Fundación Cultura en Movimiento Jalisco
Viviendo de los libros y para los libros: Entrevista con Ricardo Sánchez-Riacho

“El trabajo del editor también requiere de mucha ética, en cuanto a hacerse responsable por el material que pones a disposición del público. Hay que tener una claridad muy certera entre el gusto personal y cuál es la necesidad de un mercado potencial”

“La venta de libros físicos por internet o ebooks implica que no va a ganar el que tiene más recursos sino el que sabe cómo utilizarlos de una manera más eficiente”

SEGUNDA PARTE
 
adriana Sánchez

LA LABOR DE UN EDITOR

Siempre existe una pretensión en el mundo de la edición, y hablo desde la parte de los editores, de querer dictarle al mundo qué es lo que tiene que leer. Y por supuesto que nosotros somos “sensores” de alguna manera, y no utilizando el término en el sentido de censura, sino más bien como quien te puede dar un camino o una guía para recomendar cierto tipo de lecturas.

También hay una línea delicada de equilibrio en cuanto al editor como figura pública, porque por un lado se puede llegar al punto de quitarle algo de protagonismo al autor, pero también es verdad que le da al lector cierta confianza o credibilidad saber que existe alguien detrás de ese proyecto que puede dar un mejor entendimiento de los motivos por los que un libro fue publicado, además de humanizar a la empresa.

Creo que el trabajo del editor también requiere de mucha ética, en cuanto a hacerse responsable por el material que pones a disposición del público. Hay que tener una claridad muy certera entre el gusto personal y cuál es la necesidad de un mercado potencial. Es imposible separar completamente estas dos realidades, pero sí es necesario buscar un equilibrio.

Puedo decir que mi gusto personal se ve más reflejado en los títulos de Textofilia, como sello dentro de la empresa, que tienen que ver con cierto tipo de literatura y arte en general, pero he intentado trabajar más una consciencia comercial y escuchar lo que quiere el mercado. Por ejemplo, Libros del Marqués, que es el otro sello de la empresa, tiene una colección específicamente de libros de desarrollo humano que me parece que contienen herramientas muy válidas que suman valor al mercado.

EL ARTE DE SER “TODÓLOGO”

Si fuera por mí estaría todo el tiempo encerrado revisando, leyendo, analizando, y lo hago porque es algo que me gusta y una de las razones por las cuales decidí poner una empresa dedicada al libro, pero tampoco hay que olvidar que se trata de un negocio y hay que buscar un balance.

La edición y la lectura son actividades maravillosas, pero si quieres poner una editorial vas a tener que ver números, vas a tener que conocer sobre recursos humanos y manejo de personal, sobre comercialización, distribución, medios de comunicación… Incluso si tienes los recursos para contar con un equipo enorme que cubra estos espacios con especialistas, si no hay una cabeza que dirija el negocio se va a caer, y si quieres dirigir tienes que saber un poco de todo.

En mayor o menor medida, esto sucede también en el caso de editores que trabajan para grandes consorcios. Hay biografías de editores que cuentan sus experiencias, pero en muchas ocasiones son el equivalente a las fotos que hoy en día decidimos subir a Instagram o los mensajes que elegimos compartir en Facebook, es la cara que muestras, porque si yo subiera historias platicando con mi contador o en el día de altas en Gandhi, nada de eso sería atractivo para el público.

Cualquier editor, ya sea que trabaje para un gran corporativo o que haya fundado su propia editorial, tiene que dedicarse a todas las áreas que engloban el proceso editorial, no importa si le rindes cuentas a un CEO o a ti mismo, o si corres el riesgo de perder el puesto por un proyecto que salió mal o que esté en juego tu propio presupuesto.

CONTRA LOS GIGANTES

Lo que ocurre con sellos pequeños es que nos dirigimos a segmentos de mercado quizá más específicos, a la gente que busca retos diferentes a la fórmula que saben que ya está comprobada por el mercado. Las casas grandes controlan eso y dependen mucho de la lógica del mass media, las casas pequeñas, a pesar de que aspiramos a eso porque también es la realidad, creo que encontramos nichos más acotados que nos permiten subsistir de esa forma, porque de manera estricta somos competencia, pero al mismo tiempo realmente para ellos nosotros no somos competidores, somos una parte microscópica del mercado en comparación con lo que ellos representan, y justo por el músculo tan grande que hay detrás de ellos en cuanto a inversión, difusión y comercialización, es imposible hacer una competencia directa. Entonces buscamos apostar por esos nichos en los que vamos a encontrar un público que me parece más fiel y que puede seguirnos de manera más directa.

A la vez también creo que hay que compartir con sellos semejantes, algo que a veces nos cuesta trabajo entender como gremio, pienso que no existe una consciencia de alianza. Es un tema difícil porque también te das cuenta de que realmente la complejidad del mercado abarca diferentes intereses comerciales de diversos sellos. Es cierto que influye además la lucha de egos y de protagonismos, como sucede no sólo en el ámbito cultural, sino en todos los que compiten en un mercado.

Finalmente, otra arma importante para una casa editorial pequeña es que, por su misma estructura, hay un rostro detrás al que pueden tener acceso tanto los autores como los lectores. En un grupo grande dependes de un escalafón corporativo mucho más complejo y muy pocas veces puedes acceder a la persona que tiene el poder de decidir.

LIBROS COMO CARTONES DE LECHE

En cuanto a la difusión cultural, vuelvo a hacer énfasis en que una casa editorial de cualquier tamaño y dedicada a cualquier tema debe tener presente que está vendiendo un producto, y que así como el contenido del libro es crucial, los canales de distribución y de difusión son igual de importantes.

El mercado del libro, en particular el mexicano, ha tendido a ser muy elitista, y no me refiero a un aspecto social sino a un aspecto cultural. La actitud de querer dirigirse a los círculos de la “alta cultura” también ahuyenta al lector promedio. Hay muchos libros que tienen el mérito de inculcar el hábito de la lectura, un camino que por sí mismo lleva a los lectores a buscar nuevos materiales. Tenemos muchos prejuicios en torno a este tema, cuando finalmente un buen lector sabe leer de todo. La sociedad también está cambiando y hay otra forma de acercarse y otra sensibilidad, no se puede vivir en el prejuicio y arriba de la torre de marfil.

Algo parecido ocurre con el tema de los formatos, en particular el ebook es un formato que en Latinoamérica se leía muy poco e incluso hay editoriales que no los producían porque no los consideraban libros. Creo que la pandemia del Covid-19 nos abrió el panorama en este sentido, nos estamos dando cuenta por fin de que el ebook o el audiolibro implican simplemente otra forma de leer y de consumir productos, en lo personal no creo que vayan a sustituir al libro impreso, pero son herramientas que suman a la lectura, que finalmente es el camino que nos importa trazar.

MÉXICO: ¿UN PAÍS SIN LECTORES?

Es cierto que somos un país con índices bajos de lectura, pero estadísticamente en México somos cerca de 120 millones de habitantes, sólo en el área metropolitana somos casi 30 millones de personas, entonces con que tengamos un segmento muy pequeño de ese mercado interesado en comprar un libro, tenemos un modo de subsistir.

También existe otra ventaja que no había hace diez o quince años, que tiene que ver con los mercados digitales. La venta de libros físicos por internet o ebooks implica que no va a ganar el que tiene más recursos sino el que sabe cómo utilizarlos de una manera más eficiente. En una plataforma como Amazon, en la que hay cientos sino es que millones de libros disponibles, hay que tener un poco más de inventiva para poder destacar. Además las redes sociales han hecho posible que si tenemos un entendimiento de nuestro mercado, tal vez no tengamos cien mil impactos y nuestro presupuesto alcance sólo para cien, pero si esos cien están bien dirigidos pueden representarnos cien ventas.

Aunque el mexicano promedio lea poco, tenemos la gran ventaja de una población enorme, además de que me parece que hay una parte de la segmentación de las cifras oficiales que no queda muy clara. Mucha más gente de la que aparece en las estadísticas consume contenido, la cantidad de materiales que se leen actualmente en línea es enorme, desde los contenidos de redes sociales hasta los PDF gratuitos en internet, y el salto hacia la compra de un ebook no es tan difícil.