ÁGUILA Y SUS AMIGOS

El pasado 7 de mayo, Movimiento Ciudadano Tlalnepantla organizó un festejo para los niños de la Unidad Habitacional Tejavanes y zonas aledañas.
Evelyn Reyes Águila Secretaria de Comunicación Social Movimiento Ciudadano Tlalnepantla

Si a los niños se les pone atención y encausa en actividades que les permitan desarrollar su potencial al máximo, en el futuro serán ciudadanos capaces de resolver todo tipo de problemas

En punto de las 7 de la mañana del domingo 7 de mayo, nos reunimos todo el equipo de Movimiento Ciudadano Tlalnepantla en la Unidad Habitacional Tejavanes, en el Estado de México, con el único fin de llevar sonrisas, diversión y muchas sorpresas a los pequeños que viven ahí y en las zonas aledañas.

Todo el equipo trabajábamos arduamente para que no faltara nada en el festejo de los niños, mientras los colaboradores Isidro Hernández y Eduardo descargaban todas las cosas y materiales que ocuparíamos en el evento. A su vez, la señorita Paola, junto con habitantes de la unidad, subía a las paredes para colocar las lonas y crear el ambiente perfecto para llevar a los pequeños a uno de los lugares más fantásticos que uno suele visitar de niño: una gran carpa, donde si bien no encontrarían tragafuegos, malabaristas, trapecistas o mimos, hallarían sorpresas, alegría, amor y mucha diversión.

Las 9 marcaba el reloj y el maestro Alfonso Vidales Ochoa extendía la lona circular con nuestra emblemática águila que de sólo mirarla causaba asombro, ya que para nosotros el utilizar como símbolo uno de nuestros emblemas nacionales es un honor y nos recuerda la gran responsabilidad que tenemos con cada uno de los ciudadanos. La lona era tan grande que no pude evitar apreciarla desde las alturas.

Al bajar la vista, a lo lejos observé a la licenciada Teresa Ochoa, quien se encontraba armando y acomodando sillas mientras nuestro equipo de colaboradores, el licenciado Eduardo Mendoza y el licenciado José Luis Reyes, así como nuestros fieles seguidores y familiares, llenaban dulceros, preparaban los refrigerios, las bebidas y los snacks para nuestros chiquillos.

El tiempo seguía su curso y parecía ir con mayor velocidad que de costumbre. Yo por mi parte revisaba que no faltara nada y que cada cosa estuviera en su lugar tal y como lo habíamos planeado semanas antes. El sol parecía que estaba igual de contento que nosotros, pues ese día brilló al máximo e hizo de las suyas con un intenso calor.

Era momento de realizar la última revisión: estaba lista la sala de arte, así como la cápsula y cabina de fotos; el cine, la pesca y el área de concursos se encontraban espectaculares; la mesa de dulces, bebidas y alimentos estaba deliciosa; los premios se veían sorprendentes, hasta daban ganas de concursar por una bicicleta. Mientras, protección civil estaba alerta y nuestros nervios al mil por ciento.

Se acercaban las 10:30, las personas se encontraban afuera y la carpa por fin se abrió, entonces los pequeños corrieron por todas partes. El maestro Alfonso Vidales, en punto de las 11, dio la bienvenida a todos los presentes y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro al felicitar a todos los pequeños en su día. Les hizo saber que el Día del Niño es una celebración que se realiza hace más de 40 años con el fin de reafirmar los derechos que todos los niños poseen y lo importantes que son para nuestra sociedad.

Entre aplausos y chiflidos, llegó el momento de la apertura de concursos. Para conducir tal sección, el maestro Alfonso pidió a todos los presentes que gritaran: “¡Licenciada Evelyn!”, un grito que vino desde lo más profundo de cada niño, lo que provocó que aumentaran mi alegría y mis ganas por convivir con ellos.

El primer concurso fue “Gallos”, que de no haber puesto límite de tiempo, los niños aún estarían persiguiéndose en todo el círculo de la cancha; enseguida hizo su aparición el famoso juego de las sillas, que estuvo lleno de ritmo y mucho sabor.

No podíamos olvidar a nuestros grandes niños pintores quienes en la sala de arte dejaron todo su esfuerzo, así que también premiamos a las tres mejores pinturas. Después llegó el momento de mostrar en la pista sus mejores pasos, así que pasaron al centro diez parejas de edades distintas con ganas de sacarle brillo a la cancha. Al ritmo de Elvis Presley, Caballo Dorado, Celia Cruz, entre otros, compitieron para quedar entre los primeros lugares y ganar una ansiada bicicleta, una increíble patineta o un hermoso balón. Las parejas iban eliminándose hasta que al final quedaron sólo tres; gracias a los aplausos, pudimos definir primero, segundo y tercer lugar.

El medio día se acercaba, y con él, la sed y el hambre nos traicionaban. Entonces llegó el momento de darles a todos un snack de zanahoria, pepinos y jícamas con sal y limón… ¡Sólo de recordarlo se me hizo agua la boca! Era más que obvio que los chiquillos, después de semejante esfuerzo en cada uno de los juegos, necesitaban algo más, entonces las bolsas personificadas de payasos naranjas se hicieron presentes y comenzaron a abrirlas para sacar de su interior un sándwich, jugo, palomitas, chicharrones y dulces.

Antes de agradecerles por su asistencia, los invitamos a que pasaran a decirnos: ¿Qué harían si fueran presidentes? ¿Qué harían si fueran diputados? Muchos nos sorprendieron con sus contestaciones, que fueron desde “bajaría los sueldos de los diputados” y “ayudaría a los animales”, hasta una estremecedora respuesta de un pequeño de cuatro años llamado André Jair Reyes, quien dijo: “Yo ayudaría a todos los niños enfermos de cáncer”, lo cual provocó que nuestros ojos se inundaran de lágrimas y nos puso a pensar que si a los niños se les pone atención y encausa en actividades que les permitan desarrollar su potencial al máximo, en el futuro serán ciudadanos capaces de resolver todo tipo de problemas.

Eran las 13:30 horas y el final estaba más cerca. El maestro Alfonso Vidales y su servidora agradecimos a todos los presentes por asistir y llenarnos de toda su energía, inteligencia y entusiasmo. Nuestros niños se retiraban y todo el equipo de Movimiento Ciudadano Tlalnepantla comenzaba a recoger las cosas, cuando de pronto, un niño me gritó: “¡Evelyn!”. Fui hacia él y me dijo: “Gracias, porque en otros partidos lo que hacen es arrojarnos las pelotas y los dulces, sin embargo, con ustedes no es así. Me divertí mucho y hasta me gané un balón por haber concursado”. Yo, con una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro, le respondí: “¡Qué gusto haberte hecho pasar un rato lleno de diversión!”. Y sí, de hecho había pensado que ese día había sido maravilloso, pero con tales palabras, esa mañana pasó a ser sublime.