Lupita Sandoval: 41 años de glamour y lentejuelas

Guillermo Revilla

Guillermo Revilla

Un lunes en la noche, en el pequeño escenario del Centro Cultural Roldán Sandoval, una casa convertida en teatro en la colonia Escandón, la veo vestida de lentejuelas, cantando, bailando, festejando sus 41 años de carrera arropada por los aplausos de un público que la reconoce, la disfruta y la quiere.

Al día siguiente, por la tarde, Lupita Sandoval me recibe en su casa, vestida de civil, pero sonriendo como sonreía la noche anterior, bajo las luces, ataviada con plumas. Nos sentamos en la sala, enciendo la grabadora, y de inmediato me revela su alegría: “tras 41 años de carrera, la verdad me siento muy realizada. Creo que a la postre, aunque de repente ha habido épocas en las que me quejo y digo que nadie me aprecia y que mi carrera debía de haber sido mucho más exitosa, estoy en el mejor momento de mi vida. Lo más importante, lo más bonito de estos 41 años, es que hago lo que me gusta hacer, lo he logrado. Yo creo que vivir de lo que le gusta es una gran hazaña para un artista, porque muy pocos podemos hacerlo, entonces yo creo que sí soy una triunfadora”.

cultura-perfiles-lupita-sandoval-002Parte importantísima de este triunfo es el Centro Cultural Roldán Sandoval, fundado por Lupita hace 16 años junto con su entonces esposo, Fred Roldán, “el Pinocho de México”. La actriz cuenta que para lograrlo, tuvieron que hacer venta de garaje de absolutamente todo lo que tenían: ropa, recuerdos, libros, discos, y hasta el coche. Hoy, el Centro es el patrimonio de sus hijos Fred y Mauricio, quienes ya trabajan en lo que ahora es una empresa familiar.

Lupita Sandoval, quien afirma que disfruta y pertenece a las grandes producciones del teatro musical, explica la diferencia entre éstas y las obras, también musicales, que se presentan en su foro de 100 localidades, al que define como “teatro de bolsillo”: “en un lugar grande se requiere de una enorme producción, con muchos actores, con cambios escenográficos, con grandes vestuarios, etc., para poder llenar el espacio y demostrarle al público que el precio de su boleto vale.

Pero te voy a decir una cosa: el tipo de foro que tenemos nosotros, solamente lo puede manejar un actor en toda la extensión de la palabra. Las superproducciones son maravillosas, pero ahí tienes protección por todos lados: si se te olvida el texto, si te equivocas de lugar, si te tropiezas, no lo va a notar nadie. Y en el Roldán Sandoval notan lo que sea, hasta el parpadeo que haces de más”.

En un momento de 41 años de glamour y lentejuelas, espectáculo con el que festeja su trayectoria artística, Lupita presume de haber estudiado una carrera universitaria, “no como otras que nunca lo hicieron”. Se graduó en 1981 del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, aunque ella había debutado desde el 72, en el musical Godspell, con Manolo Fábregas.

Tachada como una “prostituta del teatro” por compañeros y maestros mientras estudiaba la carrera, pues hacía musicales y trabajaba “hasta en el Blanquita”, Sandoval no solo conoce el glamour del teatro musical, sino que actuó también con grandes directores del teatro universitario, como Julio Castillo y Nancy Cárdenas. Fue en 1982, con el programa de televisión Cachún Cachún Ra Ra, que saltó a la fama y su rostro se volvió familiar para el gran público.

cultura-perfiles-lupita-sandoval-001Le pregunto a Lupita, conocedora de ambos mundos, por la separación que existe entre el teatro comercial y el teatro universitario o culto. Ella opina: “tontamente, le dicen comercial al teatro que se hace fuera de la universidad, porque en el teatro de adentro de la universidad también tienes que vender boleto. El teatro que no vende, no es teatro. Como dice un productor conocido mío: ‘si nadie te va a ver, vete a triunfar a la sala de tu casa’. El teatro tiene que ser comercial: culto o inculto, de encueradas, de lo que sea, pero tiene que ser comercial. Todo vale, porque además hay público para todo. Todo el público paga su boleto y todos los públicos son de respetarse, aunque digas ‘esos nacos…’ bueno, pues ojalá que esos nacos vinieran y me vieran, porque entonces yo necesitaría un lugar mucho más grande para presentarme. Hay que tener respeto”.

La experimentada y versátil actriz confiesa que después de haber hecho de todo, lo que más le gusta, lo que más quiere, es hacer cine, medio en el que ha tenido pocas oportunidades. Sin embargo, afirma, no hay que menospreciar ninguna otra cosa. “Hay actores de teatro que dicen: ‘¡ay no!, la tele es un género menor’. Y no, tienes que hablar en otro tono, tienes que aprender a manejar tus cámaras, tienes que aprender a manejar el apuntador (que es dificilísimo), y es otro ritmo. Es como hacer panes calientes que van saliendo, pero tienes que tener mucho talento para hacer eso, y es muy cansado”.

“El cine es más medido todavía que la televisión. Es otro ritmo de hablar -dice, pausando su habla-, diferente al que usas normalmente. Tienes que tomar en cuenta que la pantalla son muchísimos metros del cuadrote que se está viendo y con la luz apagada, en un cine, el espectador está viendo hasta los poros de la piel”.

Además de actuar, Lupita Sandoval también escribe. Fue durante su participación en Cachún… cuando, impulsada por el productor Luis de Llano, supo de sus alcances y comenzó a escribir tanto teatro como televisión. Entre sus trabajos se cuentan, además del espectáculo que presenta actualmente, el monólogo Gorda yo, que la actriz sigue representando, la ópera pop Anjou, que ha sido representada en el extranjero, y diversas obras como Y llegaron las brujas o Travesuras de un ángel, además de varias adaptaciones de cuentos infantiles.

Lupita considera esta creatividad, además de la constancia y el arrojo, lo que la ha mantenido vigente en un medio tan difícil durante tanto tiempo. “Yo no me espero a que me estén llamando. Si yo esperara la llamada a que me den trabajo, estaría yo muriéndome de hambre o vendiendo zapatos o pepitas. En este momento, yo te puedo decir que vivo de mis creaciones, de mis regalías”.

Además de esas creaciones propias, Lupita también tiene llamados para televisión. Ella actualmente trabaja con TV Azteca, ya que está vetada de Televisa. Sandoval hace una radiografía del duopolio desde el punto de vista de los actores: “Desgraciadamente, TV Azteca ya le ha aprendido a Televisa los vicios, las malas mañas. Yo ya me he enterado de actores que se han ido de repente a Argos o a Telemundo, y los han vetado de TV Azteca. Me parece alevoso, me parece muy triste, mala onda, porque los actores no tenemos por qué estar supeditados a los pleitos de los de arriba (que ni son pleitos porque ellos juegan golf juntos y se mueren de la risa de lo que nos sucede a nosotros que somos como sus muñequitos)”.

Ya entrados en el tema, le pregunto a Lupita qué opina del “periodismo de espectáculos” que practican estas televisoras. “Es muy triste –responde- porque la gente realmente ya no se entera de lo que uno hace como artista. Desgraciadamente, quienes están en la mente del público son los que salen haciendo escándalo en las revistas amarillistas o en esos programas espantosos que pueden ver en televisión. Antes, la gente iba más al cine, al teatro, y la televisión era una parte, nada más. Pero ahora la televisión es lo primero en la vida de todos los mexicanos; lo que se presenta en la tele es lo único que existe, y cada vez se presenta peor televisión, y cada vez se mal educa más al público, y a los mismos actores, porque cada vez hacen peores cosas y no se dan cuenta de que la dignidad se está perdiendo.

Para Lupita, esto sucede porque “muchos de los nuevos estudiantes no quieren ser actores, quieren ser estrellas, que no es lo mismo. Ser actor es comprometerse, dar toda tu sangre, toda tu garra, toda tu vida; estudiar, estudiar y estudiar, hasta que te mueras, como los médicos. Un actor que no es culto, no es actor”, dice con firmeza.

“Un actor tiene que tener humildad –continúa-, no perder el piso, porque es muy efímero el éxito, es tan efímero como un aplauso, como una noche: al otro día va a amanecer y vas a tener que ver la mierda de nuevo, y te vas a tener que arrastrar otra vez. Entonces, cuidado, el éxito es muy corto, tienes que disfrutarlo, tienes que aprovecharlo, pero no es para siempre, si es que te llega”.

Para terminar, Lupita reflexiona sobre el papel y la responsabilidad de un artista: “los artistas somos tocados por Dios, porque lo que digamos, trasciende; lo que digamos puede curar, construir o destruir. Te vuelves tan poderoso que tienes que tener mucho cuidado, amar y respetar tu carrera y no traicionarla, y no traicionar tu carrera es no traicionarte a ti”.