El Metro: útil, necesario, pero inseguro

Patricia Zavala Jiménez

Patricia Zavala Jiménez
@patrix89_64

“Si bien te cuidabas de los carteristas, no esperabas que te asaltaran con pistola dentro del vagón”: Alejandra

Todos los días, el Sistema de Transporte Colectivo Metro transporta a más de cinco millones de personas del área metropolitana de la Ciudad de México, en las 12 líneas que prácticamente recorren toda la capital y conectan con algunas zonas del Estado de México.

Desde su inauguración el 4 de septiembre de 1969, este transporte se volvió esencial para la ciudadanía; en términos generales el servicio es eficiente y por cinco pesos los usuarios pueden recorrer toda la red; además es gratuito para niños menores de cinco años, adultos mayores de 60 años y personas discapacitadas.

Sin embargo, la creciente demanda de pasajeros, así como la falta de mantenimiento en los trenes o instalaciones, en ocasiones desencadenan diversas complicaciones para los usuarios. Entre empujones y peleas tienen que dejar pasar varios convoyes para poder abordar alguno e incluso tardan más de una hora en recorrer una sola estación, lidian con vendedores ambulantes que ofrecen a todo volumen discos piratas, padecen acoso sexual y se tienen que cuidar de los carteristas.

Este año, por los menos en seis ocasiones se ha denunciado en las redes sociales una nueva modalidad de asalto en la Línea B (Buenavista- Ciudad Azteca): dos o cuatro hombres armados ingresan al vagón y cuando el tren cierra sus puertas entre una estación y otra sacan armas de fuego para amenazar a los pasajeros y despojarlos de sus pertenencias; no obstante, las autoridades del Metro desmienten estos hechos.

A continuación presento el testimonio de una joven que fue víctima de este modus operandi, así como el de un trabajador del Metro que confirmó dichos sucesos; cabe señalar que ambos solicitaron el anonimato por seguridad.

 

“Antes el Metro era el sistema de transporte más seguro”Alejandra (25 años)

Un día entresemana del mes de octubre, salí del trabajo rumbo a mi casa y me dirigí a la estación San Lázaro, pero como había mucha gente me regresé a Buenavista, de la Línea B; al llegar entré al primer vagón exclusivo para mujeres y el tren avanzó sin problema. Eran alrededor de las 8:20 de la noche cuando llegamos a Tepito; vi entonces a dos hombres en el andén con la intención de subir al vagón donde yo iba; me llamó la atención porque estaban nerviosos y volteaban a todos lados; el conductor los vio subir, pero no les dijo nada.

Cuando se cerraron las puertas gritaron que no guardáramos celulares, carteras o cosas de valor; que nadie jalara la palanca de seguridad, de lo contrario “íbamos a quedar ahí”. Me puse muy nerviosa porque nunca había tenido una experiencia así en el Metro. A diferencia de la mayoría de las otras chicas, no traía mi celular en las manos, entonces saqué de mi bolsa un poco de cambio y se lo di al chavo, estaba tan nervioso que ni vio lo que le di.

Todos los asientos estaban ocupados y cerca de 25 mujeres permanecían de pie. A mí me preocupaba ver al muchacho que nos amenazaba, creo que traía pistola; pero cuando el chavo más nervioso se percató de que los observaba decidí desviar la mirada por seguridad. Eran dos hombres de entre 27 y 30 años, morenos, altos, uno tenía el cabello negro lacio como vulgarmente se le dice “pelo de clavo”, y el otro traía gorra, ambos con pantalón de mezclilla y tenis mugrosos, al igual que sus sudaderas.

No puedo creer que el conductor del Metro no se haya percatado de nada en todo ese tiempo, incluso cuando llegamos a Morelos los rateros nos voltearon a ver antes de bajarse y se fueron sin problema, porque casi no había gente, tampoco había un sólo policía en el andén de la estación, ni en la consecutiva que es San Lázaro, donde sí había mucha gente intentando abordar.
El error fue que nadie hizo nada; todas estábamos asustadas, era de noche y además estas denuncias no proceden por falta de evidencias. Me parece raro que en varias estaciones de la Línea B no haya policías que restrinjan el paso de los hombres al área exclusiva de mujeres, a pesar de que la separación está señalada.

Antes el Metro era el sistema de transporte más seguro, si bien te cuidabas de los carteristas, no esperabas que te asaltaran con pistola dentro del vagón. Es increíble la nula actividad policiaca. El hecho de que las autoridades en vez de implementar más seguridad nieguen las denuncias que hacen los usuarios en las redes sociales me hace pensar que están coludidos, no tiene sentido que lo nieguen si hay indicios de varios asaltos en esa Línea.

Más bien creo que no están preparados para hacer frente a estos sucesos, por eso se hacen de la vista gorda; así como se ponen pesados con algunos vendedores, deberían proceder con quienes roban nuestras pertenencias. Esta vez me tocó a mí, pero mañana le puede tocar a otra persona.
Siempre tomo la misma ruta del Metro. Aunque podría irme en combi a mi trabajo, me expondría más a los asaltos a mano armada; ahora soy más precavida en el Metro, trato de no traer dinero, tarjetas y celular a la vista, traigo 20 pesos a la mano, al igual que un silbato para alertar en caso de emergencia. Ojalá asignaran a un guardia en cada vagón.

 

“Sí se han registrado dos o tres casos en la Línea B” Anónimo (trabajador del Metro)

Antes el Metro estaba en una burbuja en comparación con el resto de la ciudad, pero hace unos años esa burbuja se rompió con el incremento de asaltos, acoso sexual y vendedores ambulantes, creció la violencia y este año ascendió aún más.

De forma generalizada no se han efectuado asaltos a mano armada dentro de los vagones del Metro, sin embargo, se han registrado dos o tres casos en la Línea B. El más reciente se suscitó en los últimos vagones del Metro cuando dos personas armadas asaltaron a los usuarios, casi al llegar a la terminal de Ciudad Azteca, como era de noche casi no había gente dentro del vagón.

Las autoridades desmienten estos hechos porque les interesa mantener una buena imagen y tampoco lo van a admitir porque han invertido una gran cantidad de dinero. Sin embargo, recientemente redujeron la contratación de policías y la situación cada día es más grave porque es a la gente a la que ponen en mayor riesgo.

Cuando el Metro empezó a funcionar había alrededor de cinco policías por estación, ahora a veces sólo hay uno, por eso ya es insostenible la Estrategia 30-100, cero tolerancia contra la violencia hacia las mujeres en el transporte, que entre otras cosas garantizaba que los primeros vagones fueran exclusivos para ellas.

Los asaltos se siguen incrementando; incluso los trabajadores somos víctimas de esta situación, aunque a veces nos acusan de estar coludidos. Lo más común es que al abordar el Metro tres personas acorralan a una víctima, una la distrae y le quita el celular o la cartera mientras se lo pasa a la segunda y ésta a la tercera persona; así, si capturan a uno, la denuncia no procede por falta de evidencia. Además de estar bien organizadas, las bandas están coludidas con algunos policías de ambas corporaciones, la PBI y la auxiliar. A esto hay que sumar a algunos vendedores ambulantes que también se dedican a delinquir: ahorita los ves vendiendo y al rato robando.

Las cámaras de vigilancia salieron carísimas, pero son malas. Por ejemplo, si ante una denuncia el MP solicita la línea de tiempo o cierto periodo de grabación (en teoría la cinta graba durante cinco o siete días), resulta que hay fallas en las cámaras; desde un principio los trabajadores argumentamos que no tenía caso ver en tiempo real un asalto si no hay policías suficientes para detener a los asaltantes. Por eso, las autoridades del Metro deberían implementar acciones policiacas permanentes que garanticen la seguridad de los usuarios, pero no lo hacen ni lo harán porque es sumamente costoso.

En este apartado incluyo una historia que perdura entre los trabajadores del Metro, al grado de convertirse en leyenda, así como la breve opinión de una usuaria.

 

“El inspector Platanoff” Enrique González

Una anécdota sorprendente y dolorosa ocurrió hace varios años en la Línea 3, debido a que una persona se arrojó a las vías, pero al no haber personal para retirar el cadáver enviaron al inspector Víctor Platanoff a revisar las condiciones de la ruta La Raza-Hidalgo. Cortaron la corriente en las vías y cuando lograron sacar el cadáver las energizaron.

Tras varias horas nuestro jefe, que tenía categoría de regulador, buscó a Platanoff porque no se reportaba, pero cayó en cuenta de que lo había mandado a las vías. Ante tal olvido se implementó su búsqueda, la cual fue en vano porque se encontró el cuerpo descuartizado por las embestidas de los trenes.

Con el paso del tiempo, un compañero de nuevo ingreso contó que una noche su jefe lo mandó a revisar la interestación (el espacio entre estaciones), pero antes de descender un inspector lo detuvo y le dijo que él se encargaría de realizar el recorrido. No podía ser contrariado porque se identificó con un cargo superior.

Como el inspector no regresaba, el joven le preguntó por él a su jefe quien respondió que nadie había bajado a las vías. Ante la insistencia del joven, el regulador le pidió que describiera al inspector y cuál fue su sorpresa que tanto el nombre como el físico correspondían a Platanoff.

Este hecho era imposible, le respondió al joven, quien ignoraba que el inspector había fallecido en un accidente. Más tarde le pidieron revisar el expediente para identificar al compañero y corroboró la identidad del aparecido. Con el paso de los años, nuevas generaciones de trabajadores argumentan que, sin conocer la historia de Platanoff, un inspector uniformado se aparece en las vías.

 

“La Línea 12 del Metro fue una bendición” Carolina Contreras (34 años)

La Línea 12 del Metro fue una bendición cuando se inauguró, porque redujo considerablemente el tiempo de traslado a mi trabajo, que está por Félix Cuevas. Antes tardaba más de dos horas para llegar a Insurgentes, ahora llego en 40 o 50 minutos, lo que me permite levantarme más tarde y venir con calma; claro que cada vez vienen más llenos los vagones, entonces no me puedo confiar del todo. Otra ventaja es el ahorro económico, ya sólo gasto cinco pesos, antes era más caro porque tenía que tomar peseros.

El problema es que desde un principio esta Línea presentó fallas y han tenido que cerrar grandes tramos de la ruta, lo cual me afecta directamente, pues han sustituido el servicio con camiones RTP y a veces subir a ellos es un caos, o el tráfico está muy pesado; ahora con lo del temblor resultó afectada, pero hace poco la volvieron a abrir; espero que ya no la cierren otra vez.