Fundación Cultura en Movimiento
El arte colectivo de Los Transferencistas

“Frente al individualismo cultivado por largo tiempo en Occidente, Los Transferencistas son unidad, colaboración, intercambio y diálogo. Cada integrante crea sus obras a partir de su interior, impregnado del otro, de los otros. En cada obra individual vive la colectividad; vive también la Transferencia como postura que busca la autenticidad y el dinamismo creativo”
Los Transferencistas
(Exhibición “N2WH4P2”, junio/julio 2019)

AdrianaSanchesBuscando una entrevista con el gran artista cubano Lázaro Lacho Martínez, me encontré con algo mejor, una plática con Los Transferencistas: el colectivo de arte contemporáneo multidisciplinario que Lacho Martínez formó con Reinier Usatorres, Ivette Cedillo y Yosvel Hernández. Su obra incluye murales, pinturas de mediano y gran formato, música, obras sonoras y videos con elementos del lenguaje dancístico y otras disciplinas escénicas que dialogan con el trabajo plástico, en colaboración con artistas invitados.PERFILFUNDA

En su estudio ubicado en la calle Bucareli, me reciben entre sonrisas y abrazos de bienvenida Lacho, Reinier, Ivette y también Lola y Dylan (sus dos perros), Vida y Wifredo (sus dos gatos). Sin darme cuenta, y sin haber entendido todavía la dinámica del colectivo, la entrevista se convierte también en un producto de la transferencia, porque es así como estos artistas funcionan no sólo en el arte sino en la vida, en el encuentro con cualquier invitado y en cada ejercicio de comunicación.

Para intentar comenzar a entender desde mi perspectiva la dinámica del grupo, sabiendo que el encuentro deberá terminar en papel, utilizo primero mis propias herramientas. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua, “transferir” se define como: “ceder a otra persona el derecho, dominio o atribución que se tiene sobre algo”, una aproximación que tiene mucho que ver con lo que me comparten. Pero también se define como “extender o trasladar el significado de una voz a un sentido figurado”, otra definición que también se incluye en su forma de crear y vivir el arte. Me doy cuenta entonces de que las definiciones de transferencia pueden ser un acercamiento, pero ninguna de sus acepciones, ni la suma de ellas, alcanza a definir la labor de Los Transferencistas.

Tal vez una explicación más cercana sea la que ellos mismos prepararon para el documento de una de sus exhibiciones el mes pasado en la Galería Taller Gorría, en La Habana, titulada “N2WH4P2”: “Durante cinco años en esta alineación de arte multidisciplinario, el grupo se ha entrenado lo suficiente para que el principio de la Transferencia, la ‘no mente’, sea la guía del acto creativo y la forma esencial de relación, en tanto la ‘no mente’ es también el ‘no ego’. En otras palabras, el alejamiento de la competencia entre sí ha derivado en un espíritu de colectividad”.

El objetivo de la colectividad queda claro con esa explicación, pero sus obras, su trayectoria con más de cuarenta exposiciones en Cuba, México, Colombia, Israel, Italia, Estados Unidos, Canadá y otras partes del mundo, su relación con el arte y con la vida, escapa a cualquier intento por definirlas. Me quedo un poco más tranquila cuando el propio Lacho habla sobre la dificultad de escribir un manifiesto: “Cuando uno investiga, pararte y decir ‘esto es así’ es muy complicado, porque en la investigación encuentras cosas nuevas todo el tiempo y aterrizarlas a través del verbo es difícil. La parte que tiene que ver con la comunicación, poder aterrizar todo esto de manera teórica es más complicado; llevarlo a una descripción que sea lo más cercana cercana posible a lo que es, una narrativa humilde pero lo más fiel que se pueda con lo que va ocurriendo”.

Esa misma problemática se refleja en la entrevista, así que para no decir que fue de un modo o de otro, que Reinier contó tal cosa, Ivette agregó tal otra, Lacho explicó una más y yo tal vez parafraseé o cambié el orden de las oraciones, es mejor advertir que esta entrevista es en realidad un ejercicio mismo de la transferencia; una conversación en la que no importa quién dijo qué o cómo se dijo; un intento por acercar a los lectores de El Ciudadano a la labor de este colectivo de arte contemporáneo, su proceso creativo, su obra, su pedagogía, su forma de pensar y de vivir.

LA TRAYECTORIA QUE LLEVÓ A LA CREACIÓN DE UN COLECTIVO

La Transferencia como tal nace del artista Lacho, él desarrolla este concepto y después lo comparte con todos nosotros. Su trayectoria empezó desde la Academia de San Alejandro en Cuba, Lacho siempre tuvo interés por la parte investigativa. En la Academia había dos espacios, los conceptualistas y los formalistas, los que se dedicaban a la parte académica y los que se dedicaban a la parte conceptual, pero Lacho dominaba las dos áreas muy bien, siempre navegó entre esas dos aguas muy cómodo. De este modo pudo ganar muchos premios importantes en Cuba, a tal punto que una pieza de Lacho estuvo expuesta en un museo de Cuba al lado de la boina del Che; fue premiado y destacado en Cuba desde muy joven. Después pasó por México y siguió hacia Estados Unidos, ahí estuvo cinco años en la parte pictórica e investigativa.

Gran parte de su éxito ha llegado porque Lacho posee cualidades increíbles que no todos tienen y ese compromiso hizo que viera la obra más allá del sólo hecho de pintar. Y con el éxito que fue teniendo su trabajo, cuando llegó a México pudo exponer con Sebastián, con Toledo, con grandes artistas que enriquecieron su trayectoria. Tiempo después nos encontramos y fue como si nos conociéramos desde siempre, compartíamos fines comunes, pero Lacho tiene la capacidad de llevar las ideas un paso más allá. Así fue como se formó el grupo, con la idea de dejar a un lado el ego, no importa a quién se le ocurrió la idea sino a dónde nos lleva como colectivo.

La experiencia ha sido muy enriquecedora, y tener la guía de Lacho es saber que vas por buen camino. Por ejemplo, hay una obra suya en la Bienal de Venecia, en el Salón de la Plástica Cubana, y escuchar lo que le transmite al público es increíble. Hubo quien mencionó que “Lacho ha digerido muy bien la lección de Wifredo Lam, el máximo exponente del arte cubano, pero ha ido más allá, su obra verdaderamente es un ejemplo del arte cubano”.

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ALGO SOBRE LA TRANSFERENCIA

La Transferencia es una metodología de enseñanza, Lacho ha creado los pasos para hacer un tipo de obra transferencial a la que sólo puedes llegar a través de esta metodología. En realidad la transferencia son muchas cosas, una filosofía, un método de trabajo, un encuentro con el otro, la enseñanza desde la capacidad y el talento del otro; Lacho encuentra el talento de cada uno y lo conjuga.

Tenemos obras colectivas y personales, pero la dinámica es la misma, cuando alguno de nosotros está creando una obra todos vivimos en ese proceso. Entonces pintamos por capas, tú puedes ver una obra en producción y no tiene nada que ver con la versión ya terminada, pero aunque sea una pieza de Lacho estamos todos viviendo en la obra junto con él. Este modo de crear genera una dinámica, genera un espacio, genera un ambiente, un tiempo del que todos somos parte. Puedo haberla hecho yo, pero inducido por el entorno, a eso nosotros le llamamos “semejanza activa”, lo que se genera de las semejanzas entre ideas colectivas.

La Transferencia es de todo tipo, del gesto, del verbo, sonora, es saber que a través de estas metodologías puedes llegar al otro sin distinción de ningún tipo, sanando esas heridas que hay en el mundo contemporáneo, no importa lo que pase. No es una fórmula rígida, es lo que hablamos y todo lo contrario, siempre van a ocurrir cosas. Las posibilidades de un pincel, por ejemplo, son muy reducidas como objeto, puede llegar un artista a hacer magia y crear la gran “Capilla Sixtina”, pero a nosotros nos interesa explorar todas las posibilidades, nos interesa un rodillo, una espátula, un tenedor… Partes de una intención y desde el principio lo formal es importante, lo conceptual es importante, pero lo que no puede fallar es esa complicidad y esa introspección, esa sinceridad que no sea aparente hacia lo concreto. El proceso de la Transferencia deja un espacio al que le llamamos un momento de “no mente”, donde la mente existe como un objeto a usar, no como un objeto que te usa, como un ordenador que tiene la información para que la uses, pero lo ideal es salirte de la zona de confort de no tenerlo todo pensado, buscar cosas que no conoces, lo indecible.

Nuestra metodología tiene mucho que ver con la forma en la que pinta un niño. En los pequeños existe esa posibilidad de ser y no quererlo, porque muchas veces cuando quieres pintar no puedes, es decir, querer no es ser; nos interesa esa parte más genuina, esa espontaneidad, claro, con toda la capacidad y la lógica de un adulto que es capaz de reconocer la diferencia. En realidad todos nosotros somos niños y la pintura coquetea con eso. Artistas como Picasso, Rembrandt o Rubens decían que lo más complejo es emular a un niño. Hubo un momento en que el interés de la pintura era la mímesis del ambiente, esa rigidez académica, pero con el tiempo todos estos movimientos como el cubismo tuvieron la intención, no de negar el entorno, pero sí de jugar con él sin dejar la herramienta de la madurez. La Transferencia también alude a que hay un interés humano en común, un mismo lenguaje, y en ese interés, cuando hablamos del momento de “no mente” nos referimos a que dejes en la puerta lo que crees que eres, que entres aquí despojado de toda esa fabricación y domesticación, ahí te vas a encontrar con ese personaje pequeño que hay dentro de ti.

Es un proceso retrospectivo, es ir quitando las capas de la cebolla, encontrarte a ti en ese espacio llamado creación, que debe ser un modo de vida, para nosotros lo es. Todo es arte, la comunicación también es un proceso artístico, si queremos parir un producto que valga la pena, esta plática es un sistema de apertura, este tipo de ejercicios y lo que se descubre en ellos es lo que nos importa.

ENTRE MÉXICO Y CUBA

La delantera en el arte contemporáneo latinoamericano la llevan los cubanos. El arte cubano es mucho más fresco, mucho más auténtico y se atreve a muchas cosas, quizá por la herencia de Wifredo Lam, se atreve a hacer y a decir cosas que en México ya no ocurren. Tal vez como el siglo XX fue tan prolífico en México, los artistas ya no fueron más allá. Ahora está cambiando la situación, pero en Cuba no existieron los apoyos, las becas, las oportunidades que hubo en México; en un lugar donde pasas mucho trabajo para conseguir un tubo de óleo, eso te obliga a hacer cosas maravillosas con él, lo valoras mucho más.
En México somos muy afortunados, pero no lo valoramos. La oferta cultural en el país es maravillosa, sólo es equiparable con Londres, pero hay mucha gente que piensa que esta oferta va dirigida a unos cuantos. Es frustrante, Siqueiros se revolcaría en su tumba, él luchó por el arte público, porque el arte fuera para las masas, como sucedió con el trabajo de los grandes muralistas. Y el interés de la gente existe, te puedes dar cuenta en Bellas Artes con las filas tan grandes que la gente hace por ver una exposición. Y hay museos que intentan democratizar el arte, Jumex lo hace, te cobra quince pesos la entrada a su museo y con un boleto del metro llegas, es muy accesible, es el arte público.

En realidad el problema está relacionado con la educación, falta una asignatura que se llame “Siglo XXI”, el deseo de actualizarse es lo que falta. Se debe enseñar a la gente: “La búsqueda te toca a ti, con mi ayuda, claro, pero el aprendizaje es individual, no de masas”. La educación en Cuba, por ejemplo, es así, más individual. Cursamos la misma historia y compartimos una inteligencia común, pero hay una individualidad. Los intereses de la educación no deben enfocarse en fabricar esclavos u obreros: la pobreza va más allá de ganarse el pan, también hay que trabajar a niveles de conciencia, la educación no es la ciencia fría sino los valores y condiciones que tienen que ver con la conciencia y deben estar presentes en el acto de la docencia, para enseñar a tener el valor de decir “voy a salir a buscar lo que me toque”.

Por otro lado, también existe el problema de que la institución del arte, hoy por hoy fabrica artistas y sobrevive por un sistema de ventas, como de lista de clientes. Ese nicho es ajeno al mexicano de a pie que va a observar, que es lo más importante. Por esa razón es que nosotros como creadores no nos hemos decidido a trabajar con ninguna galería o un museo en concreto, nos interesa mucho más este otro círculo que crean las redes sociales, los coleccionistas, la prensa, un circuito que está funcionando para acercar el arte a la gente.
Finalmente, lo cierto es que ante todas las fallas políticas y sociales que podamos encontrar, más que una queja lo que le toca a uno es hacer la diferencia. Si cambias tú, cambia el mundo. Hay muchas crisis, pero la queja no va a lograr que cambiemos nada. Cuando eres un creador estás enfocado siempre en buscar una solución, soluciones pictóricas, musicales, sonoras… Eso es a lo que nos dedicamos y tratamos de buscar la mejor forma de compartirlo.Tenemos proyectos muy grandes que estarán pronto en México.

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