Zapata de carne y hueso

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Andrés Treviño

Entrevista con el maestro Salvador Rueda Smithers.

Es muy posible que en donde estén los focos actuales del cambio, sea entre la gente que requiere esperanza.

La figura de Emiliano Zapata ha sido retocada casi por cada uno de los gobiernos posrevolucionarios, por lo que su imagen se fue distorsionando, construyendo el mito del héroe y diluyendo al hombre de carne y hueso.

¿Qué nos puede decir sobre cómo fue ese ser humano?

Probablemente Emiliano Zapata sea el revolucionario más vivo en la mente de los mexicanos contemporáneos. Eso se debe a muchos factores. El primero, efectivamente, por su carácter de eterno rebelde. Pero el segundo se debe a que Zapata tiene la estatura de un “héroe esperanza”. Es decir, encarna la posibilidad de un cambio radical, que viene de la gente y el lugar de donde menos te lo esperas.

Es muy posible que en donde estén los focos actuales del cambio, sea entre la gente que requiere esta esperanza y no necesariamente entre la gente más amolada.

A partir de 1923, Álvaro Obregón inició el proceso de Reforma Agraria en el estado de Morelos y convirtió a Zapata en un héroe de la Revolución, probablemente el segundo, el primero ya era Madero.

Desde entonces, los gobiernos posteriores asumen el programa zapatista cuando menos en su parte de Reforma Agraria, la otra parte no. Por eso crece la figura de Zapata y llega a distorsionarse, no una, sino muchas veces, siempre como símbolo del héroe frontera. Es decir, cuando había una fractura dentro del partido en el poder (el PRI, antes PNR) se utilizaba la figura de Zapata para indicar el extremo ideológico al que se podía llegar. Más allá era considerado traición. No podías ser más extremo que Zapata, porque ya estabas fuera de la jugada.

Eso fue, efectivamente, distorsionar su figura. Pierde su proporción humana porque pareciera que lo pintan siempre en blanco y negro, como un hombre que cada vez que hablaba sus palabras se iban a convertir en letras de oro.

Nos platicaba alguna vez una de sus nietas, que su mamá, es decir una de las hijas de Zapata, le comentaba que ya para 1919 la gente de los pueblos de Morelos no lo apoyaba, le decían que ya le parara. Y que Zapata estaba triste, porque sentía que las cosas tenían que ir cambiando. Era un hombre ya muy solitario, triste y melancólico, los sentimientos de un hombre que tiene sobre sus hombros la responsabilidad de la historia del estado de Morelos. Me imagino que debe haber sido muy fuerte.

Menciona usted que el partido en el poder integra una parte de la Reforma Agraria, pero otra no. ¿Cuál es esa que no?

Para que el proyecto zapatista funcionara, tenía que fortalecer el ayuntamiento como un cuerpo político autónomo, con posibilidades de tener financiamiento propio, y que pudiese decidir sobre el destino de sus recursos.

El modelo posterior es el del presidente que según su manera de ver el mundo y dentro de sus compromisos políticos, va tendiendo líneas de acción política y los de abajo se tienen que amolar. Eso es exactamente lo contrario del modelo político zapatista donde tenía al ayuntamiento como el fundamento legal del quehacer político.

Al inicio de la Revolución, muchos hombres encabezaron revueltas populares; sin embargo, hubo algo singular en Zapata que lo distinguió y lo convirtió en el gran líder social. ¿Qué cree que haya sido eso?

Ojalá y tuviera la respuesta, porque efectivamente tienes a Benjamín Argumedo, tienes a Lucio Blanco, para hablarte de gente de distintas facciones. Ninguno de ellos tuvo la estatura que tuvo Zapata. Lo que sí te puedo decir es que, en un momento dado, una gran cantidad de gente juró lealtad y se cohesionó en torno a un hombre y un documento, a Emiliano Zapata y al Plan de Ayala. ¿Cuál fue el mecanismo para que eso funcionara? No sé, y mira que sí lo he pensado.

personajes-zapata-001¿Se puede hablar de un vínculo histórico entre el zapatismo de la Revolución Mexicana y el neozapatismo del EZLN, en especial en cuanto a las reivindicaciones indígenas?

Sí, en el sentido de la filiación. El hecho de que se apelliden zapatistas, es que están buscando esta filiación. Pero lo que es interesante es que el movimiento zapatista de Chiapas, está buscando la reivindicación de las autonomías pueblerinas indígenas y no la reforma agraria. En esto se parecen mucho a una buena parte del discurso de Zapata, que buscaba la autonomía de los ayuntamientos indígenas y campesinos.

Los zapatistas, en sus documentos, hablan de la reivindicación de los indios, que consiste en la fortaleza de sus ayuntamientos, que son autónomos. O sea, no tienen por qué estar pidiéndole permiso ni al gobernador, ni a la legislatura, ni al jefe de distrito. Ellos se mueven y deciden su propia vida.

¿En qué no se parecen? El de Zapata fue un movimiento laico. El del estado de Chiapas es un movimiento mucho más parecido a todos los movimientos mayenses que hay desde el siglo XVII, es decir, con una gran carga de mesianismo cristiano, de providencialismo.

Es una diferencia fundamental, tan fundamental que el movimiento zapatista de Chiapas va a cumplir 20 años el año que entra. El movimiento zapatista de Zapata en el contexto de guerra y de revolución, duró nueve años y se acabó.

¿Cree que a Madero le haya faltado sensibilidad social para entender y dar solución a las demandas de Zapata?

Sí y no; sí porque Madero no podía entender, porque no lo conocía con su contexto personal, histórico y biográfico del norte, en donde no existen comunidades indígenas, el significado político de los ayuntamientos del centro de México.

Así como él lo veía, era un asunto entre estos señores que no tienen tierra y este señor que tiene muchas, y a la hora de ir a un juicio, ¿pues quién de los dos tiene razón? Cuando manda a hacer un estudio, se da cuenta de que efectivamente hay muchas tierras que dos o tres generaciones antes se les habían quitado a los pueblos a través de trampas legales.

La solución que él había propuesto era: “véndanme a mí, gobierno, parte de sus tierras y yo se las voy a dar a los zapatistas”. Pero los hacendados le estaban vendiendo los puros cerros llenos de piedras, porque además, querían crearle un problema frente a Zapata.

Madero quiere pacificar el estado por una razón: las haciendas de Morelos son las más ricas de México, además de que están a un paso de la Ciudad de México. Cuando se da cuenta de que los hacendados están haciéndole una jugarreta, quita al general Juvencio Robles, que era un asesino, y mete a Felipe Ángeles.

Entonces, Madero dice: “nosotros tenemos que pacificar, y si me están tratando de engañar, les vamos a cobrar la hipoteca y a subir los impuestos”. Es ahí cuando complotan contra él y lo matan.

¿Son los hacendados de Morelos los que están detrás de Huerta?

Sí, básicamente. Estando preso en Palacio Nacional, Madero le dice a Ángeles: “Pues yo no me arrepiento de nada de lo que hice en la Revolución; pero sí debo decirle que con los zapatistas me equivoqué, no los entendí, y me doy cuenta que Zapata tenía razón. Y lo único que me duele de no poder salir de ésta es que no voy a poder resolver eso.”

Entonces, sí y no, sí le faltó sensibilidad, pero también le faltó tiempo para darse cuenta y poder resolverlo de otra manera. No sé de qué manera lo hubiera resuelto Madero.

¿Finalmente, qué cree que sea lo fundamental que todo mexicano debería saber acerca de Emiliano Zapata?

De entrada yo creo que es el que le da, sin ninguna duda, el tono de reforma social a la Revolución. Zapata es el que dice: la Revolución es para mejoras de los trabajadores, para terminar con la pobreza, para el derecho de los indios, para el derecho de la mujer, para el derecho a la salud, etc. Entonces, muchas de las líneas que el ala izquierdista del carrancismo retoma y convierte en políticas de Estado, vienen de que el zapatismo lo puso en la mesa de discusión al inicio de la Revolución.

Algo que nos enseñan en la escuela de que la nuestra es la primera Revolución social del siglo XX, pues sí, pero sin Zapata no hubiera sido eso. Hubiera sido un movimiento electoral.

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