.

Efrén González, entrenador de binomios, explicó que a las seis semanas de edad los cachorros son evaluados para verificar si son aptos como futuros lazarillos. Posteriormente, son colocados con una familia temporal que los cuida, educa y les enseña a socializar.

Al año, el perro regresa al instituto para un entrenamiento de cuatro meses, donde se le adiestra para obedecer los comandos que se le indican, “de 20 cachorros sólo cuatro llegan a ser lazarillos, el resto se dan en adopción. Posteriormente se elige al beneficiario de acuerdo a su estilo de vida y habilidad para trasladarse en las calles”, precisó.

perfil-perrps Gracias a las donaciones de personas interesadas en ayudar a los invidentes, la escuela obtiene crías de labrador y golden retriever, razas que poseen un carácter dócil, son fácilmente adiestrables, cuentan con suficiente agilidad mental y demuestran seguridad ante circunstancias imprevistas.

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Silvia Lozada explicó también que otro inconveniente en nuestro país es la falta de donaciones a la labor que se efectúa con adultos discapacitados, porque la gente “prefiere apoyar instituciones infantiles, pero no considera que ayudar a un adulto que pierde la visión implica devolverle independencia y seguridad”.

Rehabilitación integral: testimonios

“A mis 53 años, fue muy difícil perder la vista, sentí que mi mundo se terminaba. Hace año y medio tuve desprendimiento de retina, ya no quería continuar con mi vida, no le veía sentido, todo el tiempo estaba encerrado en mi casa. Con la rehabilitación mi vida cambió por completo”, contó Julián Aldegaray, quien a finales de enero decidió tomar la “Rehabilitación integral”, un servicio de esta escuela encaminado a recobrar seguridad e independencia en las actividades cotidianas.

Como él, Silvia Dimas de 61 años y Héctor Martínez de 41 años, toman clases gratuitas de cómputo, orientación y movilidad para aprender a utilizar el bastón blanco, terapias de apoyo psicológico, cursos de lectura y escritura braille, y actividades de la vida diaria (planchar, barrer, cocinar, lavar, etc.).

Al perder la vista, Silvia permaneció cuatro años encerrada y renunció a sus amistades. “Me daba pena estar ciega, era mi mayor preocupación. Pero hace un año decidí tomar la rehabilitación, aprendí a usar el bastón blanco y logré derribar barreras que había en mi vida emocional, psicológica y física. La escuela nos da herramientas para ser personas normales con la discapacidad”

Por su parte, Héctor cuenta que un problema viral le ocasionó coriorretinitis y que, a pesar de someterse a una intervención quirúrgica, hace tres meses perdió la vista. Tuvo que regresar a casa de sus padres, quienes no le permitían realizar ninguna actividad por miedo a que se lesionara, “pero he aprendido a lavar, a escribir poesía en la computadora, e incluso ahora ya sé cocinar galletas”.

En los pasillos de la escuela se observa al señor Macedonio aprendiendo a utilizar el bastón blanco: “voy lento, pero ahí voy. Hace un mes quedé ciego por la diabetes. No seguí mi tratamiento ocular porque el doctor me dijo que estaría bien tan sólo cuidando mi dieta. Las cosas se complicaron, tardé en operarme y fue demasiado tarde… ahora debo aprender a lidiar con mi ceguera”.