¿Qué es lo peor que te ha pasado en el Metrobús?

Patricia Zavala Jiménez

Patricia Zavala Jiménez
@patrix89_64

“En una ocasión, ingresé al Metrobús y me empujaban por todos lados, pero uno me pisó el zapato y me dejó descalzo. Dije: ‘ahora cómo voy a llegar al trabajo sin zapato’”: Armando Valdés

“El problema es la educación de la gente”: María

El 19 de junio del 2005 inició la operación del primer corredor de Metrobús en la Ciudad de México, con el tramo Indios Verdes-Doctor Gálvez; en la actualidad funcionan seis líneas que diariamente utilizan alrededor de 950 mil personas.

Al convertirse en la única alternativa de transporte para muchos capitalinos, la demanda del servicio se ha visto rebasada y la falta de educación vial entre algunos pasajeros día a día provoca diversas vicisitudes, como empujones, golpes, insultos, robos o accidentes, los cuales no sólo involucran a los usuarios, sino a las unidades en atropellamientos, incendios o choques, como el suscitado con el Metrobús de doble piso de la ruta 7, que aunque todavía no entra en operación, ya registró un choque al rebasar con el techo la estructura de la estación de la ruta 6.

En 12 años las personas que utilizan frecuentemente este medio de transporte público han presenciado o estado involucradas en alguna de estas situaciones; por eso salí a las calles en busca de algunos testimonios, que presento a continuación:

Angélica Jiménez

La primera mala experiencia la viví hace varios años. El Metrobús iba a reventar, todos estábamos apretujados; de pronto sentí que algo me molestaba en la pierna, cuando volteé me di cuenta de que era el pene de un hombre; me quedé pasmada, no supe qué hacer, él en cambio aprovechó para descender del vagón. Me sentí ultrajada y muy tonta por no saber actuar.

Después, un Metrobús que abordé golpeó a una chavita que intentaba cruzar Insurgentes, se quedó tendida en el suelo, un señor se acercó a auxiliarla porque lloraba y su pierna sangraba; el chofer se bajó para preguntar cómo estaba, pero después se subió al camión y continuó el recorrido.

nov04En cuanto al área designada a mujeres, es frecuente escenario de peleas entre las usuarias, no sólo se insultan también se dan de golpes; todos los días hay empujones o codazos al bajar o subir del vagón. Al esperar el Metrobús he quedado en el límite de la línea amarilla, lo cual es peligroso porque la gente te empuja sin importar que te puedan tirar o que te pueda embestir el autobús.

En una ocasión, subieron tantas mujeres al Metrobús que por la presión rompieron los vidrios de la puerta, y entre ellas se organizaron para no dejar subir a otras pasajeras. Además, el exceso de usuarios provoca que las puertas se traben y, como funcionan a gran presión, al desbloquearse he visto cómo golpean con fuerza a las personas. En general, el problema es la tardanza de los camiones, esperar más de 40 minutos para abordar un vagón que además viene a reventar provoca un caos inevitable.

 

 

Armando Valdés

Como todos quieren ir sentados te avientan y pegan con los codos; la otra vez tiraron a un señor, quedó adentro del autobús, pero su pie se atoró entre la estación y el camión, no se podía parar; la gente pasó prácticamente sobre él y hasta se peleaban por pasar, el señor pedía auxilio y sólo así fue como la gente se apartó.

En una ocasión, ingresé al Metrobús y me empujaban por todos lados, pero uno me pisó el zapato y me dejó descalzo. Dije: “ahora cómo voy a llegar al trabajo sin zapato”. Empecé a observar a mi alrededor y después vi que un señor lo había recogido, se lo pedí y me lo aventó.

Un sabadito iban dos señores como de 50 años, uno fornido llevaba una pala y el otro, más escuálido, una mochila, ambos esperaban al mentado Metrobús. Cuando abrió la puerta yo alcancé lugar y a mi lado se sentó el señor con la pala, que había sido empujado por el de la mochila para alcanzar asiento; como no encontró lugar se le sentó en las piernas al señor fornido. Éste le pedía que se levantara, pero el otro argumentaba que él había visto primero el lugar; entre grosería y media, el de la mochila se sujetó al tubo para hacerle más fuerza y darle un codazo en la cara al señor de la pala. Se empezaron a pelear, hasta que un señor les gritó: “Ya cálmense, no se peleen por un lugar, les doy el mío”.

¡Pero las mujeres no se quedan atrás! En el área de los hombres les vale y te empujan, luego se suben para que les des el asiento, pero muchos ya no lo hacen. ¡Ah! Pero si tú te pasas tantito a su área te sacan e insultan, hasta le hablan al policía, son bien bravas. Incluso varones mayores prefieren pasarse con los hombres.

Otro problema son los rateros que abundan en la estación Poliforum. Una noche me di cuenta de que cinco hombres y una mujer, mientras esperaban el Metrobús se hacían señas con los ojos para elegir a su víctima. Entre tanta gente, al ingresar al camión la chava se te planta enfrente, mientras los otros te empujan por todos lados para desconcertarte, mientras ella te bolsea y le pasa el celular a uno de sus acompañantes. En esa ocasión un chavo los acusó y llamó al policía, las ratas no pudieron hacer nada porque hasta una señora dijo: “¡mire, si lleva tres celulares en la mano!” Pero después ya no sé qué procedió.

Cuando llueve el servicio es aún más lento y luego hasta te vas mojando porque algunos Metrobuses, incluso nuevecitos, tienen goteras. En conclusión, molesta que tarden demasiado en pasar o sólo manden camiones a ciertas rutas, porque eso provoca todo lo anterior.

Rosa Rodríguez

Un sábado por la tarde en la estación Félix Cuevas había poca gente en espera del Metrobús; como iba con mi esposo, estábamos en la sección de hombres con dirección hacia el sur. Al llegar el autobús vi que estaba muy separado del andén y al abrirse las puertas inmediatamente sonó el timbre que anuncia el cierre de las mismas, pero la gente aún no descendía; cuando lograron hacerlo intenté entrar, pero sólo alcancé a tocar el autobús con la punta del pie derecho, al no tener el apoyo suficiente mi pierna se fue hasta la rodilla por el espacio que hay entre el andén y el camión. Como mi esposo venía atrás de mí, alcanzó a detener la puerta, mientras pude sacar rápidamente la pierna.

Caí al piso del camión con la pierna raspada y aún así nadie cedió el asiento ni me auxilió. En la siguiente estación nos bajamos en busca de atención médica; afortunadamente no pasó del raspón, un moretón y un gran susto. Desde entonces uso menos el Metrobús, pero un día que llovió muy fuerte tuve que tomarlo y al bajar estuve más de 15 minutos en la estación, sin poder moverme, porque había tanta gente que no me dejaba salir.

nov06Juan Manuel Llaguno

Los tengo detectados, pero mucha gente por la prisa no se percata. Además, es increíble que los policías no los detengan, yo se los he señalado y me ignoran, no sé si también están inmiscuidos, porque las ratas están paradas más de una hora y hasta se cambian las playeras para disimular. En cuanto a la nueva ruta 7, en Reforma, es lo peor que le ha pasado a la Ciudad de México; era la única avenida bonita en este país, turísticamente era presumible, ahora van a provocar más congestionamiento vial.

Angélica Guerrero

No soy fan del Metrobús y cada día lo reafirmo. Lo uso a diario para llegar a mi trabajo actual, mi ruta es de Indios Verdes a Plaza de la República. Oficialmente no he encontrado un horario adecuado de ingreso, ni a las 6:00, 7:00 u 8:00 horas; las mujeres se avientan cual marabunta ansiosa con tal de ganar un lugar. Incluso, en dos ocasiones han descompuesto la puerta. La primera vez fue en La Raza, en su intento por entrar las mujeres se empujaban y gritaban, estaba tan lleno que no cerraba la puerta y ¡crash! literalmente la rompieron.

Entonces el camión no avanzó, pero nadie se bajaba, le gritaban al conductor “¡vámonos así!” Esperar otra unidad era una locura porque la estación estaba completamente llena entre quienes pretendían entrar y los que querían bajar; salí como pude.

La segunda vez fue en Potrero, iba en el límite que divide la sección de hombres y mujeres; muchas intentaban ingresar con fuerza y gritaban: “¡aún hay espacio, háganse para atrás!” Las de adentro respondían: “¡ya no caben, esperen otro!” Eran dos fuerzas luchando, que al final vencieron la puerta. Un señor a mi lado, me dijo: “¿por qué las mujeres son así?”, pregunta que ni yo sabría contestar, y me compartió que esa semana –ya era miércoles- le había tocado lo mismo dos veces.

Tras la tragedia me hice “amiga” de dos señoras y otra chica, coincidimos en pedir un UBER y repartirnos los gastos, luchamos para que nos dejaran bajar del Metrobús descompuesto, que por lógica debían desocupar para que llegara otro.

En una ocasión me golpearon el ojo con el codo, me dolió durante dos días. En cosas chuscas, me han roto mis churros y aplastado mis plátanos, los cuales llegan a la oficina hechos puré. Es un transporte insuficiente para la cantidad de personas que somos y la gente es poco respetuosa; sin embargo, este transporte me lleva a mi destino y en época de frío es ideal; literalmente, el calor humano se acumula en toda su expresión.

Héctor Zavala

No me gusta subir al Metrobús porque siempre va lleno y las mujeres son bien agresivas. Para empezar, soy adulto mayor y tengo derecho a subirme en la parte delantera del autobús, pero a ellas les vale y si te ven sentado te dicen que te pares. La otra vez iba con mi esposa y una señora me dijo que me fuera a la sección de hombres, mi esposa le respondió que era adulto mayor y la señora dijo: “¡ah, pues no parece!” Entonces sarcásticamente le agradecí el cumplido.

En otra ocasión, mi esposa y yo nos subimos en la sección de mujeres, cuando llegamos a nuestro destino nos acercamos a la puerta, amablemente dejé pasar a un señor como de mi edad, pero al tratar de bajar varias mujeres lo empezaron a golpear e insultar porque se había ido en esa sección; yo me salvé porque lo dejé pasar primero, pero estaba tan lleno el camión que después no dejaban bajar a mi esposa; al final pudo salir pero perdió su chamarra nueva y estuvo a punto de no sacar su bolso.

Patricia Vázquez

Una vez traía en mis brazos a mi hijo de dos años, el Metrobús venía a reventar, las mujeres me empujaron de atrás hacia adelante y yo tuve que empujar a las de enfrente; una tipa se molestó y empezó a codearme muy fuerte; afortunadamente venía rodeando con los brazos a mi hijo, si no, él hubiera recibido los golpes.

omo no dejaba de pegarme, le cogí el brazo con fuerza y se lo aventé al frente, sólo así se calmó.

En otra ocasión tiraron a una viejita en la estación Etiopía. Para no variar el Metrobús iba muy lleno, como es costumbre las mujeres que se plantan en la entrada de la puerta no dejan subir a las que están en el andén, pero una anciana como de 80 años al intentar pasar movió a una señora de alrededor de 40 años, que se molestó, insultó y empujó a la viejita, que quedó con el cuerpo adentro y las piernas afuera del autobús. Entre todas le gritamos al chofer porque ya iba a cerrar las puertas, ayudamos a la anciana y después gritamos para que sacaran a la señora que la había tirado, y lo logramos: los policías la bajaron de la estación y la viejita pudo subirse al Metrobús.

Considero que el servicio mejoraría si mandaran más camiones y planearan mejor las rutas, porque eso de que sólo llegue a Etiopía o a Colonia del Valle provoca congestionamiento. Todos los días tomo la ruta 2, que va de Tepalcates a Colonia del Valle, y veo cómo las tipas se pelean, si llevas bebés o niños no te dan el asiento y los camiones tardan hasta 40 minutos en pasar.

Además, así como dividen la zona de las mujeres deberían hacerlo con la de hombres y no dejarla mixta, pues demasiadas se van ahí para que les den el asiento y los hombres muchas veces se los dan, no porque sean corteses sino para evitar que los acusen de acoso sexual. Esa división lejos de dar equidad de género denigra a los hombres.

Sherlín Santiago

A pesar de que hay asientos reservados, la gente no te cede el lugar, no importa que te vean embarazada o con un bebé en brazos. Les vale, no se levantan, se hacen los dormidos, ven para otro lado o simplemente te ignoran. Aunque mi bebé tiene un mes no me dan el asiento, tampoco lo hacían cuando estaba embarazada.

María

A mis 67 años de edad puedo decir que la gente nunca respeta a los adultos mayores, son a los primeros que tiran y nunca les ceden el lugar; al pedirlo, la mayoría de las mujeres lo dan, pero hay hombres que hasta te insultan y no se levantan. Yo, que utilizo bastón, nunca puedo agarrarme de los barandales porque siempre van llenas las unidades.

Los policías en los torniquetes que dan acceso a personas discapacitadas o de la tercera edad te tratan mal o tardan en aparecer para dejarte pasar; habían anunciado que habilitarían baños en varias estaciones y en Etiopía están muy limpios, pero en la ruta de Insurgentes los policías no te dan acceso y uno como viejito necesita ir mucho al baño. Hay veces en que dejo pasar cinco o seis camiones porque vienen muy llenos, y muchas veces el problema es la educación de la gente, pero es difícil cambiarla porque eso se mama en casa; de todos modos quiero mucho al Metrobús porque me traslada a mi destino.

José Enrique Valdés

He visto cómo le roban a mucha gente cuando se hace la bola para entrar al vagón, sobre todo en la estación Indios Verdes, ya nada más ves cómo las personas se buscan el celular o la cartera y ya no los traen. Una vez vi cómo a un señor le sacaron su celular del pantalón y luego se lo pasaron a otro sujeto, entonces al acusar a la primera persona ya no lo traía. Fungí como testigo, pero al no haber evidencia el policía dijo que no podía proceder. Diariamente vivimos mucha inseguridad.

Por otra parte, es molesto que las mujeres se suban al vagón de los hombres, pues se aprovechan de que uno como caballero les dé el lugar. En mi caso, el recorrido es de aproximadamente 50 minutos, subo en Indios Verdes y bajo en Poliforum, cuando vienen muy llenos dejo pasar algunos camiones para poder ir sentado, pero si en la siguiente estación se sube una mujer le tienes que dar el asiento y está mal, pues de alguna manera también deben exigirles que pasen a su área.

He presenciado bastantes peleas, incluso he participado en ellas porque hay personas maleadas que al subir alzan los brazos o codos y te golpean; a veces, aunque ya estén en el camión te responden con groserías, entonces es cuando debes ponerte igual y ya le bajan, pues si no les contestas se aprovechan. Creo que se necesita educación en los pasajeros, pero sobre todo que pongan más orden al momento en que aborda la gente.