La poesía en el exilio

Guillermo Revilla

Guillermo Revilla

“Es importante hacer el esfuerzo de divulgar la obra de autores, conocidos o no.”

Empieza usted el estudio preliminar de la antología diciendo que casi no puede acordarse de sí mismo sin la presencia de lo español en su vida. ¿Cuál fue esa presencia?

Cuando yo era niño había muchos españoles muy visibles en la Ciudad de México: abarroteros, tenderos, y en algunos casos, era muy pintoresco ver algunos españoles con boina, puro y su mandil despachando en las tiendas con su acento español. También era frecuente ir al centro para comprar cosas, y por las calles de López y Ayuntamiento había muchos cafés donde se reunían a españoles. Con el paso de los años, me fui dando cuenta de que había un grupo llamado “gachupines”, que eran los españoles que habían venido antes de la guerra civil a “hacer la América”, y los refugiados. Más adelante me enteré de que había una distinción: los “gachupinches” y los “refugachos”, así se decían entre ellos.

Una segunda visión de lo español ocurrió a través de la memoria de mis padres. Les gustaba mucho evocar la llegada de los españoles en la época de Cárdenas y los contactos que habían hecho con ellos por razones de negocios o de trabajo.

La tercera vivencia fue que en la escuela, con los maristas, desde la primaria hasta la preparatoria, donde tuve algunos profesores españoles. Por razones ideológicas era notorio que ellos no pertenecían al grupo republicano, hablaban siempre de cosas religiosas y de Franco con mucho entusiasmo.

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¿Cómo pasa de esas primeras vivencias a llevar a cabo la antología?

Cuando entré a la facultad a estudiar la carrera de Letras, conocí a un grupo muy fuerte de refugiados que fueron maestros y que además eran escritores, sobre todo poetas. En esa época me acerqué particularmente a César Rodríguez Chicharro. Era un maestro muy carismático, que tenía una relación muy cercana con los alumnos. Al final de su vida tuvimos una relación muy estrecha, y él, creo que sin saber en lo que iba a desembocar esto, me comisionó para que lo ayudara a elaborar una antología de su obra. Estábamos en el proceso de cerrarla cuando murió. Entonces me dejó un menudo paquete: tuve que terminar el libro yo solo y hacer después toda la preparación de un largo prólogo para hablar de él y de su obra. Creo que fue Chicharro el que me dejó “mordido por el venenito”.

Después me hice amigo de Federico Patán, y al regresar a hacer un posgrado en la misma facultad, le propuse a Federico que fuera mi asesor de tesis de maestría, le dije que quería hacer la tesis sobre su generación. Decidí hacer una especie de reflexión sobre todo el grupo de poetas hispanomexicanos.

Este grupo coincide o es parte de la generación del medio siglo en México, donde hay nombres como los de Rosario Castellanos, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Juan García Ponce, entre muchos otros.

¿Por qué los hispanomexicanos no son tan conocidos?

Literariamente, a los hispanomexicanos no se les considera una generación, sino un grupo que pertenece a esa generación del medio siglo mexicano, que es enorme, incluye muchísimos narradores, pero también hay poetas, y muchos de ellos se volvieron, por una razón o por otra, muy famosos: o por los papeles que ocuparon en sus actividades, como Rosario Castellanos, que se volvió un puntal del feminismo mexicano, pero también fue docente y embajadora; o bien, otros como Carlos Monsiváis que era “ajonjolí de todos los moles”, pero lo suyo era también ser un gran comunicador y pensador, y por lo tanto elegía los medios y los sabía manejar muy bien. Yo creo que el grupo hispanomexicano no es tan conocido porque no buscó tanto los foros mediáticos, salvo algunos que por razones diversas se vincularon con grupos como el de Octavio Paz, es decir, Tomás Segovia, Ramón Xirau, Gerardo Deniz, que son los más conocidos. Yo creo que esto tiene que ver un poco más con algo de talento para las relaciones públicas. En otro caso, muchos de ellos fueron profesores, no siempre buscaron los reflectores, y se quedaron instalados en un medio donde eran conocidos, pero no tenían un reconocimiento aplastante.

entrevista-poesia-en-exilio-000¿Cómo se acomoda este grupo en esa generación? ¿Por qué dedicarse a ellos?

Dentro de la generación del medio siglo hay muchas voces y muchas tendencias. No hay una sola línea de trabajo. La voz de los poetas y narradores hispanomexicanos es muy peculiar dentro de esta generación mexicana, y creo que lo que hacen es aportar una variante muy interesante a lo que es esta gran sinfonía, y es que pueden ser una mezcla de una visión española y una visión mexicana, una fusión de ambas sensibilidades. Hay que pensar que todos ellos llegan a México muy jóvenes, entre los dos y los 15 años. Federico Patán llega de dos años a México, en cambio Luis Rius llega a los 12; Rius decía: “Éramos demasiado pequeños para ser españoles, y demasiado grandes para ser mexicanos”. Ellos no escriben como el resto de la generación del medio siglo mexicano, pero tampoco son tan excéntricos como para suponer que es un grupo de chinos escribiendo en México. Yo creo que hay una identidad que los une a la generación mexicana, pero por otro lado también les da una voz propia, que es la hispanomexicana.

¿Cómo es esa voz?

Alguien ha dicho que el exilio es lo que les da identidad, y yo creo que el exilio es el tema del que menos hablan. No digo que no se hable, pero no es una obsesión de los hispanomexicanos. Por ejemplo, José de la Colina dice que a él el exilio “le viene valiendo madres”. En cambio hay otros autores, como Angelina Muñiz, a quienes les es muy entrañable el tema de haber salido de España y de tener una especie de ruptura o escisión personal al respecto. Algunos de ellos mantienen una cierta tonalidad lingüística y estilística peninsular, por ejemplo, recurren un poco al vosotros; a veces uno reconoce ciertas marcas del lenguaje que son de España, y que ellos mezclan de una forma muy curiosa entre cosas que son españolas y mexicanas, porque pueden manejarse un poco entre ambos territorios.

¿Cómo podría caracterizar al México que recibe a estos niños exiliados?

Creo que había una gran apertura propiciada por el general Lázaro Cárdenas, pero eso no significa que todo el país estuviera en la misma tesitura cardenista. Había muchos grupos reaccionarios y conservadores. Hay que recordar que aunque se organizaron bienvenidas para recibir a la gente que llegaba en los barcos, también es cierto que cuando los niños de Morelia se fueron a Morelia, hubo ocasiones en que la gente apedreó el orfanato. Eso indica que no todo México estaba preparado para recibir a los comunistas, había un sentimiento anticomunista fuerte. Hay que recordar que Cárdenas se planteaba como socialista, y que si bien es cierto que abrió las puertas a comunistas como Trotski, o que había una buena relación con la Unión Soviética, siempre se tuvo que manejar con mucha cautela todo el tema de la izquierda porque había grupos católicos rabiosos o derechistas que hacían una campaña paranoica en una época donde había una leyenda negra acerca de lo comunista.

¿Por qué, desde el discurso oficial, una recepción tan cordial? ¿Qué ganaba el gobierno de Cárdenas al recibir al exilio español?

Yo creo que originalmente hay una actitud humanista en el gobierno de Cárdenas para recibir a los que fueron exiliados, a los derrotados, uno, porque eran socialistas y había una solidaridad desde el punto de vista ideológico del gobierno de Cárdenas, pero hay que recordar que el presidente también permite la llegada de judíos cuando Francia es derrotada. Yo creo que hay una visión muy generosa del gobierno, pero también creo que hay otro programa, que es el de impulsar una modernización de México, porque claramente las cosas que traían los españoles y los europeos que podían venir, implicaban una modernidad tecnológica, industrial y comercial que México no tenía, pues estaba saliendo de la Revolución y todavía no existía una gran planta industrial, era un país semiagrícola aún, en la transición hacia una modernización. Lo que los españoles y los europeos traen son trabajos calificados, por ejemplo, en fábricas. Saben hacer muchas cosas que muchos mexicanos no sabían hacer porque no había esas cosas.

¿Cómo podría decir que ha evolucionado esa relación México-España hasta hoy?

Creo que a veces tiene que ver con el tipo de régimen político que nos toca vivir tanto a los españoles como a los mexicanos, y la posible cercanía o antipatía que nos pueda producir un grupo político de allá o viceversa. Yo creo que en ese sentido, tuvimos un proceso invertido. Cuando el PSOE estuvo en el poder en España hace poco tiempo, el PAN estaba en el poder aquí, y cuando sale el PSOE, sale el PAN y entra otra vez el PRI, que tradicionalmente sería el partido que vio con simpatía a España, aunque el PRI de ahora no tiene nada que ver con el PRI de Cárdenas, y el PSOE, aunque sea socialista, no tiene nada que ver con los grupos republicanos de la época de la guerra.

A la luz de todo el estudio que ha hecho, ¿cuál sería el lugar histórico de la generación hispanomexicana, de los hijos de los exiliados españoles?

Yo creo que la segunda generación ha hecho muchas aportaciones. Para mí son valiosas intrínsecamente las literarias, pero al margen de la calidad de la obra que deja el grupo hispanomexicano, fueron muy activos en el medio académico, tanto en la Facultad de Filosofía y Letras como en otros medios. Muchos hispanomexicanos se incorporaron a la UNAM, donde pudieron vincular cosas que habían recibido, herederos todavía de las instituciones españolas de enseñanza, de un estilo de aprender y de ver la cultura, sea la cultura literaria o la cultura científica, y que ellos aprendieron en escuelas como el Madrid, el Instituto Hipanomexicano o el Luis Vives, y que después llevaron a las facultades a las que entraron, pues muchos de ellos fueron biólogos, químicos, ingenieros. Yo creo que aquí encontramos una actitud de renovación del estilo académico. Gracias a la visión de muchos de ellos se han podido hacer después colecciones, ediciones, planes de estudio innovadores para ciertas carreras, que finalmente iban a repercutir en la formación profesional de mexicanos. Muchos de los hispanomexicanos fundan o ayudan a organizar los famosos institutos de investigación en la UNAM.

Es insoslayable pensar también en las editoriales que formaron: su influencia en el Fondo de Cultura Económica, en editorial ERA, etc. Por otro lado, en el COLMEX, que para bien o para mal es una institución muy sólida, muy prestigiosa, formadora de gente muy importante en México.

¿Por qué hacer una antología poética en un país donde se lee poco?

Creo que en México hay un analfabetismo amplio en torno a la cultura, y un mayor analfabetismo literario. Ese analfabetismo es gravísimo en la lectura de poesía, aunque paradójicamente hay fans de la poesía: cuando Jaime Sabines hacía sus famosos recitales en la UNAM poco antes de morir, en la Sala Nezahualcóyotl había gente afuera, no alcanzaba la sala. Habría que hacer mediciones más precisas acerca del mercado de la poesía, porque yo creo que sigue habiendo lectores, pero no sabemos cómo acercarnos. A mí me parece que los lectores no compran libros de poesía, más bien los van reciclando o los van haciendo trabajar por fotocopias. Lo que pasa es que las editoriales comerciales impulsan mucho a los novelistas desde criterios completamente extraños (extraños para uno como lector, pero muy claros para ellos como vendedores), determinan a un grupo de novelistas que van a ser los privilegiados, y la gente compra mucha novela que a veces vale la pena, pero a veces, también, mucha basura.

Para la lectura de poesía es importante hacer el esfuerzo de divulgar la obra de autores, conocidos o no, como botellas lanzadas al mar para que alguien las pesque y lea.