Participación ciudadana, la cura para el mal de la apatía

Óscar Tovar Óscar Tovar
Delegado de Jóvenes en Movimiento Nuevo León

Se dice que los jóvenes son el futuro de nuestro país, estoy convencido de que no es así. Los jóvenes somos el presente, que será responsable del futuro. En estos tiempos la participación ciudadana es un valor que todos deberíamos promover, inculcar e impulsar. Es una herramienta que debemos utilizar para hacer valer nuestros derechos, buscar el bien común y lograr una sociedad informada.

Resulta muy triste ver el panorama desalentador que sufre nuestro país. Estoy seguro que como yo, usted se ha dado cuenta que de algunos años a la fecha, México no es el mismo, ya no es el país que teníamos. Las perjudiciales decisiones gubernamentales, la mala imagen de la mayoría de los políticos, así como su cinismo en su máxima expresión, han provocado un cambio en la sociedad.

Muchos ciudadanos sin darse cuenta cambiaron, se acostumbraron a desconfiar, a ser egoístas, agachones, a no emprender y a vivir su vida de forma rutinaria sin voltear a ver el bien común y padeciendo la enfermedad más grave que podemos tener, la apatía.

Sin embargo, recientemente la sociedad comenzó a despertar y, poco a poco, hemos realizado algunos esfuerzos para regresar al México original, porque los hechos ocurridos en la actualidad han provocado que muchas personas sepan que no están solas; por el contrario, un amplio sector de la población permanece en lucha.

La participación ciudadana es la medicina que cura la apatía, pero implica involucrarse en la vida pública, emprender proyectos específicos donde los ciudadanos sean los beneficiados. Además conlleva estar informados de lo que acontece en nuestra entidad, municipio o colonia.

entidad, municipio o colonia. Como buenos ejemplos de ciudadanía organizada, me parece oportuno nombrar a la organización regiomontana “Vía Ciudadana”, que con el esfuerzo de voluntarios, lograron obtener un autobús que nombraron Corruptour. Este vehículo lo adecuaron como autobús turístico con capacidad para 30 personas, debidamente rotulado con gráficos llamativos y fotografías, las cuales permiten que los ciudadanos no olviden casos de corrupción que permanecen impunes.

El vehículo tiene como objetivo recorrer destinos de la zona metropolitana, donde se han realizado dichos actos, para que los ciudadanos recuerden estos hechos y, por tanto, razonen muy bien su próximo voto.

Otro caso son las redes sociales, que permiten localizar fácilmente a las personas que comparten objetivos en común. En estos medios se han creado diversos grupos que impulsan proyectos interesantes, donde se reportan accidentes de tráfico para que los ciudadanos busquen vías alternas y no resulten perjudicados en su trayecto. O bien, notifican a las autoridades alguna falla en el servicio de luminarias o brindan protección animal y reportan a mascotas extraviadas y promueven su adopción.

Muchas veces escuchamos quejas de la sociedad hacia el gobierno y sus instituciones, pero en este punto es donde debemos preguntarnos si estamos haciendo algo para cambiarlo. Generalmente esas quejas se escuchan en tercera persona, “deberían de…”, pero tiene que transformarse en un “qué tal si hacemos”.

Estoy convencido de que cada día se incrementa la participación ciudadana a través de pequeñas aportaciones, lo que en conjunto benefica a toda la sociedad e impulsa el desarrollo de un mejor país.

Como ciudadanos informados, estamos viviendo una etapa crucial en nuestro proceso de integración social, donde somos actores pasivos que denunciamos las irregularidades, actos de corrupción, transas y actos de prepotencia de autoridades en todos los niveles.

Si bien, herramientas como las redes sociales nos permiten alzar la voz, también es cierto que para generar un cambio, debemos transformarnos en agentes activos e involucrarnos de lleno en los sucesos que precisamente cuestionamos.

De lo contrario, se cometerán los mismos errores que de generación en generación han marcado el tránsito de México, al grado de posicionarlo como uno de los países más corruptos del mundo.

Como última reflexión, en lo personal considero que no es lo mismo ser habitante que ser ciudadano. El habitante es el que reside en alguna zona geográfica determinada. El ciudadano es quien ejerce su ciudadanía, el que comparte y busca opciones para mejorar su entorno. Por ello, los invito a que todos seamos ciudadanos, ciudadanos participativos.