Cada tres años…

Armando Ruiz

Armando Ruiz Hernández

A finales del año 1993, el entonces conductor del programa de televisión Y usted qué opina, Nino Canún, tuvo como invitados a representantes de organizaciones de personas con discapacidad y tres diputados federales: del PRI, Francisco Arroyo Vieira, del PAN, Marco Antonio García Toro y del PRD, Juan Hernández Mercado; el tema a tratar era la problemática que vivían las personas con discapacidad en México.

Durante las diversas intervenciones, se evidenció que no existía una legislación que protegiera realmente los derechos de las personas con discapacidad, quienes habían sido marginados del progreso y excluidos de las actividades cotidianas. Se habló de muchas carencias y de la falta de oportunidades, pero no había propuestas de cómo resolver el problema, sólo quejas de lo que pasaba; por ello, el conductor Nino Canún les propuso a los representantes de las organizaciones sociales que se pusieran de acuerdo y fueran a la Cámara de Diputados con propuestas concretas, ofreciéndoles un nuevo programa para hablar de lo que se propuso y lo que ofrecieron los diputados.

Fue así como las organizaciones de personas con discapacidad se pusieron de acuerdo, y a invitación de los tres diputados que estuvieron en el programa, acudieron a la Cámara de Diputados el día 14 de febrero de 1994, tras una marcha donde participaron más de dos mil personas con discapacidad y algunos de sus familiares, quienes coreaban algunas consignas como: “Pedimos, trabajo, nos mandan al carajo”, entre muchas otras.

Tras un acto en donde se habló desde las causas de la discapacidad, la problemática y la inminente exclusión, se hicieron las propuestas concretas para modificar diversas leyes federales y generales en favor de las personas con discapacidad, bajo un principio rector: “La igualdad de oportunidades”.

Se plantearon los ejes estratégicos para lograr la integración al desarrollo de las personas con discapacidad: llevar a cabo la reforma legislativa integral en materia de discapacidad; crear un organismo público independiente que diseñara y coordinara las políticas públicas en materia de discapacidad; y la generación de una nueva cultura de la discapacidad que permitiera dimensionar la discapacidad en su justo medio, erradicando los estigmas y prejuicios tradicionales.

Esa misma noche, Nino Canún recibió en su programa a los participantes del evento y a los diputados, quedando claro que las propuestas eran reales y viables, pero que requerían del trabajo legislativo, el cual los tres partidos se comprometieron a realizar. La LV legislatura se convirtió en la más dedicada al tema de la discapacidad, con más de treinta iniciativas de ley presentadas y varios puntos de acuerdo, quedando varias iniciativas dictaminadas positivamente, y logrando las modificaciones a cinco leyes: la Ley General de Asentamientos Humanos; la Ley General de Obras Públicas; la Ley Federal de Protección al Consumidor; la Ley Aduanera; y la Ley  de Estímulo y Fomento al Deporte; incluso se logró que en la siguiente legislatura se creara la Comisión de Atención y Apoyo a Discapacitados.

Lamentablemente, los integrantes de la nueva legislatura (LVI) no sabían nada de discapacidad y tampoco le interesaba. Por tal razón, los líderes de las organizaciones de la sociedad civil volvieron a buscar el acercamiento con los nuevos diputados, pero al haber ya una nueva Comisión Especial, se canalizó el tema con ella, que era presidida por el panista Andrés Galván y Rivas, quien lo único que tenía que ver con el tema era tener un hermano con discapacidad al que nunca conocimos.

Era tan evidente en todos los diputados que conformaron la Comisión el desconocimiento del tema, que intentaron justificar su trabajo convocando a foros para conocer la problemática de la discapacidad, lo que se realizó durante el  tiempo de los tres primeros periodos de sesiones, y ya durante el cuarto y quinto, se intentó realizar algunas iniciativas que nunca prosperaron, y como ya en el sexto periodo de sesiones los diputados estaban ocupados en su futuro político, la legislatura terminó sin mayores logros.

El trabajo de esta Comisión, más que ayudarnos, se convirtió en un embudo por el que tenían que pasar las nuevas iniciativas en materia de discapacidad, siendo tan mala su actuación que bastaron dos legislaturas más para que su nombre cambiara y se convirtiera en la actual Comisión de Atención a Grupos Vulnerables, donde ahora somos una minoría entre otras minorías.

Desde la LVI legislatura hasta la actual, impulsar iniciativas en materia de discapacidad se ha convertido en un círculo vicioso, donde durante el primer periodo los diputados esperan a saber en qué comisiones van a estar, ya integradas las comisiones, los diputados que están en la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables empiezan a definir a qué grupo vulnerable darle su atención, y ya definidos, les da nuevamente por hacer foros parar conocer la problemática que enfrentan, convocan a organizaciones civiles para invitarlas a trabajar juntos, y tras varios foros y miles de quejas de los participantes, surge la idea de elaborar alguna iniciativa que por lo general se presenta en el cuarto o quinto periodo de sesiones y que rara vez es aprobada porque, como todos sabemos, el sexto periodo de sesiones es el menos productivo y tiene la atención de los diputados fija en su futuro político.

Así es como en México, a pesar de contar con más de 12 millones de personas con discapacidad, quienes desde principios de los años noventa levantaron su voz para pedir el reconocimiento y respeto a sus derechos, la historia se repite, y CADA TRES AÑOS hay que volver a empezar.

ARH