Los apoyos anunciados para los connacionales deportados de Estados Unidos deben pasar del discurso a la realidad.
En su reciente “Índice Global de Delincuencia Organizada”, William F. Maloney, jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, señala sin rodeos que únicamente Birmania y Colombia superan a México en tan delicada materia.
Según el texto publicado, en nuestro país hay indicadores de que son cuatro los principales factores de la delincuencia: control territorial, organización criminal, extorsión y lo que el citado documento llama “captura del Estado”.
¿Qué papel estamos desempeñando? Tenemos violencia, incluso en regiones muy localizadas. Se habla incluso de un “corredor migratorio”, en cuyas fronteras se mueven (o sobreviven) centroamericanos que son sexualmente explotados o sometidos a trabajos forzados en campos agrícolas de los estados de Guerrero y Oaxaca, entre otros.
Incluso la extorsión, o el llamado “cobro de piso”, también se “profesionalizó”: hay cadenas agroindustriales (de Michoacán y Guanajuato, por ejemplo) que fijan cuotas a cárteles e incluso llegan a provocar desabasto.
Una grave y perniciosa tarea corre paralela: el contrabando de armas desde Estados Unidos, que va inversamente en línea con el narcotráfico, impulsa la violencia y fortalece o militariza a los cárteles.
Mucho hay por hacer en nuestro país, ante el recrudecimiento de la lucha contra el crimen, ya muy organizado para “atender” el pingüe y copioso crecimiento del consumo de estupefacientes, dentro y fuera de los Estados Unidos.
Según la Encuesta Nacional de Adicciones, actualmente cerca del 46 por ciento de los estudiantes mexicanos de 16 a 24 años de edad consume sustancias de abuso, el 12 por ciento de ellos presenta algún grado de dependencia; por ejemplo, el abuso de alcohol es el más popular en este sector, que pasó de 35.6 por ciento en 2022 a 43 por ciento en la actualidad, (mediados de 2025) y es mucho más frecuente en los varones.
¿PAÍS MAFIOSO?
Al principio de estas líneas, nos referimos a reciente informe difundido por el Banco Mundial (BM), que coloca a México en tercer lugar dentro de sus índices mundiales de crimen organizado, solamente por debajo de Birmania y Colombia.
Se trata de una evaluación de 193 países a partir del documento “Crimen Organizado y Violencia en América Latina y el Caribe”, atribuible a la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GITOC por sus siglas en inglés).
Nos consideran un país con altos niveles de criminalidad y con agrupaciones mafiosas. Señala el Banco Mundial que tenemos una presencia significativa en mercados ilícitos como el narcotráfico y la extorsión. Según el documento del BM las mafias mexicanas han logrado control territorial e influyen en la gobernabilidad y la seguridad nacionales. Además, el crimen organizado incluye actividades como la trata de personas y el tráfico de armas, lo que ha producido un profundo impacto económico y social en el país.
Ante estos juicios y señalamientos, lo menos que podemos hacer como periodistas libres (lo somos), es sostener que sumamos millones los mexicanos comprometidos con la dignidad humana en toda su amplitud.
Sí, millones todavía, ante frustraciones que hay que superar.