El legado ético de Pepe Mujica

Andrés Treviño

Andrés Treviño

El pasado 28 de enero, durante la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en la ciudad de La Habana, Cuba, el presidente de la República Oriental del Uruguay, José Alberto Mujica Cordano, mejor conocido en su país como Pepe Mujica, recibió la Orden del Águila Azteca, en grado de collar, de manos del presidente de México, Enrique Peña Nieto. La escena resultó algo incómoda, según lo contó Roberto Zamarripa en su crónica aparecida al día siguiente en el diario Reforma. Zamarripa relató que ninguno de los dos mandatarios se atrevió a “fundirse en un abrazo tronador”, que fue “un abrazo discreto, dos palmadas, un saludo fraterno de Peña con sus dos manos apretadas, pero Mujica parecía absorto”.

En efecto, cuando se ven las fotos y videos del evento, hay algo que no encaja, como una fuerza natural de repulsión entre la ornamentada cadena de oro y plata, y el cuerpo robusto y sufrido del mandatario uruguayo.

Los medios gustan llamarlo “el presidente más pobre del mundo”. Cada vez que se lo mencionan, Mujica, que no usa corbata ni por error, pues la considera “un trapito inútil”, y que jamás se abotona el cuello de la camisa, los corrige: “No soy pobre, soy sobrio, vivo liviano de equipaje”. Y enseguida explica lo que quiere decir con eso: “Yo vivo con poco, con lo imprescindible. Pobres son los que tienen mucho, porque siempre precisan más, su necesidad es infinita. Nuestra vida la complicamos tanto, le queremos poner tanta cosa, que al final se nos escapa lo mejor, que es el tiempo, cuidando cosas y no gozando el milagro de estar vivo. La libertad es tener tiempo”.

Varios aspectos hacen singular a Pepe Mujica entre los mandatarios latinoamericanos y del mundo. Incluso lo convierten, por contraste, en un mal ejemplo para sus homólogos.

Tras ganar las elecciones de 2009, a los 74 años de edad, se negó a trasladarse a la residencia presidencial de Suárez y Reyes, en el acomodado barrio de El Prado, en Montevideo. Él y su esposa, la senadora Lucía Topolansky, continúan viviendo hasta la fecha en su pequeña chacra (granja) a las afueras de la capital uruguaya. Para llegar a su oficina en el centro de la ciudad, Mujica conduce personalmente su Volkswagen azul modelo 1987. En su tiempo libre, cultiva las flores de su granja y maneja su tractor. Lo único que cambió de su forma de vida es que afuera de su casa hay una patrulla y dos policías cuidándolo.

Dice que tiene una forma de vivir que no la cambia por ser presidente, por lo tanto, el dinero le sobra. “A otros tal vez no les alcance, pero a mí, me sobra”, dice, y por eso dona el 90% de su salario a un plan de vivienda de mujeres solas con hijos. Explica: “Para mí no es ninguna carga, es un deber”.

También lo distingue su pasado de ex guerrillero y preso político. Desde joven comenzó a militar en el Partido Nacional, donde llegó a ser secretario general de la Juventud. Después, participó en la fundación de la Unión Popular (UP), partido que agrupaba a varias organizaciones de izquierda y que fracasó estrepitosamente en 1962. A partir de ahí, Mujica decidió unirse a la guerrilla urbana del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), “los tupas”, por parecerle que el sistema político y económico había bloqueado el camino democrático para un cambio profundo en el Uruguay.

Durante una década de lucha, Mujica cayó preso en cuatro ocasiones, recibió seis balazos y se fugó dos veces del penal de Punta Carretas, la segunda vez al lado de cien reos, en lo que fue la evasión más importante en la historia uruguaya.

Acerca de aquellos años, su compañera, Lucía Topolansky, también ex guerrillera que pasó 13 años en prisión, explica en una entrevista para CNN lo que la llevó a ella y otros, hijos de aquel momento político, a unirse a la guerrilla: “Sobre la juventud de la época impactó la revolución cubana y la teología de la liberación. La vía electoral parecía el camino largo, mientras que la lucha armada era una especie de atajo para lograr el cambio. Tomamos el camino corto porque estábamos convencidos de que la victoria estaba a la vuelta de la esquina”.

Pero la victoria no llegó. En cambio vino la Operación Cóndor, echada a andar por la CIA en 1970 con la misión de erradicar a la izquierda latinoamericana. Por medio de ese programa, Washington patrocinó varios golpes de Estado y coordinó el intercambio de inteligencia, persecución de disidentes y repatriación de prisioneros entre las dictaduras militares de prácticamente todos los países sudamericanos, en especial Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, que juntos conformaron un inmenso territorio continuo del cual se volvió difícil escapar.

El MLN-T fue derrotado militarmente en 1972 y sus militantes encarcelados y torturados. Los más afortunados salieron al exilio después de algunos años; los menos, fueron desaparecidos. En 1973 el presidente Juan María Bordaberry se convirtió en dictador al disolver el Congreso. En el 76, fue depuesto por los militares.

Mujica formó parte de los nueve líderes tupamaros retenidos extrajudicialmente como rehenes por los militares, bajo la amenaza de ejecutarlos si el MLN-T emprendía cualquier tipo de acción. En total, Mujica pasó 15 años en prisión, once de ellos en condiciones inhumanas de mala alimentación y aislamiento absoluto.

     Cuando habla, no puede tener las manos quietas, las agita en el aire, se toca la barbilla o se golpea el pecho, mira de frente a su interlocutor y se balancea atrás y adelante como para darle impulso a sus ideas. Después de una frase contundente hace una pausa, como para dejar que lo que acaba de decir penetre y se asiente en el alma del otro. Mientras tanto, hila la siguiente parte de su discurso, siempre coherente, siempre atento del punto al que pretende llegar.

Pero cuando le preguntan sobre la prisión, su gesto cambia. La vista se desvía hacia un sitio indeterminado. Los hombros, de por sí cargados, se vuelven de plomo; se rasca compulsivamente una pierna mientras responde: “En los calabozos aprendí cosas como esta: las hormigas gritan. Y si no, agarrá una hormiga común y ponétela acá (junto a la oreja) y la vas a sentir chillar. Cualquier rata se domestica, se acostumbra a venir a la misma hora pa’ poder comer. Estuve medio rayado (loco) al final. Tenía como un dolor en la oreja, y tenía una persecuta (paranoia) de que me espiaban. Todos juegos de imaginación míos. Por suerte me mandaron a un hospital militar. Y vino una psiquiatra a atenderme… Estaba peor que yo”.

Se ríe y retoma su entereza habitual. Cuenta que le daban pastillas que él no se tomaba, las escondía y tiraba, pero que al final la doctora le sirvió para poder tener libros: “Me dejaban leer textos de ciencia y tener lápiz y escribir. Me metí en la ciencia y empecé a organizar la croqueta (el cerebro), porque se me estaba desbarrancando el pensamiento. Tenía una volatilidad brutal y no me podía concentrar en nada; pero me di cuenta a tiempo que el remedio era yo mismo y zafé”.

La democracia regresó al Uruguay a principios de 1985, y para marzo, los ocho rehenes que seguían con vida en los cuarteles militares recibieron el beneficio de la amnistía y los presos políticos fueron liberados, integrándose a la lucha política pacífica desde entonces.

En 2005, Tabaré Vázquez, el candidato de la coalición de izquierda “Frente Amplio”, asumió la Presidencia de la República y nombró a José Mujica ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, cargo de enorme importancia en un país cuya mayor riqueza está en el campo. En 2009, Mujica ganó las elecciones en segunda vuelta para el periodo 2010-2015.

Para algunos, muerto Hugo Chávez, Pepe Mujica ha tomado el rol de vocero de la unidad latinoamericana, mostrando su gran talla de estadista. Sobre el tema, por ejemplo, declara que: “La integración no es una cuestión de izquierda, de derecha, o de centro. La integración es una cosa de ser o no ser en el mundo de hoy. Los débiles deben juntarse con sus iguales, para ser algo y hacer algo en la balanza mundial, o no somos nada. Esto hay que entenderlo. ¿Cómo tener equidad y capacidad de negociación si no tenemos la inteligencia de juntarnos a pesar de todos los pesares? Componemos una gigantesca familia y no podemos negociar divididos de a uno, de a dos, de a tres y peleados entre nosotros, porque para lo único que servimos es para que nos trillen”.

En el último año, lo que más ha llamado la atención del mundo ha sido la regularización de la mariguana. En una entrevista con la cadena Al-Jazeera, Mujica explica que se trata de un ensayo contra el narcotráfico. Su lógica resulta difícil de rebatir: “Todas las medidas policiales que hemos emprendido en los últimos cien años contra el tráfico de droga han multiplicado los crímenes. La droga se fue extendiendo y las sociedades se llenaron de violencia. Nuestro criterio es tratar de arrebatarle el mercado a un negocio clandestino y ponerlo a la luz del día. Pero no es que el que quiera la va a consumir y va a comprar lo que quiera. No. Es una regulación. Vamos a ofrecer en las farmacias una dosis mensual a la gente que se registre. Cuando requieran más, nos damos cuenta que a esa persona la tenemos que tratar. Entonces, lo vamos a tratar como una cuestión médica, como un problema de salud. Pero para eso, primero los tenemos que identificar, sacar de la clandestinidad”.

Con una media sonrisa, dice que en este proyecto ha tenido el apoyo de muchos expresidentes, que es una cosa curiosa: “Mientras eran presidentes, no pudieron hacer nada. Después que se van de la presidencia se convencen de que el camino de la represión no alcanza”.

Hoy por hoy, Uruguay es el país menos corrupto de América Latina, cosa que Mujica subraya cuando dice que su gobierno no dejará como legado grandes obras, sino una ética: “Los presidentes no tienen que trabajar para ‘el bronce’, sino para que la gente viva en la medida de lo posible lo mejor que se pueda: eso es lo que cuenta desde el punto de vista real. A veces se logra y a veces quedan frustraciones. Pero yo creo que lo fundamental es servir a la gente. La vida humana es corta, y hay que pelear para que la gente, dentro de eso, viva lo mejor posible”.

Fuentes: