ENTREVISTA CON CARLOS ALONSO
Desde el pórtico donde compone Carlos Alonso

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 “Los que son músicos de corazón,
aunque estén llorando,
van a componer”

 

 

Carlos Alonso Zamudio es un genuino representante del folclór de la jarochísima zona de la Cuenca del Papaloapan, en el estado de Veracruz.
El maestro Carlos Alonso, originario del municipio de Alvarado, en donde el célebre compositor Juan Pablo Moncayo creó el afamado “Huapango”, tiene alrededor de 40 años dedicándose a la música, ha escrito más de 100 obras entre décimas y canciones, y se le reconoce nacional e internacionalmente por sus originales composiciones.

Ha grabado cuatro discos; entre sus composiciones más famosas están: “Pleito de casados”, “La mujer celosa” y “Mis sobrinos”, por mencionar sólo algunas. En ocasiones se le puede ver tocando la jarana en el pórtico de su casa, al que él llama… su laboratorio.

 

Entrevista con el músico y compositor alvaradeño Carlos Alonso

Soy músico

En el aspecto laboral, me dedico al magisterio, soy subdirector de una escuela secundaria; por la parte de lo que me gusta hacer, de las cuestiones artísticas, soy músico. Además, por temporadas me dedico a dar talleres para niños que quieren aprender a tocar algún instrumento.

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Mi pasión es la música folclórica

El inicio fue allá por 1976: en esa época estaba muy en boga la música folclórica latinoamericana y a mí se me metió el gusanito, iba llegando de la provincia a la Ciudad de México y fue la primera vez que tuve contacto con gente que se movía en ese ambiente.

El arte de la composición intuitiva

Empecé a hacer canciones por esas fechas, aunque no sabía nada de música ni de composición, llevaba cierta métrica: la respetaba intuitivamente y sabía que se podía rimar de diferentes maneras; así comencé a escribir y a componer; empecé a hacer canciones muy sencillitas, luego se fueron haciendo más complicadas, más complejas.

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Jamás había escrito una décima, ni lo soñaba

Por ahí del 92 o 93 me invitaron a un concurso, había que escribir en décimas la invitación para las fiestas de octubre en Alvarado, pero yo jamás había escrito una décima, ni lo soñaba. El día que se cerraba el concurso, que se terminaba a las 12 del día, yo me desperté como a las cinco de la mañana con una idea en la cabeza y empecé a escribir; me sorprendió porque una décima tiene 10 versos, cuando me di cuenta ya llevaba 14 décimas.

Los que son músicos de corazón, aunque estén llorando, van a componer

Mira, a mí no me gusta robarle frases a nadie, pero los que son músicos de corazón, aunque estén llorando, van a componer; y llega el momento en el que te das cuenta y dices: “Enterré a mi padre, enterré a mi madre. Lo plasmas en alguna parte y te dicen: ‘Oye qué bonito está eso, ¿por qué no lo grabas?’ Grabas tu tristeza y la gente te la paga”.

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Cada dos o tres pasos, el poema se va haciendo más grande

Me gusta ir a caminar al Zamfer (una construcción abandonada desde donde se puede ver toda la ciudad) aquí en Alvarado, si tengo una poesía la voy repitiendo, cada dos o tres pasos la idea se va haciendo más y más grande.

El último día de mi vida

Si hoy fuera el último día de mi vida y lo supiera desde la mañana, desde muy temprano hubiera salido a saludar a todos mis conocidos. Ahora que como es algo que hago siempre, creo que ya estoy preparado en cualquier momento.
Por ahí hay unas líneas que dicen: “De segura y muy certera / la muerte tiene la fama, / no es triste ni lisonjera, / no es hielo, tampoco flama / y te sigue donde quiera / o ahí te espera en la cama”.