¡CUANDO EL DESTINO “NOS ALCANZÓ”! (TERCERA PARTE)

Todo apunta a que llegaremos al 2030 con resultados muy pobres, pero dispuestos al típico “borrón y cuenta nueva” para poder mostrar y demostrar que sí estamos aptos como nación para desempeñarnos con alta calidad en el concierto mundial de los países participantes en la Organización de las Naciones Unidas

eduardo mendoza
 

Amigos lectores, cumpliendo con el compromiso editorial establecido, comparto el análisis de los últimos siete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que forman parte de los acuerdos establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con la mayoría de los gobiernos del mundo, incluido México, firmados el año de 2015.

Desde entonces se supondría que cada administración pública en su respectivo país tendría que “ponerse las pilas” y coordinar con los diversos sectores de su sociedad trabajos encauzados para mejorar sustancialmente las condiciones sociales, económicas, políticas, educativas y alimentarias –entre otros temas- en busca de homogenizar la calidad de vida de la mayoría de la población.

Entrando en materia entonces, tenemos que el objetivo número 11 se refiere a CIUDADES Y COMUNIDADES SOSTENIBLES, buscando que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Este objetivo representa todo un desafío para poder cumplirse, ya que -como buena nación latinoamericana- no se nos da fácilmente la planeación urbana y nos hemos pasado siglos tratando de corregir irregularidades añejas, o más bien, en muchos casos, perpetuando vicios recurrentes que terminan afectando el medio ambiente.

Dicha realidad que llevamos “arrastrando” requeriría, desde luego, por parte de las autoridades gubernamentales de voluntad política, así como de una gran capacidad para acordar –a partir del entorno municipal- la mejor forma de coordinar esfuerzos y garantizarnos a todos la integración y funcionalidad óptima de las comunidades.

En ese sentido, por ejemplo, aún encontramos en nuestro país poblaciones marginadas, no sólo geográficamente, sino en materia de servicios públicos y de movilidad, que provocan muchas veces que sus habitantes salgan de las mismas, abandonándolas en busca de mejores condiciones para vivir.

De acuerdo a datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Consejo Nacional de Población (CONAPO), el 9.1 por ciento de los municipios en México presentan alta y muy alta marginación, lo que quiere decir que es casi una tercera parte de demarcaciones municipales las que se hallan “a la buena de Dios”, en espera de que algún día, alguna vez, ocurra milagrosamente o quizá por generación espontánea la posibilidad de que se les atienda como es debido y como debería ser obligación gubernamental.

Con el regreso del centralismo y la “rectoría del Estado” a la función gubernamental en este sexenio, muchos creemos que el objetivo de tener ciudades dignas de ser habitadas y que garanticen desarrollo pleno a las personas no se va a cumplir. Cuando llegue el momento en el 2030 de revisar “avances” ante Naciones Unidas, ¿qué se les va a argumentar? ¡Algo se les ocurrirá!, dirán por ahí algunos funcionarios.

El ODS número 12 es el titulado “PRODUCCIÓN Y CONSUMO RESPONSABLES”. Siendo objetivos, en este tema algo se ha estado haciendo en cuanto a concientizar a la sociedad para alimentarse mejor y alejarse de los llamados “alimentos chatarra”, que generan enfermedades y padecimientos como cáncer, diabetes e hipertensión, entre otras. En cuanto a los productores alimentarios, han integrado sellos de advertencia al público consumidor con respecto al porcentaje de carbohidratos, calorías y azúcares contenidos en los productos. Por cierto, qué tan desordenado se halla el ámbito del consumo alimentario a nivel mundial que existe el dato de que cada año se desperdicia un tercio de los alimentos, algo así como 1,300 millones de toneladas, que terminan lamentablemente pudriéndose en botes de basura de casas y negocios.

Sin embargo, el reto primordial en este apartado es lograr que los productores acepten adaptar sus procesos de manufactura, apegándose a estrictas normas de cuidado ambiental, un mejor aprovechamiento del agua, así como al ahorro en materia energética. Sólo por mencionar un dato, ahora que se encuentra la discusión entre Estados Unidos, Canadá y nuestro gobierno sobre el manejo de hidrocarburos, en la que las autoridades de nuestro país plantean la imposibilidad de que los particulares puedan generar su propia energía eléctrica vía plantas adquiridas, se ve muy difícil que podamos como país entregar “buenas cuentas” al mundo en este campo, lamentablemente.

Pasando al Objetivo de Desarrollo Sustentable número 13, el que se refiere a la “ACCIÓN POR EL CLIMA”, establece como objetivo la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos nocivos.

Una de las recomendaciones puntuales efectuadas por la Organización de Naciones Unidas (ONU) a las naciones firmantes de los ODS es que se debe hacer el mayor de los esfuerzos para que se abandone el subsidio a los combustibles fósiles y transitar lo más pronto posible al uso y desarrollo de las energías limpias (como la eólica, por ejemplo). Todos sabemos que esa expresa petición en México –al menos para nuestras autoridades- ha sido ignorada “olímpicamente”. Es una pena que la visión actual de nuestro gobierno sea tan corta e inconsciente de que al asumir la postura de insistir en producir combustibles fósiles, altamente contaminantes, condena a la sociedad a grandes y graves perjuicios de salud.

VIDA SUBMARINA es el ODS número 14, que establece como objetivo, conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos. Perdón por tanta franqueza, pero si en materia de desarrollo urbano andamos naufragando, revisar qué se ha hecho en materia de aprovechamiento racional de nuestras playas y mares nos lleva a pensar en episodios como el desagüe de aguas negras hacia la bahía, existente desde hace mucho tiempo en Acapulco, o en el reciente derrame en la población de Huimanguillo, Tabasco, que ha obligado a cerrar cuatro plantas potabilizadoras de agua, y ni qué decir de la afectación que está causando la construcción de la refinería de Dos Bocas y del Tren Maya en el sureste. Que cada quién saque sus propias conclusiones acerca del cataclismo que viene.

El objetivo de desarrollo sostenible número 15, VIDA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES, viene ligado al anterior, en función de que así como se pueden hacer esfuerzos para cuidar la vida marina integralmente, lo mismo debe ocurrir en cuanto a la fauna en la superficie terrestre. En el marco de los objetivos establecidos se halla el detener la tala inmoderada de los bosques, ya que eso ha provocado desertificación de grandes zonas y regiones en muchos países.
En México, el problema es grande y grave. De acuerdo a estadísticas que las autoridades de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) proporcionan públicamente, en este año 2022 se habrán perdido cerca de 400 mil hectáreas de bosques, muchas de ellas derivadas de prácticas agrícolas atrasadas, innecesarias y contaminantes. El nuevo gobierno que inicie en el 2024 deberá estar consciente del reto que se encontrará y quizá pueda aplicar algunas políticas públicas que contribuyan a mejorar el biosistema de nuestro país.

Llegamos al análisis del objetivo número 16: “PAZ, JUSTICIA E INSTITUCIONES SÓLIDAS”. En aras de ahorrarnos espacio para comentar, baste con recordar –amigos lectores- la inflexible y terca voluntad presidencial actual de extinguir diversas instituciones pensando en que políticamente le es conveniente, con el fin de forzar la implantación de un modelo ideológico determinado.

Dicha conducta como mandatario, por supuesto que da al traste con la legítima aspiración que se tiene como sociedad para -por ejemplo- respetar integralmente los derechos humanos, lograr el acceso pleno a la justicia y generar un trato digno y respetuoso a los grupos migrantes; alcanzar adecuados niveles de ejercicio democrático en el ámbito sindical, así como en los procesos electorales, entre otros desafíos vigentes. Ojalá se pueda avanzar, porque para no variar, la realidad actual es muy cruda y en ocasiones hace pensar fatídicamente que es un esfuerzo que no valdría la pena ejecutar.

Finalmente, y no menos importante, resulta el objetivo número 17, “ALIANZAS PARA LOGRAR LOS OBJETIVOS”, que establece como meta revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible. Eso significa establecer asociaciones inclusivas, mantener puertas abiertas para la realización de sinergia entre instituciones y gobiernos en los tres ámbitos, así como la importancia de atender a los grupos de desplazados y refugiados, que, por razones bélicas, económicas, laborales o de inseguridad, han salido de su país de origen. Sin ir más lejos, aquí en nuestro país han surgido “pueblos fantasma” gracias a la inseguridad, haciendo que sus habitantes huyan de sus viviendas en busca de mejores condiciones de vida. Zacatecas, Durango y Michoacán se encuentran a la cabeza en esa dramática estadística.

A estas alturas, no dudo que haya quien se sienta abrumado ante la inmensa tarea que supone el poder cumplir con cada uno de los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible que se firmaron en el año 2015 y que, entre el argumento de la pandemia del COVID-19 y la falta tanto de decisión gubernamental como de una adecuada articulación dentro de la propia sociedad, todo apunta a que llegaremos al 2030 con resultados muy pobres, pero dispuestos al típico “borrón y cuenta nueva” para poder mostrar y demostrar que sí estamos aptos como nación para desempeñarnos con alta calidad en el concierto mundial de los países participantes en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En función del bagaje mostrado en esta serie de tres artículos, deseo –para concluir con mi intervención- sugerir que nos organicemos como ciudadanos y solicitemos con firmeza a todos los partidos políticos que sus candidatos a puestos de elección popular en el 2024, principalmente los que van a postularse para el cargo de presidente de la República, firmen una carta compromiso en la que se obliguen a abocarse a aportar esfuerzos reales y concretos para que México llegue al reporte final en el 2030 con mejores números y buenas políticas públicas aplicadas, que a fin de cuentas le beneficiarán a la sociedad en su conjunto. De nosotros depende, ojalá que la idea prospere.

Agradezco la gentileza de su atención. Muy pronto estaremos nuevamente compartiendo algún otro tema de interés.