Desafíos de la mujer latinoamericana: Rigoberta Menchú

“Ser mujer es sinónimo de acción, de respeto, de igualdad, de oportunidad y de fuerza”

Maribel Ramírez Topete
Integrante de la Comisión Operativa Nacional
@mabelrt80

El pasado 27 de marzo Movimiento Ciudadano, a través de Mujeres en Movimiento, nos dio la oportunidad de ser partícipes de un evento que significó una experiencia en la que “ser mujer” adquirió importantes significados. El simposio “Desafíos de la Mujer en América Latina” fue un encuentro internacional de hermanas comprometidas con el deseo de que la voz de la mujer mexicana sea escuchada. Para que el eco de nuestras acciones contribuya a construir un mejor futuro a las generaciones venideras y nuestro legado se vea plasmado en las sonrisas de las niñas que serán las mujeres libres del mañana.

Este ideal planteado requiere esfuerzos que, de no hacerse, quedarían una vez más como un sueño utópico, esfumado por la desoladora realidad que vivimos a diario las mujeres mexicanas en nuestro país.

A estas acciones nos impulsan sucesos devastadores producto de la violencia de género a la que nos enfrentamos en diversos aspectos: el más elemental, el derecho a la vida. En nuestro país mueren nueve mujeres diariamente a causa de la violencia de género. Como consecuencia, el constreñimiento a nuestros derechos de salud, educación, participación política, bienestar económico, el no ser objetos de violencia de ningún tipo, ya sea física, emocional o verbal, son los desafíos en la agenda política y pública de las Mujeres en Movimiento con México.
La presencia más destacada en el simposio fue la de Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz en el año 1992. Una mujer con una trayectoria que inspira, con una vida que nos invita a imitar su ejemplo de fortaleza, de resiliencia, de paz, de conciliación y entendimiento. Una mujer facilitadora de armonía y transformación frente a la injusticia, la guerra y la desigualdad. Cualidades que en la adversidad se vuelven motores del cambio y generadores de paradigmas en la reconciliación social, mismos que debemos promover e incentivar para lograr un verdadero cambio en nuestro país.

Hoy, gracias a nuestras antecesoras, en términos de género buscamos reivindicar y enmendar; aproximarnos a partir de los avances logrados en diversas luchas, movimientos sociales y de derechos humanos; sumarnos a los esfuerzos de contribuir en la historia y partir del reconocimiento de nuestras antecesoras para trabajar en el mismo sentido. Estas acciones nos han permitido afianzar la construcción de nuestra identidad como mujeres y replantearnos el papel que desarrollaremos en el mundo contemporáneo. Cada vez somos más las mujeres que participamos y hacemos esfuerzos por mejorar e innovar nuestro entorno y condiciones para las presentes y futuras generaciones de México. Estamos decididas a reivindicar el impulso de la sociedad para coincidir en que: “Ser mujer es sinónimo de acción, de respeto, de igualdad, de oportunidad y de fuerza”.

Avanzar en los desafíos que exige el presente significa derribar las barreras de la inseguridad, la pobreza, la violencia estructural, física, de género y cultural, que es la que fomenta los micromachismos, la brecha salarial, las carencias alimentarias, entre otras. Debemos reconceptualizar, reeducar e incentivar la participación a nivel local, ya que es la falta de representatividad de las mujeres en los cargos públicos y directivos lo que impide nuestro desarrollo. Recordemos que sin mujeres no hay género y para reivindicarlo debemos reforzar el derecho de asociación y la libre expresión.

En la actualidad las mujeres mexicanas estamos empoderadas y somos el cuarto lugar en América Latina en ocupar puestos en parlamentos; somos reconocidas en América Latina como las mujeres más preparadas, de acuerdo a lo planteado en el simposio “Retos de la Mujer en América Latina”. A través de esas fortalezas debemos hacer uso de las herramientas políticas para derrumbar las barreras de la desigualdad y los prejuicios que generan estereotipos de racismo, discriminación, fobias y machismo, provocando la perdida de perspectivas. Esto requiere participar no sólo de manera cuantitativa sino cualitativa. El desafío principal de la mujer mexicana irá encaminado a incorporarse a través de la academia, la ciencia, la política y la aportación en todas las disciplinas para poder cuestionar y plantear una pronta y cumplida justicia que sea enmendadora y trace la nueva ruta jurídica convencional en los derechos de las mujeres.

En conclusión, es un llamado a la actitud contundente, propositiva, para dejar atrás la negación y cambiar los paradigmas que nos victimizan, convirtiendo en confianza y triunfo la oportunidad de participar en la gobernanza; trabajando en una agenda positiva que permitirá cambiar las mentes de nuestra sociedad y construir armonía para no incrementar protestas que conduzcan a la destrucción del diálogo. Fomentemos los valores de transformación y pongamos en marcha proyectos autosustentables a través del apoyo de la iniciativa privada. Seamos parte de una articulación que sume esfuerzos e involucre a las mujeres preparadas para utilizar el poder transformador que nos caracteriza en el debate público. De esta manera podremos lograr un mundo más equitativo, igualitario y justo para todas, donde el día internacional de la mujer sea registro histórico de la lucha que habremos ganado con todos y para todos.