Morena abrió una puerta peligrosa: la de la normalización del fraude y la destrucción de la democracia.

El 1 de junio Veracruz vivió un suceso inédito. Un día que sin saberlo trascendería más allá de nuestras fronteras veracruzanas para convertirse en un parteaguas en la historia política de México. Hoy, no es necesario explicar qué ocurrió: todo aquel que tiene acceso a redes sociales o medios de comunicación sabe que Movimiento Ciudadano ganó las elecciones en dos municipios clave del Estado y se consolidó como la segunda fuerza política, a solo 12 puntos de Morena.
Este resultado tiene raíces profundas. El proyecto fundado por Dante Delgado Rannauro nació en Veracruz, con la visión de construir una política distinta, ciudadana, cercana a la gente. Su figura y su legado son fundamentales para que hoy Movimiento Ciudadano se levante como la alternativa de un estado que, en lugar de avanzar, retrocede. Los veracruzanos lo entendieron y lo abrazaron. El impulso de nuestro instituto político en las elecciones recientes tiene una relación directa con la misión de vida que adoptó el mejor gobernador que ha tenido Veracruz. Ser hoy la segunda fuerza es un reflejo del trabajo y cosmovisión de nuestro fundador.
Dante no solo dejó huella como el mejor gobernador que ha tenido Veracruz, también fundó un movimiento de nación. Su visión sigue viva hoy, guiando a Movimiento Ciudadano para levantarse como la alternativa real. Ser hoy la segunda fuerza política no es un accidente: es el reflejo de su legado convertido en acción. El triunfo de Movimiento Ciudadano es, también, el triunfo de Dante.
Los hechos hablan por sí solos: por primera vez en la historia reciente, Morena perdió Papantla y Poza Rica, dos bastiones que parecían inquebrantables. Lo hicimos con una campaña itinerante, vibrante, acompañada por nuestro Coordinador Nacional, Jorge Álvarez Máynez (quien estuvo con nosotros más de veinte veces en Veracruz), con su liderazgo, congruencia y cercanía demostró que este movimiento sí respalda a su gente en los momentos decisivos.
Pero más allá de los triunfos electorales, hay un dato que dimensiona el alcance de lo logrado: a solo un año de la elección en la que Rocío Nahle alcanzó la votación más alta en la historia del estado, Movimiento Ciudadano obtuvo 41 alcaldías, 120 regidurías y casi 600 mil votos. Ese no es un resultado menor: es un mensaje claro de confianza hacia nosotros y de hartazgo hacia los de siempre.
Lamentablemente, frente a esa confianza, las instituciones que deberían proteger la democracia hicieron justo lo contrario: violaron la paquetería electoral, manipularon votos, ordenaron abrir paquetes para revertir la elección, sabiendo que ya habían sido manipulados también. Cada irregularidad fue parte de un plan calculado para consumar el fraude más grande en la historia reciente de México.
Con ello, Morena abrió una puerta peligrosa: la de la normalización del fraude y la destrucción de la democracia. Desde hace años, han convertido la maquinaria del Estado en oficina de propaganda electoral y han pervertido los programas sociales hasta reducirlos a instrumentos de clientelismo. Una herramienta que debería servir para combatir la desigualdad hoy lleva el sello de Morena: se usa para todo, menos para la justicia social.
El precedente que dejan las decisiones del OPLE Veracruz, del Tribunal Electoral Estatal y de los Tribunales Federales, es alarmante. Significa que, si Morena no está conforme con un resultado, puede torcer la ley hasta revertirlo y eso pone en riesgo no solo a Veracruz, sino a todo México.
Frente a esto, Jorge Álvarez Máynez no ha dejado solos ni a Veracruz ni a los veracruzanos. Lo ha hecho con la congruencia que distingue a Movimiento Ciudadano desde su origen: celebrando lo que ayuda al país, pero señalando con firmeza lo que lo destruye.
Hoy, más que nunca, recordamos que este proyecto comenzó con la visión de Dante Delgado, quien nos enseñó que sí se puede hacer política distinta, y se fortalece con líderes como Máynez, que han demostrado estar a la altura de los retos más difíciles.
Porque defender la democracia no es una opción: es una obligación con quienes lucharon para conquistarla y con quienes vienen detrás de nosotros. Y desde Veracruz le decimos a todo México: la voluntad del pueblo no se roba, se defiende con dignidad y hasta el final.