Juan, Daniel y Javier: los tres Reyes Magos

Son las tres de la tarde del 6 de enero de 2017, día de Reyes. Sobre la calle Luis Donaldo Colosio de la colonia Buenavista, donde en 2010 la delegación Cuauhtémoc instalara un fallido “corredor sexual”, se apiñan juegos mecánicos, puestos para atrapar pescados de plástico o jugar a las canicas para llevarse una alcancía o un juguete, y altos escenarios con un camello, un elefante y un caballo como principal escenografía. Se trata de la romería que cada año, al llegar las fiestas decembrinas, se instala en la Ciudad de México para que los niños puedan sacarse una foto con los Reyes Magos y, de paso, hacer su pedido anual de juguetes. Hace casi 50 años que existe esta tradición que tenía su lugar habitual en la Alameda Central hasta que fue reubicada en 2002, debido a los trabajos de remodelación del sitio. Desde entonces, los tres soberanos de oriente han peregrinado por el Monumento a la Revolución, el Monumento a la Madre, el Palacio de los Deportes, hasta terminar en su ubicación actual, a un costado del edificio delegacional de Cuauhtémoc.

A esta hora, la feria apenas va despertando. Los juegos mecánicos están sin funcionar, la señora de las canicas está terminando de acomodar los premios y los Reyes Magos están terminando, algunos, de ajustarse la barba, otros, de oscurecerse la piel. Son pocas las familias que deambulan por el lugar, buscando la mejor opción para sacarse la foto.

En uno de los pocos escenarios que ya se encuentran listos y funcionando, El Ciudadano tiene la oportunidad de platicar con Melchor (Juan, de 18 años), Gaspar (Daniel, de 24 años) y Baltazar (Javier, de 45 años).  

¿Cuánto tiempo llevan haciendo esto? ¿Cómo empezaron?

Baltazar: Diez años tengo aquí en la compañía. Empecé ayudando a subir y bajar cosas. A veces me decían: “Oye, ¿te puedes vestir de Santa Claus, Gaspar o Baltazar?” A veces faltaba alguien y ya le entrabas, hasta que agarras la titularidad.

Gaspar: Yo llevo cinco años más o menos. Empecé buscando trabajo mientras estaba en la escuela. Lo primero que hice fue armar la estructura (del escenario), y ya posteriormente nos dijeron que nos tocaba vestirnos.

Melchor: Yo llevo como ocho años, porque en sí el escenario que está aquí al lado es de mi familia, entonces yo ya tengo años aquí. Vestido de Rey Mago llevo como cinco años.

¿Cuánto tiempo dura la temporada de trabajo?

Baltazar: Hasta hoy llevamos 20 días. Debería haber sido más, deberíamos haber empezado antes, pero… el gobierno no nos permitió.

¿Cuál es el mejor día para ustedes?

Gaspar: Lo que es el 25, y del 1 al 5.

¿Hoy, día de Reyes, es bueno?

Baltazar: No, ya no. Como ya recibieron su regalo los niños, ya se acabó el billete para los papás.

¿Qué es lo que más les gusta de hacer esto?

Baltazar: Que los niños te saluden, que se acerquen contigo y te digan: “Tú eres el Rey Mago”. Todavía tienen esa ilusión: tú eres el Rey Mago para ellos, y tú das lo mejor de ti para los niños. Esa es una satisfacción personal.

Gaspar: Diversión, satisfacción, como dice mi compañero, con los niños que te ven como un Rey Mago, sobre todo los más chiquititos, que te abracen, que te pidan sus cosas y toda la onda.

Melchor: Bailar, llamar la atención de la gente, ver cómo te ven los niños, es algo bonito la experiencia.

¿Qué es lo más lindo que les ha pasado?

Baltazar: A mí se me acercó un papá y me dijo: “Oye, ¿te puedo pedir un favor?, es que mi hijo –chiquillo era-, está un poco rebeldito”. Me lo trajeron, y pues ya le di su consejo: “Que tienes que portarte bien, y acá y allá”, y el niño se sacó de onda. Se fueron el papá y el niño y me dieron una propina. Y de repente, como a la media hora, regresó el papá y me dijo: “De verdad, te agradezco. No sé lo que le dijiste, pero el niño está cambiadísimo”. Y sacó un billete grande (no voy a decir cuánto) y me lo dio. Y sí te sacas de onda, pero sí impacta lo que tú le digas a los niños, sí hace efecto. Es lo bonito de esto.

¿Cuántas horas trabajan?

Melchor: Desde las 12 del día y como hasta las 12-1 de la noche.

Además de estar aquí, ¿trabajan en otra cosa?

Baltazar: En la construcción: tablarroca, plomería y eso, y por ahí hacemos otro negocio.
Gaspar: En una tienda, en un centro comercial.
Melchor: Yo en eventos sociales tomando fotos y video, soy fotógrafo.

Alrededor del escenario donde trabajan Juan, Daniel y Javier, se levantan otros con personajes como Batman, el Guasón, Harley Quinn, los Avengers, la princesa Elsa, etcétera.

¿Cómo han cambiado los niños y sus gustos con los años?

Baltazar: Según lo que les pongas, los niños se van a ir por ahí: hoy está de moda cierto personaje, los niños se van a ir ahí. Lo que tenemos nosotros en esta compañía es lo tradicional, los Reyes Magos. Los papás son los que dicen: “Aquí porque a esto vinimos, a ver a los Reyes Magos, no a Batman, ni a Superman, ni a ‘everybody’”. Nosotros queremos tener lo tradicional siempre firme.

A lo largo de los años, ¿han notado que vienen menos niños?

Melchor: Varía mucho, de acuerdo a lo que esté pasando, como ahorita con el gasolinazo.

Gaspar: El gasolinazo nos afectó el 4 de enero, por los revoltijos que pasaron por esta zona y la gente se asustó.

Baltazar: En el Wal Mart se soltó el rumor de que había un problema y todos corrimos. Luego pasaron las horas y la gente bajó. En lugar de subir como está uno acostumbrado, en lugar de que llegara más gente, llegó menos. La gente dejó de venir porque entre ellos se avisaron que no vinieran.

Gaspar: Fue por el miedo, porque gente, a pesar de los problemas de dinero, sí hay, se inunda de gente.

Baltazar: Siempre hay gente. Lo bonito de aquí es que viene el abuelito, la abuelita, la mamá, el papá, el sobrino, todos, a convivir, todos a sacarse la foto. Eso es lo mejor, y yo creo que el gobierno, que no nos dejó poner antes, tiene que pensar: ¿Quieren ver a la familia reunida? Es aquí. No vienen a tomar, vienen a divertirse, eso que quede claro. Viene a convivir toda la familia. Hemos sacado fotos de 50 personas, imagínate. Lo bonito es que vienen familias completas a divertirse sanamente, por eso estamos aquí desde hace tantos años.

De pronto, un hombre vestido de chaleco fosforescente con cámara en mano les hace una seña. Ha llegado una familia a sacarse la foto. Detrás de ella, ya hay una fila de tres familias más. Los Reyes Magos toman sus monturas, sientan al más pequeño de la familia sobre el elefante, extienden los brazos y sonríen a la cámara. Empieza para ellos el último día de trabajo de la temporada.