Editorial
ANTE EL DESAFÍO AUTORITARIO

En las páginas centrales de esta edición, en la que presentamos un resumen de la agenda legislativa de los senadores de Movimiento Ciudadano, incluimos algunas líneas sobre El Espíritu de las Leyes, la obra universal del ensayista y filósofo francés Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu (1689-1755).

No es casual. Y no lo es porque (en ello coinciden tratadistas de prestigio) las valiosas reflexiones y conclusiones de Montesquieu, publicadas por primera vez en 1748 (hace 271 años), apuntan a la clase de leyes que cada país debe tener “en concordancia con la naturaleza de su sociedad”, para garantizar y salvaguardar las libertades y el orden.

Y aquella tesis continúa vigente, salvo para quienes disfrazan sus ambiciones o sus resentimientos personales y llegan al poder por la vía golpista, o mediante el engaño y la mentira. En los regímenes democráticos, como el de México, legalidad e instituciones deben ceñirse al espíritu de las leyes. Y el gobernante a quien se le deposita la confianza para asumir tan delicada responsabilidad, tan importante compromiso, debe honrar su investidura con respeto invariable a la ley y a las instituciones. No es otro el mandato depositado en las urnas.

Desde luego, la democracia es perfectible. Permite que leyes, instituciones y funcionarios a quienes se les confía la responsabilidad de servir al pueblo, puedan ser sometidos al escrutinio y, en su caso, a las sanciones propias de un Estado de Derecho. De ahí que otro ingrediente valioso de Montesquieu, en la obra que comentamos, refiera que la sana conducción de un Estado debe evitar la concentración de la autoridad en una sola persona y descansar en tres poderes independientes, autónomos, cada uno con funciones explícitas: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

Amplios sectores de la sociedad mexicana advierten hoy, con preocupación, claras señales de autoritarismo encarnadas en la jefatura del Poder Ejecutivo. La opacidad (¿inducida?) del gabinete es, con honrosas excepciones, una de esas señales. Las otras conforman una peligrosa constante. Una de las recientes: “Se va a construir el Tren Maya ¡lo quieran o no lo quieran!”

De ahí también la oportuna e importante decisión de Movimiento Ciudadano de impulsar, por conducto de su representación en el Poder Legislativo, las principales causas y demandas ciudadanas, a la par que “desarrollar y realizar acciones responsables y constructivas, de contrapeso inteligente ante el poder público”. Legalidad ante las tentaciones y el desafío del autoritarismo.