Cuba, un país de contrastes

Patricia Zavala Jiménez

Patricia Zavala Jiménez

¡Algunos cubanos están mal informados sobre el capitalismo!

Al aterrizar el avión en tierra caribeña, los residentes efusivos aplauden al tiempo que vitorean: ¡Estamos en Cuba!, ¡Después de 15 años, por fin, regreso a mi tierra!, ¡Hemos llegado a La Habana! Tras un viaje de dos horas con 20 minutos desde la Ciudad de México, comparto el entusiasmo cubano porque es la primera vez que visito esta histórica isla, donde prevalece la influencia española, inglesa, francesa y estadounidense.

En el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, Cuba, el sol habanero arrecia luego de descender del avión y realizar el check out, donde me sorprende el extenso número de extranjeros, en su mayoría europeos, que arriban a este país para vacacionar, así como los dos pequeños caninos cocker negros que a causa del intenso calor permanecen postrados en el suelo, antes de iniciar otro rondín para detectar drogas en las maletas y en las personas.

De forma abrupta, un trabajador de la aduana nos detiene y sin titubeos solicita nuestros pasaportes, para después de un breve interrogatorio saber que somos: Patricia Zavala Jiménez y Edgar González Ruiz, mexicanos que pasaremos nuestras vacaciones en Cuba. Soy periodista y Edgar es fotorreportero. Nos hospedaremos en un apartamento en el Centro de La Habana Vieja, aún no sabemos qué otros lugares visitaremos; pero después de recabar la información, el uniformado nos desea una buena estancia.

Con mochila al hombro vamos a una Casa de Cambio (CADECA) porque en Cuba circulan dos monedas: el peso convertible (CUC) que se utiliza prácticamente en cualquier transacción para los turistas y equivale a cerca de un dólar americano, o bien, $19.70 pesos mexicanos; y el peso cubano (CUP), la moneda nacional que sólo se usa en mercados o pequeños establecimientos, equivalente a .87 centavos de peso mexicano, o 24 CUP corresponden a un CUC.

La única alternativa para trasladarnos a la ciudad de La Habana, a 25 kilómetros del aeropuerto, es abordar un moderno taxi amarillo con aire acondicionado, que cobra 25 CUC. En el inicio del recorrido, las casas son pequeñas y coloridas, en algunos muros hay consignas revolucionarias e imágenes de sus héroes nacionales. A la vez, transitan automóviles clásicos de los años 30 o 50, la mayoría en malas condiciones, aunque también circula un sinnúmero de modelos recientes como Peugeot, Hyundai, Audi o Mercedes Benz que cruzan El Vedado y La Habana Libre, dos de las principales zonas turísticas donde hay lujosas edificaciones.

Sin embargo, después de media hora, la arquitectura se torna antigua, majestuosa pero derruida. El ir y venir de la gente indica que hemos llegado al Centro de La Habana Vieja. Nuestra casera, Elizabeth, forma parte de los diez mil habitantes cubanos que oficialmente alquilan sus casas, habitaciones o apartamentos para los turistas, a cambio de una cuota que le dan al gobierno. Antes de salir a la calle, nos advierte: “Por ningún motivo tomen agua de la llave, si lo hacen se van a enfermar del estómago; incluso, cualquier bebida preparada pídanla con agua gaseada porque suelen rellenar las botellas con agua de la llave. Si tienen alguna duda pregúntenle a los policías y a los adultos mayores, pues los jóvenes tienen otros intereses y suelen desviarlos de su destino; aunque Cuba es sumamente segura, sobre todo para los turistas, deben cuidarse”.

La esencia cubana

En las calles de La Habana Vieja, unos lugareños nos observan cuando transitamos en una zona no concurrida por turistas; sin embargo, la mayoría nos ignora y continúan platicando afuera de sus viviendas con amigos o familiares; predominan las vecindades, no todas están devastadas, aunque en algunos casos sólo subsisten las fachadas de grandes edificaciones. Al levantar la vista aprecio una hilera de balcones, desde los cuales la gente observa el entorno o pone a secar la ropa. Los niños juegan futbol con una botella de plástico o pequeñas pelotas, mientras los conductores de bicitaxis los esquivan, al ritmo de una tonadita reguetonera que suena a la distancia.

Contra lo que imaginaba y según el Censo Nacional de 2012 de Cuba, en este país los blancos representan el 64.1% de la población, los mulatos el 26.6% y los negros el 9.3%; específicamente en La Habana el 58.4% de la población es blanca, el 15.2% negra y el 26.4% mulata. Los habitantes visten ropa ligera, ya sean bermudas, blusas o playeras con tirantes y calzan chanclas, aunque si laboran en restaurantes u hoteles usan un sencillo traje sastre; me sorprende observar a quienes con alarde visten ropa con la bandera estadounidense o comen un hot dog.

Réplica del Capitolio de Washington, D.CLuego de recorrer varios kilómetros de casas pintadas con colores que alguna vez fueron radiantes, al igual que sus arcadas, con rejas de hierro forjado y amplios patios interiores, llegamos al Centro Histórico de esta ciudad fundada en 1519 por los españoles y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982. Además de sus dos millones de habitantes, esta parte de La Habana conjunta diversos estilos arquitectónicos: colonial, barroco, neoclásico, Art Nuveau y Art Deco, testimonio de la influencia y la dominación extranjera como: el Hotel Inglaterra el más antiguo de Cuba fundado en 1875, el bar Floridita que visitaba el escritor Ernest Hemingway, el Paseo del Prado o el Capitolio, una réplica exacta del construido en la ciudad de Washington, D.C., actualmente en remodelación, como lo estuvo la Catedral de La Habana, tras la visita del Papa Francisco en 2015.

A lo largo de ocho kilómetros, el malecón conecta con las zonas más opulentas de la ciudad, como la famosa calle 23, la avenida de los Presidentes, la avenida Paseo, el solemne Hotel Nacional de Cuba. Mientras, en el Vedado está la Plaza de la Revolución, la Necrópolis Cristóbal Colón y la zona hotelera, en la que se ubica el clásico Hotel Copabana.

“¡Oye Mexicano, mexicano! Sí eres mexicano ¿verdad?”

En las calles de La Habana Vieja, los cubanos tratan de adivinar la nacionalidad de los turistas para llamar su atención: “¡Oye mexicano, mexicano! Sí eres mexicano ¿verdad?”. Es una apuesta, a veces yerran porque te confunden con un chileno o español, pero la mayoría aciertan, lo cual en un inicio sorprende y se vuelve motivo para desencadenar múltiples ofertas:

“¿Es tu primer día en Cuba?… ¡qué suerte tienes! hoy es el último Día de la Cooperativa, donde los puros son más baratos y de buena calidad”; también es común escuchar: “¡Taxi, amigo, taxi! En una hora te llevo a los lugares más emblemáticos del Centro Histórico, por 20 CUC”, o “Si te animas, un chofer te da un paseo en un clásico automóvil descapotable de lujo de los años 50´s, en diversos colores brillantes a elegir, por 30 CUC la hora”.

Si tienes apetito: “Por 5 CUC elige si comes ropa vieja acompañada de moros con cristianos, vaquita frita, ensalada con camarones o cerdo al jugo, y una bebida al gusto. Por 10 CUC langosta y una bebida”; entonces “¿Qué tal un mojito, una cuba libre o una Corona?” o esta noche “¡Ven a bailar salsa!”; en las plazas públicas es común escuchar: “¿Quieres Internet por una hora? La tarjeta vale 20 CUC”; y no falta quien diga: ¿Compras marihuana?

Algunos cubanos quieren que les des cualquier cosa, y a veces resulta abrumador: ¿Me regalas tu vestido? ¿Le tienes afecto a tus lentes? ¿No te sobra algo de Avón…maquillaje o jabón? ¿Regálame tus snorkels? ¿Me cambias tu playera de calavera por unos habanos? ¿Me compras un litro de leche para mi hijo?”.

DIÁLOGO CON CUBANOS

 

José Toño y su familia

 

En una plaza contigua a la Bodeguita del Medio, encontramos a José Toño, un marino jubilado que nos cuenta: “No creo que el deshielo histórico entre Cuba y Estados Unidos sea nuestra salvación, al contrario hemos sabido vivir sin su ayuda, aunque ni Raúl ni Fidel le dan la cara al pueblo; nosotros nos enteramos por los turistas u otros medios de comunicación”. Por cierto, dice, hemos escuchado que las cosas andan mal en México: tiene graves problemas con el narcotráfico, el gobierno desapareció a 43 estudiantes, otra vez detuvieron a “El Chapo” y el actual gobierno es ilegítimo.

José Toño se estremece al saber que la información es verídica, pero afirma: “bueno, ustedes tienen empleos bien remunerados”. Edgar le explica que la mayoría de los trabajadores reciben sueldos bajos y no tienen prestaciones porque predomina el trabajo outsourcing. De pronto, José Toño dice coleccionar billetes mexicanos de 20, 100, 200 y hasta 500 pesos, pero le falta uno de 50, le decimos que no traemos dinero mexicano y nos despedimos. Más adelante corroboramos que sí traemos uno, regresamos pero ya no está.

Entonces un joven cubano, que dice fue campeón olímpico de boxeo y entrenado por un mexicano, nos lleva a casa de José Toño, quien emocionado nos invita a su hogar y nos presenta con sus familiares que permanecen en el patio de la vecindad, en el interior de la casa está su esposa y una niña, que es su nieta. A Edgar le asigna la mecedora y a mí me sienta a lado de su mujer, al tiempo que nos sirven ron y observan la televisión.

Les pregunto ¿Qué novela ven?, inmediatamente la esposa dice: “es colombiana, se llama Esclava Blanca, vemos televisión por cable, aquí está prohibida, pero nos robamos la señal para ver noticias de otros países. Por eso sabemos de los atentados en Miami, los 43 desaparecidos en México y el reciente atentado en Bruselas. Los medios cubanos no informan ni lo que sucede en Cuba”.
Curiosa, la nieta nos cuestiona sobre el bullying en México: “aquí tus amigos te respaldan, no dejas que te insulten ni que te peguen, y si lo hacen respondes a la par”. Sobre el Internet, explica: “antes era gratis en las plazas públicas, pero tantos jóvenes se aglutinan que ya es muy lento y ni te conecta, a nosotros nos dieron un password para robar la señal”.

De pronto, José Toño habla de la Libreta de Abastecimiento: “últimamente nos dan menos libras de pollo, aceite o jabón, es inevitable comprar en la bolsa negra. Yo recibo 20 CUC al mes, no alcanza para nada, sin que sepa el gobierno desempeñamos otros trabajos. Eso sí, los cubanos con dinero trabajan en el ministerio o bien, tienen familiares en el extranjero”. Al despedirnos le obsequiamos el billete de 50 pesos.

 

En la fila de la CADECA

 

Un afrocubano me pregunta: ¿Amiga, los mexicanos son ricos? No, sólo el 1% de la población, respondo. “¿En tu casa tienes ganado? pues tu bolsa y zapatos son de piel”, le comento que los compré en una tienda. Inquieto me cuestiona: “En México son capitalistas ¿tienen buenos empleos y salarios?” Respondo que los salarios suelen ser bajos y sin prestaciones sociales. Sin más, dice: “Entonces el capitalismo es malo, pero a los cubanos nos quieren hacer creer que es bueno”. En comparación, le digo, Cuba no tiene analfabetas, cuentan con servicio médico gratuito, al igual que vivienda y alimentación, en México no hay garantía de esos servicios. Y sorprendido afirma: ¡Entonces algunos cubanos, están mal informados sobre el capitalismo!

 

En el bar Guantanamera

 

Miguel, también afrocubano, cuenta: “En las últimas semanas, todos los días sufrimos el corte intermitente de luz y agua por tres o cuatro horas, pero en el Centro de La Habana no lo hacen por el turismo. Ya no está llegando el petróleo venezolano, ante el desabasto en ese país, que es nuestro principal socio comercial, no sabemos hasta cuándo podrá suministrarnos”.

 

Un señor de la tercera edad

 

“La próxima guerra en Cuba será por el agua y el petróleo”.

 

Día de la Cooperativa

 

Elizabeth confirma que el “Día de la Cooperativa”, es una estrategia para enganchar a los turistas y llevarlos con un supuesto empleado de las fábricas tabacaleras, con la advertencia de que al día siguiente los habanos te costarán el doble. Además, mezclan el buen tabaco con otros de baja calidad; no obstante, asegura que una amiga labora en la factoría de Cohiba, considerado el mejor puro de Cuba, donde obtiene una caja con 25 puros a tan sólo 45 CUC.

¡No confíes en ningún cubano!

 

En la Plaza Central, Lú, un joven taxista de 35 años, acompañado de su novia Eilian, le pregunta a Edgar: ¿No tienes alguna amiga que quiera casarse con un cubano? Al recibir una respuesta negativa y continuar la charla, afirma: ¡No confíes en ningún cubano! Mientras, Eilian me dice: “Es lamentable que aquí valga más un extranjero, que un cubano, la policía dice que no molestemos a los turistas, lo cual puede ser motivo para encarcelarte; también si no envías a tus hijos a la escuela te puede costar un año de cárcel; incluso, si no trabajas te encarcelan. Cuba es muy bonito, pero nosotros queremos conocer otros países. Al único que podíamos ir era Ecuador, pero ya no. Los cubanos decimos que ésta isla es la cárcel más grande del mundo”.

El calor es intenso

 

En algunos establecimientos el agua embotellada de 325 ml vale 1 CUC o el litro y medio 1.5 CUC hasta 4 CUC, mientras que la cerveza nacional de 325 ml va desde el 1 CUC hasta 2 CUC. Compramos un six de cerveza para disfrutar la bebida en el malecón. Por la noche, en los portales de la calle Galiano se destaca la presencia de jóvenes cubanas vestidas con diminutos vestidos, que fijan su mirada en los turistas.

Pareja de cubanos caminando en La Habana viejaEn el malecón no encontramos a ningún sonero, más que a un Rastafari, que le pregunta a Edgar: “Quién es la poetisa mexicana que escribió: Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón”; Edgar le responde inmediatamente  que Sor Juana Inés de la Cruz. Al detenernos nos presenta a su amigo “El Ruso”, ambos cubanos tienen 47 años, viven del arte y admiten que a estas alturas no abandonarían Cuba, pues sus mejores años de juventud los vivieron en la isla, aunque sufrieron la censura en carne propia.

“El Ruso” dice que en su adolescencia tocaba rock and roll, lo cual estaba prohibido: “En mi casa tuve que enterrar los discos; cuando el gobierno me buscó saquearon todo, pero nunca los encontraron; más adelante fui pintor, pero sólo permitían hacer paisajes y retratos, y a mí me gusta el arte crítico. Aún en la actualidad, hay vecinos que tienen la consigna de vigilar a los habitantes de la colonia y si te encuentran sospechoso te acusan con el gobierno. Sin embargo, mi juventud la viví en el Periodo Especial; a estas alturas quiero morir en Cuba, si acaso viajaría a otro país para enseñar mi arte”.

En cuanto al amor, me confiesa: “aquí es pasajero, las mujeres buscan relaciones rápidas, quieren tener hijos y después todo es superficial, siempre buscan algo de por medio. En cuanto a la prostitución, si te das cuenta en algunas calles, bares o incluso en el malecón hay jovencitas que le hacen la plática a los extranjeros, piden que les inviten un trago, después por 100 CUC proponen un encuentro íntimo en una casa particular. Está más velado, pero muchos turistas buscan estos servicios”.

El poeta Rastafari cuenta: “Esta mañana nos fuimos a la playa del Este, sólo tuvimos que tomar una guagua (autobús urbano), y ahorita bebemos ron, es cierto que sólo una vez al mes puedo comprarlo, pero si mañana falto a la panadería donde trabajo, no me corren ni me disminuyen el sueldo, esas son algunas ventajas del sistema cubano; Estados Unidos no nos va a salvar, al contrario, va a terminar con los únicos beneficios que tenemos los cubanos”.

Después de una larga charla, nos despedimos con un fraternal abrazo, de esos que das cuando no sabes si volverás a ver a esa persona.