Habesha,la educación como antídoto contra la guerra

“Imagina que has muerto y alguien te da una cura milagrosa. Así fue como se sintió venir a México, como si hubiera vuelto a nacer”: Silva Namo, estudiante de odontología y beneficiaria del Proyecto Habesha”

Arturo Sánchez Meyer

Arturo Sánchez Meyer

Entrevista a Adrián Meléndez, fundador y director del Proyecto Habesha

Adrián Meléndez, director del Proyecto Habesha, me concedió amablemente una entrevista para los lectores de El Ciudadano, en ella me explicó en qué consiste el proyecto que encabeza y cómo, por medio de la educación y la solidaridad de la sociedad civil, se puede cambiar la vida de algunos jóvenes refugiados sirios quienes llegan a México después de haber escapado de una guerra que dejó a su país prácticamente en ruinas y arrastró con ella miles de muertos y millones de refugiados.

Adrián y su equipo trabajan incansablemente para ayudar a estos refugiados. Más allá de la caridad momentánea, Habesha apuesta por un proyecto de largo aliento en el que la participación de importantes casas de estudios y de la sociedad civil, son el motor que puede hacer una diferencia significativa en la reconstrucción de Siria y sus habitantes. Aquí las palabras de Adrián.

El Proyecto Habesha

Habesha nació en el 2014 como parte de la necesidad de un grupo de profesionistas conscientes de la realidad mundial y de cómo todos estamos interconectados.

En este caso pusimos nuestra mirada en medio oriente, especialmente en la guerra que hubo en Siria, misma que provocó la crisis humanitaria más grande de nuestros tiempos. En el 2014 el tema era prioritario para las agendas internacionales y queríamos que México estuviera presente, aunque fuera de una manera modesta, así que decidimos reunirnos, organizarnos y elaborar un programa que pudiera ser viable y tener un impacto verdadero.

Después de evaluar el panorama, vimos que lo que podíamos hacer era apoyar a jóvenes afectados por el conflicto en Siria, para que pudieran viajar a México y aquí formarlos como profesionistas de primer nivel, con la finalidad de que tengan las herramientas necesarias para reconstruir su país una vez llegada la paz.

A partir de esta idea estuvimos reuniéndonos con académicos del Colegio de México (Colmex) y pasamos por un largo proceso de evaluación con diferentes autoridades de migración, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la Secretaría de Gobernación, de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, etcétera. Nuestro primer estudiante llegó a México en septiembre del 2015.

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Los refugiados sirios

El proceso de selección de los estudiantes que viajarán a nuestro país no es una convocatoria abierta, es un proceso muy cuidadoso que llamamos “de referencia” y que consiste en que organizaciones no gubernamentales, intergubernamentales o universidades dentro de Siria, nos recomiendan estudiantes que sean virtuosos; después de esta postulación nosotros vemos su perfil para evaluar si cumple con todos los requisitos.

El segundo paso es un proceso de entrevistas que realizan egresados del Colmex, entonces armamos el expediente, buscamos un donante o un “padrino” que pueda financiar la llegada del estudiante y lo compartimos con la Secretaría de Relaciones Exteriores para preparar el visado. Hacemos que la persona que va a venir llegue al consulado mexicano más cercano a donde él se encuentra: Irán, Beirut y en algunas ocasiones hemos utilizado países latinos como Ecuador, por ejemplo.
Una vez en México todos los estudiantes pasan por la ciudad de Aguascalientes (sede del Proyecto Habesha) para cumplir con el proceso de integración que dura entre nueve meses y un año; durante este tiempo aprenden español, regularizan su situación académica y validan sus documentos.

Desde su llegada hasta su graduación, Habesha da un seguimiento muy puntual a cada uno de los estudiantes, tanto en su situación académica como en su estado anímico, también nos hacemos responsables de su manutención. Funcionamos como si fuéramos una beca: el día primero de cada mes les hacemos un depósito, además de pagarles el viaje y un seguro médico, entre otras muchas cosas. Los acompañamos en cada paso, si ellos están, por ejemplo, en Irak, nosotros los llevamos de la mano hasta Irán, donde son recibidos por gente nuestra y sabemos dónde dormirán esas noches; cuando llegan a México ya los estamos esperando y tienen un cuarto listo, les abrimos una cuenta de banco, los preparamos, los acompañamos de principio a fin.

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Las universidades

Los estudiantes sirios que llegan a nuestro país por medio de Habesha pueden elegir su carrera (ya sea en licenciatura o maestría) libremente, sin embargo, buscamos diversidad porque sabemos bien que en un proceso de reconstrucción de un país, todas las áreas del conocimiento son necesarias, no sólo se tiene que volver a formar la estructura, también reconstruir el tejido social de Siria. Tenemos estudiantes que están en la carrera de arquitectura, negocios, odontología, tecnología de la información, ingeniería, etcétera.

Hemos hecho convenios con ocho universidades que en este momento albergan, becados, a quince estudiantes sirios de nuestro proyecto. La Universidad Iberoamericana es nuestra columna vertebral porque fue la primera y la más generosa, pero también se han sumado el ITESO, en Guadalajara; la UPAEP, en Puebla; la Universidad Anáhuac, en Querétaro; la Universidad de Monterrey, La Universidad del Claustro de Sor Juana y la Universidad Latina de América, en Morelia.

Se nos fueron las universidades públicas, hicimos un gran esfuerzo por lograr un convenio con la Universidad Autónoma de México, estuvimos un año en reuniones con ellos, pero desagraciadamente no llegamos a un acuerdo debido a diferentes cuestiones que tienen que ver con el proceso de selección de la UNAM. Ya que esta casa de estudios tiene que dar prioridad a ciudadanos mexicanos, su demanda es enorme.

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La vuelta a Siria

Nuestro planteamiento inicial con este proyecto es que estamos preparando a estos estudiantes para la reconstrucción de Siria, sin embargo, sabemos que la realidad es multicolor y en este caso, si bien hay jóvenes que demuestran claros deseos de regresar a Siria, otros vislumbran en México una posibilidad de desarrollarse y también hay quienes piensan en emigrar otro país. Hasta ahora no sabemos a ciencia cierta cuál será la realidad porque aún no se concluye el primer ciclo con estudiantes graduados, pero nos queda muy claro que cualquiera de los escenarios es posible y es positivo. Si regresan a Siria cierran el ciclo y llevan nuestro impacto a la reconstrucción, si se quedan aportan a nuestra sociedad y si se van a otro país también abonarán allá con sus conocimientos y serán representantes de México, de nuestra educación y de nuestra solidaridad.
Es decisión de cada estudiante, nosotros les damos las herramientas, pero ellos las utilizan como mejor les parezca.

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¿Cómo ayudar al Proyecto Habesha?

El financiamiento ha sido para nosotros un gran desafío. Como mencionaba anteriormente, hemos becado a quince estudiantes y sólo somos cinco personas las que estamos trabajando de tiempo completo en el proyecto, que es una iniciativa costosa y a largo plazo.

Hace unos años lográbamos donativos importantes de personas sensibles que entienden muy bien la situación de los refugiados y el valor de esta iniciativa. Hoy hemos cambiado radicalmente nuestro enfoque y buscamos lo contrario, lanzamos un programa que se llama “Cien por Siria”, que consiste en un donativo mensual a partir de cien pesos y es un programa de donadores recurrentes. Lo que queremos es que la gente que nos apoya haga un compromiso con nuestra causa durante un periodo de tiempo considerable.

En Habesha vamos contra el tiempo, porque el propósito del proyecto es mantener a jóvenes que están en nuestro país por cinco o seis años cuando menos, es por ello que los donativos únicos son útiles, pero nos sirve mucho más que la gente nos acompañe en este proceso de principio a fin. Sabemos que es casi imposible que una persona nos haga un donativo grande cada mes, la idea del proyecto “Cien por Siria” es que la gente sensible que en verdad quiere ayudar a estos jóvenes refugiados, se pueda sumar (a través de nuestra página web) y hacer un donativo recurrente. Me parece que si uno realmente tiene ganas de participar en el proyecto, cien pesos mensuales no es un monto muy alto, pero también pueden ser cincuenta pesos o doscientos, depende de las posibilidades de cada quien.

Este programa de donaciones pequeñas es nuestra gran apuesta y la gente se está sumando, lentamente hemos ido ganando terreno. Nosotros hacemos muchas actividades, tenemos exposición en medios, hacemos visitas a empresas y participamos activamente en las redes sociales. No está resuelta nuestra situación económica, pero estamos en ese proceso.

¿Por qué apoyar a Habesha?

A veces es difícil explicarle a la gente, en un país como el nuestro donde en ocasiones parece que estamos muy aislados socialmente, que lo que pasa en Siria nos afecta también a nosotros.

Tenemos muchos argumentos para este proyecto, a mí me gusta repetir que la solidaridad no es restrictiva, lo importante es apoyarnos, hoy por ellos y mañana por nosotros. Desde la sociedad civil podemos participar en este tipo de temas humanitarios que no pertenecen exclusivamente al Estado.

Las personas extranjeras, los migrantes, los refugiados, aportan a México, cuando uno de estos jóvenes termine su carrera y tenga éxito se convertirá en embajador de nuestro país a donde quiera que vaya. Uno de los mejores ejemplos sobre este tema es el caso de los refugiados españoles en la época del franquismo. Fueron recibidos con los brazos abiertos en México y jamás han dejado de aportar a nuestra sociedad, crearon grandes instituciones, son miembros importantes y activos en nuestro tejido social. Las comunidades de Medio Oriente que llegaron a nuestro país han aportado muchísimo a nuestra cultura, la diversidad es un tema muy importante para nosotros. Quienes conformamos el Proyecto Habesha creemos que más que dar, estamos recibiendo, y es con ese enfoque con el que trabajamos todos los días.