Guerrero
“ME LLAMO MINERVA”

El 4 de febrero murió Minerva Bello Guerrero, madre de uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa víctima de desaparición forzada en septiembre de 2014. Si bien es cierto que clínicamente falleció de cáncer, hay coincidencia en que el dolor y la tristeza que le ocasionaron la pérdida y búsqueda infructuosa de su hijo, agravaron la enfermedad. Emperatriz Basilio, compañera de Movimiento Ciudadano Guerrero, escribió estas palabras como una forma de dar voz a una mujer que, hasta el último aliento, buscó a su hijo.

“Me llamo Minerva”

Me llamo Minerva
la de la muerte triste,
soy de Omeapa.
No digo que vivo
porque ya no vivo,
después del 26
morí todos los días.

Nunca me dolió tanto la pobreza,
sobrepuse el amor al abandono,
anduve descalza, sí,
para besar la tierra con mis plantas.

Me llamo Minerva,
soy de Omeapa.
Everardo es el nombre
de mi retoño ausente.

El patio de los juegos de mi niño
guardó el aroma de las flores,
los pájaros anidaron temprano
hay vigilia en la casa,
y una lucha constante por seguir respirando.

La amargura hace grietas,
hay ratos que caen a pedazos.
Sueños y tierra,
corro, trenzo mi negra cabellera,
humedezco mis labios acongojados. Cuarteados.

Me llamo Minerva,
soy de Omeapa.
Me desafió el Estado,
lo encaré digna,
como la madre
que a él le hubiera gustado.

Me acabé los caminos del planeta,
hurgué por los rincones,
hablé las lenguas de los que me escucharon,
grité su nombre, lo convertí en bandera.

No he encontrado a mi niño,
me voy por otra ruta,
por caminos celestes
lo seguiré buscando.

Tan sólo con lo puesto he traspasado,
el muro que divide lo vano de lo heroico,
lenta era la semana para eso de la espera.

Amé tanto los sábados que trajeron de vuelta
por el mismo camino a mi pequeño,
que sobrepuso a su desnutrido cuerpo,
su sonrisa de sueños en fermento.

Venga mi niño, venga,
hagamos el ritual de la comida
de los pobres de antaño,
que son nuestros ancestros.

De los pobres de siempre
hoy que mi sol cayó
quizá en el mar,
o en un rizo de tiempo fue enrollado,
quizá una estrella nodriza te columpie en sus brazos
mientras llego.