Internacional
La OEA y la CELAC en el juego democrático latinoamericano* (Segunda parte)

 

 

El Plan Atlanta surgió en 2012: “Una conspiración para minar el liderazgo de los presidentes de izquierda o progresistas del continente”. Manolo Pichardo, presidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL), estuvo presente en los inicios y escribió un interesante artículo destacando la naturaleza de la organización y la participación del uruguayo Luis Alberto Lacalle Herrera.

Las reuniones de Atlanta, Paraguay y Uruguay coincidieron en realizar “campañas de descrédito contra los presidentes de izquierda o progresistas para minar el liderazgo”. Los “golpes suaves”, encubiertos en juicios políticos, precedidos de escándalos de corrupción o campañas negativas sobre la vida íntima de líderes progresistas, incluyendo a sus familias, y auxiliados por medios de comunicación, las oligarquías nacionales y de expresidentes conservadores, se convirtieron en el nuevo rostro del intervencionismo del norte.

La “dicta suave” sustituyó a los golpes militares y de Estado de la década de los setenta. Se ensayó en México, con éxito, durante los regímenes de los presidentes Echeverría Álvarez y López Portillo, la idea de desprestigiar al PRI-gobierno ante la sociedad y facilitar el cambio hacia el neoliberalismo. Esta es la nueva cara que ocasionó la desestabilización y los cambios en Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador. Venezuela continúa padeciendo y defendiéndose de la intervención más grave y prolongada desde el gobierno de Hugo Chávez. Hasta ahora el gobierno de Venezuela ha podido salir airoso de las presiones de adentro y de afuera.

Frente a esta política intervencionista se fue conformando la idea de modernizar los procesos de integración sin la presencia de Estados Unidos, que tenía como antecedente el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA). Comenzó a formalizarse en Brasil con la organización de la Primera Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC) sobre Integración y Desarrollo, celebrada en la Costa de Sauipe, Salvador Bahía, los días 16 y 17 de diciembre de 2008, con el propósito de diseñar estrategias comunes para enfrentar los retos de las crisis financiera, económica y alimentaria.

inter02La Cumbre de la Unidad, celebrada el 22 y 23 de febrero de 2010 en Playa del Carmen, en la Rivera Maya, Cancún, México, con la presencia de 33 países, sin injerencia de Estados Unidos y Canadá, tuvo como propósito profundizar la integración política, económica, social, cultural y Constituir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

La Declaración de Caracas (2011) reafirmaba la constitución de la CELAC como un mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política; articulado sobre la base del consenso. Además, incorporaba del SELA “aquello que enriqueciera a la CELAC” y facilitara la presencia de América Latina en el mundo.

La CELAC surgió con el objetivo de avanzar en el proceso de integración de la región: “mantener la unidad en la diversidad y defender los intereses de más de 600 millones de latinoamericanos que luchaban por la independencia y la soberanía”. La CELAC absorbió al Grupo de Río y detonó un mecanismo de “diálogo, coordinación, interacción y convergencia para profundizar en la integración y acelerar el desarrollo regional mediante la articulación de proyectos comunes y complementarios”.

Hasta ahora se han celebrado cinco Cumbres de jefes y jefas de Estado y de Gobierno de la CELAC. En la Quinta Cumbre, celebrada el 25 de enero de 2017, se aprobó la Declaración Política de Punta Cana: 1) Fortalecer el multilateralismo; 2) Crear estrategias de desarrollo para cada país; 3) Consolidar, conservar y ejercer la democracia; 4) Fortalecer el Estado de Derecho; 5) Respetar los poderes constitucionales; 6) Celebrar elecciones libres; 8) Promover la justicia social; 9) Luchar contra la corrupción; 10) Respetar las libertades públicas; 11) Proteger los derechos de las personas vulnerables, a los indígenas, a los migrantes y a los discapacitados; 12) Respetar la igualdad de género; 13) Promover el trabajo decente, combatir el trabajo infantil, y 14) Promover los derechos de los niños y las niñas.

Una de las características más sobresalientes de la CELAC es su “regionalismo abierto”, su flexibilidad no sólo para lograr acuerdos de largo alcance sobre las áreas de la economía, las finanzas, la sociedad, la política y la cultura con países altamente desarrollados, sin importar su tamaño, su ideología y su sistema de gobierno. Y, al mismo tiempo, mantener el sistema de libertades y los atributos inherentes a la democracia.

La CELAC recoge lo mejor de la mayoría de los procesos de integración regional y los lleva a nuevas fronteras sin complejos ni ataduras. Excluir a Estados Unidos de las decisiones políticas de CELAC ha sido una decisión necesaria. Elimina la omnipresencia de una fuerza extra regional que lastima la convivencia pacífica, la armonía y la lucha por la paz. Tal es el caso del combate al narcotráfico, de sus políticas de militarización de América Latina, de sus políticas migratorias excluyentes, y de no respetar modelos diferentes a su capitalismo financiero, y menos aún, cuando quiere construir un muro en la frontera norte de México.

A estas alturas, cualquier observador podría pensar que las dictaduras se habían superado y la región se inclinaba hacia la elección de gobiernos proclives por los principios de la justicia social. Sin embargo, la historia reciente demuestra que el drama de la dependencia aún no termina. Los golpes de Estado, y las dictaduras de la década de los setenta, han sido substituidas por “golpes suaves” o “dictas suaves”.

La relación entre Estados Unidos y América Latina no cambiará mientras los primeros sigan creyendo como Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Milton Friedman, algunos de los ideólogos más prominentes del neoliberalismo, que: “La primera condición para mantener el establecimiento de la paz perpetua es la adopción general de los principios del capitalismo”. Y que “el concepto de justicia social es un concepto vacío carente de significado”.

La historia nos ha enseñado lo difícil que es para los países latinoamericanos defender y ejercer, por sí solos, su soberanía y definir el modelo que mejor acomode a sus intereses nacionales. Solos, ha sido casi imposible. Ahora, sin embargo, con el apoyo de la CELAC se organiza la defensa colectiva del principio de autodeterminación de cada nación. A eso conducen los consensos logrados por el Consejo que permiten la defensa colectiva de Cuba y sus derechos sobre Guantánamo; de Puerto Rico y su deseo de autodeterminación; de Argentina, su derecho histórico sobre las Malvinas; y de Venezuela su autodeterminación. Esto es, dejar a los países en libertad para definir el modelo de nación que mejor resuelva el bienestar de sus ciudadanos, sin injerencias externas.

Por esto resulta, no sólo aceptable, sino bienvenido el hecho de que la CELAC encabece esta nueva etapa de integración, modernización y desarrollo autónomo de los países de América Latina. Por ello, son trascendentes la Declaración de Pekín, con el presidente de China, Xi Jinping, y la CELAC, representada por los presidentes Rafael Correa, Ecuador; Guillermo Solís, Costa Rica; Nicolás Maduro, Venezuela; y el primer ministro de Bahamas, Perry Christie, bajo el lema Nueva Plataforma, Nuevo Punto de Partida y Nuevas Oportunidades. Y la Declaración de Bruselas entre los presidentes del Consejo Europeo y la Comisión Europea y, por la CELAC, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, con el lema “Modelar Nuestro Futuro Común: Trabajar para unas Sociedades Prósperas, Cohesionadas y Sostenibles”.

Llegó el momento, dice la Declaración de Pekín, de lograr el Progreso Conjunto y la profundización de la cooperación China-América Latina y el Caribe, particularmente importante porque juntos, decía el presidente Chino, Xi Jinping, representan la quinta parte de la superficie del planeta y una tercera parte de la población mundial lo que, aseguraba, nos orienta a profundizar nuestras relaciones.

Destaca que el Fondo China-CELAC tiene como objetivo crear un marco institucional especificando los mecanismos de coordinación y cooperación, identificar las regiones con mayor potencial para desarrollarse. Fomentar el intercambio personal “People to People” promoviendo interacciones entre legisladores, gobiernos, funcionarios de los distintos niveles de la administración. Incrementar el conocimiento, la formación de recursos humanos, crear centros de análisis y conocimiento (“Think Tanks”), y mayores intercambios con miembros de la prensa, deportistas, científicos, técnicos, agricultores y promotores de turismo.

La nueva relación entre Bruselas y la CELAC, decidido entre los firmantes, requiere definir un nuevo paradigma que sirva de orientación, entre muchas acciones, para diseñar un futuro, reforzar el diálogo, proteger los derechos humanos, luchar contra los abusos a los migrantes, evitar el tráfico ilícito de armas, reforzar la paz en Colombia, establecer un diálogo político con Cuba, evitar el proteccionismo y luchar contra la pobreza.

América Latina, en general, y la CELAC, en particular, enfrentan una situación semejante a la década de los setenta. El nuevo rostro del intervencionismo del norte no son los dictadores, es el Plan Atlanta, son los “golpes suaves”, o la “dicta blanda”, encubiertos en juicios políticos. Esperamos que tales presiones no impidan los trabajos de la CELAC y la organización de la siguiente Cumbre de los países miembros. Especialmente ahora, que la mayoría de sus líderes han sido cambiados por gobiernos inclinados hacia el neoliberalismo.

La CELAC representa la búsqueda de un nuevo camino y la esperanza de modernizar los mecanismos de integración de los países de América Latina y el Caribe. La CELAC está diseñada para defender la autodeterminación, la soberanía y la independencia de la región. Además, aprobar políticas que eleven el nivel de vida de los latinoamericanos y caribeños. Ese es su objetivo principal.

* Conferencia Magistral ofrecida en el marco de la XXXV Reunión Plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), celebrada el 24 y 25 de noviembre de 2017, en Tegucigalpa, Honduras.