Opinión
México y la agenda regional del derecho al cuidado

El derecho al cuidado importa porque sostiene la vida: sin cuidados no hay igualdad, no hay democracia y no hay futuro

 
Úrsula Amaranta Martínez
Asesora legislativa y abogada
 

Se llevó a cabo en México la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, un espacio que, como hace más de cuarenta años, reunió a mujeres feministas de toda la región para trazar acuerdos y abrir caminos hacia la igualdad. Esta vez, el tema que lo atravesó todo fue el derecho al cuidado.

El encuentro se dio además en un contexto histórico: el reciente reconocimiento del cuidado como derecho humano por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, gracias a una opinión consultiva que marca un antes y un después para nuestra región. Este doble acontecimiento —la conferencia y la opinión de la CIDH— coloca al cuidado en el centro de la agenda política y social de América Latina y el Caribe.

Las mujeres feministas y antipatriarcales jóvenes, compartimos en esta conferencia un intercambio intergeneracional con quienes, hace décadas, también asistieron a estos espacios cuando eran vistas como voces incómodas. Ellas abrieron el camino para que hoy podamos hablar del derecho al cuidado como un tema central de la agenda política regional. Nosotras recogemos ese legado con la claridad de que nada de lo conquistado es permanente: los derechos se defienden, se amplían y se garantizan.

El derecho al cuidado importa porque sostiene la vida: sin cuidados no hay igualdad, no hay democracia y no hay futuro. Y ahora tenemos que traducirlo a realidades concretas, no quedarnos en discursos. Activistas y especialistas en el tema, como la argentina Laura Pautassi o, en México, Patricia Mercado, Anayeli Muñoz y Silvana Carranza, han sido claras: urge construir Sistemas Integrales de Cuidados con leyes que reconozcan, redistribuyan y garanticen este derecho. Hablamos de presupuesto, de infraestructura, de servicios de calidad y de corresponsabilidad.

Igualmente, en la conferencia se impulsó una agenda que vincula los cuidados con el medio ambiente. Y aunque algunas feministas han priorizado la redistribución del trabajo de las personas cuidadoras, desde el ecofeminismo se reconoce que cuidar también significa proteger los territorios, garantizar acceso justo al agua, preservar la biodiversidad y enfrentar la crisis climática que golpea con mayor fuerza a mujeres y comunidades vulnerables, especialmente en la agenda climática legislativa de Laura Ballesteros, en donde se dialoga directamente con este enfoque: no puede haber justicia social sin justicia ambiental, y el futuro del cuidado pasa por construir ciudades sostenibles.

Reconocer el derecho al cuidado es un paso histórico, pero no suficiente. La verdadera medida de este avance será lo que logremos convertir en leyes, presupuestos y políticas públicas tangibles. México, como país sede, no puede conformarse con haber hospedado la conferencia: debe estar a la altura de los compromisos y asumir que el cuidado es el nuevo pacto social que necesitamos.

Lo positivo es que ya no partimos de cero: tenemos décadas de luchas feministas detrás, acuerdos regionales en marcha y juventudes decididas a no dejar el terreno libre. El reto ahora es traducir todo esto en realidades concretas. Porque la igualdad y la democracia no se prometen: se cuidan, se legislan y se garantizan.