Los políticos: muchas promesas y nunca tienen tiempo de cumplir

Plática con don Ángel Bonilla, zapatero de la colonia Nápoles

Tania Rosas

Tania Rosas

Damos la bienvenida a estos minidiálogos que no son más que un breve botón de muestra de las vivencias cotidianas que enfrentan millones de mexicanos. Escuchar su voz es esencial para comprenderlos.

Platicamos con el señor Ángel Bonilla. Tiene 48 años de edad, de los cuales lleva 33 de trabajar en un reducido espacio de alrededor de dos metros cuadrados. En este lugar, situado en la calle de Nueva York, colonia Nápoles, en la Ciudad de México, don Ángel tiene su establecimiento: un carrito de supermercado cubierto con una lona, en el que se dedica a la reparación de calzado.

La gente está acostumbrada a la presencia de don Ángel en la colonia; es como una tradición. “Trabajo siempre hay, pero la gente es floja y en algunos lugares los empleos son mal pagados. Aquí mi preocupación diaria siempre es sacar el gasto del hogar”. En su establecimiento, don Ángel pasa por igual días con mucho calor y los de lluvia también.

frase-platicaHabla de los políticos. Los critica. Opina que hacen muchas promesas y que nunca tienen tiempo para cumplir lo que prometen. “Independientemente del partido que sea -dice- lo que siempre es nuevo son las promesas; los gobiernos nuevos llegan con bríos, nueva mentalidad y propuestas buenas, indica, pero no cumplen”.

 “Siento que cada político se preocupa por ganar, y lo que se les pegue se les va a pegar; para eso estudiaron, para eso se quemaron el coco; pero deberían ayudar a la gente, así la tendrían más contenta y se irían con mejor imagen”, afirma don Ángel.

 Al cuestionarle qué se necesita para que la gente confíe de nuevo en la clase política, nos responde que el político debe vivir más cerca de la comunidad y estudiar las necesidades de la gente: “si al menos trataran de cumplir algunas cosas de las que prometen, la gente se manifestaría de otra forma”, asegura.

Mientras perfora unas suelas, nos dice que él cree que a la gente trabajadora y emprendedora le deben dar mayores apoyos, como créditos a la palabra. Pone de ejemplo su caso: además de que paga sus impuestos, tiene 33 años ganándose la confianza de la gente de la comunidad donde labora: la colonia Nápoles.

 Reflexiona que una de las causas de lo mal que está la sociedad hoy día, es que los valores se han perdido a cualquier nivel, incluso en la “parte baja”. Ejemplifica: se ha perdido el respeto de los hijos a los padres y a los abuelos.

 Y concluye: “si eso se tomara en cuenta y en lugar de nada más dar apoyo económico a nuestros hijos, les diéramos tiempo con calidad, sería otra cosa en el país, en nuestras comunidades y en la sociedad”.

Fotografía por: Hazael Alfaro