Rompiendo paradigmas al volante

conductora de uberNydia Elizalde, conductora de Uber
Guillermo Revilla

Guillermo Revilla
@Concubino0

Entrevista con Nydia Elizalde, conductora de Uber

“El 90% de los usuarios me ha dicho lo mismo: es la primera vez que me subo con una mujer”

El sábado 3 de septiembre por la noche, mi novia y yo fuimos a la fiesta de despedida de una amiga suya que se fue a estudiar al extranjero. Para llegar al evento, emprendí con mi “teléfono inteligente” la complicada misión de pedir un Uber; la llamo complicada porque al modelo de mi celular ya le está caducando la manzanita, de modo que la aplicación funciona muy lentamente (cuando no traba el teléfono por completo y hay que apagar y prender el aparatito varias veces).
Ingrese su ubicación, ingrese un destino, elija servicio pool o auto propio, seleccione si quiere Uber X, Y o Z… Quince minutos después, la misión no resultó imposible y recibí un mensaje de texto partido en dos: “Tu Uber está en camino. Nydia (5.0 estrellas) llegara [sic] en unos 6 (1/2); minutos (2/2)”.

conductora de uberAl ver el nombre de Nydia, la primera mujer conductora de Uber que me ha tocado conocer, surgió en mí la idea de entrevistarla, así que tomé dos ejemplares de El Ciudadano que servirían más tarde de prueba a la frase “soy periodista”.

Mi novia y yo subimos al coche. Nydia nos saludó con mucha amabilidad y nos ofreció la botella de agua que es distintiva del servicio de Uber y, además, un caramelo de esos que vienen en rojo y en otros colores que no importan porque uno siempre elije rojo. Durante el trayecto, que empezamos a eso de las 8:30, Nydia nos comentó que éramos el último viaje de apenas su segundo día detrás del volante. Al llegar a nuestro destino, le pedí la entrevista y le entregué los periódicos.

Dos semanas y media después, Nydia y yo nos encontramos en una cafetería cuya ubicación es ideal para ambos, pues resultó que somos casi vecinos. En los albores de la entrevista, mientras ella toma una naranjada y yo un capuchino, me entero de que Nydia tiene 48 años, es abogada egresada de la Universidad Latina (UNILA), es divorciada y no tiene hijos. Antes de tomar el volante, trabajó diez años en el Poder Judicial de la Federación, tres años como asesora inmobiliaria, y un año en una agencia fotográfica que se dedica a hacer recorridos virtuales en 360 grados para Google Maps. A partir de enero de este año, debido al alza paulatina del dólar, esta agencia tuvo que elevar sus precios y comenzó a tener problemas para vender su producto. Fue entonces cuando Nydia, que además de a sus cuentas y gastos cotidianos debe hacer frente a una hipoteca que ya se encuentra en mora, decidió buscar una alternativa.

“Llegó un momento en que dije: ¿qué hago? ¡Necesito sacar dinero! Mandé currículums a donde se me pudo ocurrir. Hasta la fecha, las pocas llamadas que me han llegado me dicen: -No. Necesitamos gente joven-. Desgraciadamente no hay oportunidades. A la gente mayor de 40 años nos ponen una traba, cuando en realidad tenemos todo: experiencia, madurez, todo lo que se requiere para tener un buen trabajo y ser un buen trabajador, pero desafortunadamente las políticas de las empresas ahora son no permitir gente mayor hasta de 35 años, ya ni de 40. Por su puesto que a los 48 ya te ven anciano, es algo terrible”.

Uber desde dentro

Nydia necesitaba una oportunidad y la encontró en Uber. Una amiga suya, que ya llevaba dos meses manejando, le recomendó que se certificara: “Dije: bueno, no me piden muchos requisitos, no tengo ese problema de que me discriminen por mi edad, vamos a ver. Me preparé y presenté mis exámenes, me certifiqué, y empecé a trabajar inmediatamente. Ni siquiera me dijeron cosas como: -en una semana o en tres te contestamos-, fue inmediato”.

En 2015, Uber anunció que implementaría esquemas flexibles en cuanto a zonas y horarios de trabajo, así como alianzas con ONGs, para atraer mujeres a trabajar en la empresa hasta cumplir la meta de un millón de conductoras alrededor del mundo para 2020. A Nydia no le tocó nada de esto. Siguió el mismo procedimiento que cualquier otra persona que busque emplearse en Uber: exámenes toxicológicos, psicométricos y de conocimientos de la plataforma; presentar copias de identificación, comprobante de domicilio y demás papeles que se piden comúnmente, así como una  carta de antecedentes no penales. Una vez completado el trámite, la misma empresa la enlazó con un “socio”, es decir, el propietario de un auto que necesitaba chofer, y listo. El acuerdo económico entre dueño y conductor se hace independientemente de la empresa, que se queda con un porcentaje fijo del precio de cada viaje (20% en el caso de Uber X, que es la categoría de auto que maneja Nydia).

A un mes de estar tras el volante, Nydia tiene sensaciones encontradas sobre el trabajo:
“Sabía que iba a ser un poco complicado por la cuestión del tráfico en la ciudad, que es caótico y terrible. Me gusta mucho manejar, aunque no me gusta el tráfico. Yo me imaginaba que iba a andar mucho dentro de las zonas que conozco, y me doy cuenta de que no es así, de repente un usuario te lleva a lugares que dices: -¡madre mía, yo jamás había escuchado de este lugar!-, y así como te pueden llevar a lugares muy bonitos, te pueden llevar a lugares muy feos. Esa parte ha sido un poco complicada para mí, sin embargo hay una parte que me gusta muchísimo que es el contacto con la gente, el poder conocer personas y platicar; me gusta mucho conversar con la gente”.

Sin embargo, el principal problema que ha encontrado Nydia son las ganancias, que hasta ahora no han cubierto sus expectativas. Ella debe entregar al dueño del auto que maneja 2,500 pesos semanales, debe cargar gasolina, aceite y otras necesidades del coche, además de comprar las botellas de agua de rigor, los dulces que ella da por iniciativa propia y las galletitas para perro, pues realiza traslados en la modalidad “UberPET” que permite viajar con mascotas y a ellas, dice Nydia, “también hay que consentirlas”. Después de todos estos gastos, Nydia no está obteniendo ni el 50% de lo que proyectaba cuando decidió entrar a Uber.

“Trabajo de 7 a 7, o de 7 a 8, dependiendo de los viajes y de a dónde me lleven al final del día. Trabajar doce horas no me deja. Es una jornada fuerte donde de las diez horas, pues quitas dos para comer, por lo menos seis las pasas en un tráfico realmente pesado, porque esta ciudad nunca deja de tener tráfico. Yo, como usuaria de Uber, había platicado con choferes que sacan 10 mil pesos al mes, eso sí, trabajando los turnos de noche”.

Rompiendo paradigmas

Como usuaria, a Nydia le encanta el servicio de Uber; nunca le ha tocado una conductora mujer. El 90% de sus usuarios, dice, le han hecho el mismo comentario que yo al pedirle la entrevista: “es la primera vez que me subo con una mujer”.

“Hasta ahorita no ha habido un solo usuario que me haya despreciado o se baje por ser mujer. Todos han tenido mucha paciencia. Como que hay un click con la gente. Obviamente, con las mujeres hay más click todavía. No he tenido ningún problema con los usuarios”.

Incluso su socio, el dueño del auto, le ha pedido que le recomiende mujeres para los otros coches que tiene en Uber: “Dice mi socio: las mujeres son responsables, no me van a dejar botado el coche, no se van a andar paseando en el coche como muchos de los hombres choferes, es muy diferente”.

-¿Tu familia, tus amigos, qué opinan de que trabajes en Uber?-, le pregunto a Nydia.

“Les parece raro. Me dicen: estás rompiendo paradigmas, y les gusta.  Y sí, efectivamente, lo estoy haciendo. Mi mamá se preocupa porque es un trabajo riesgoso. Estás en constante riesgo no por los usuarios, sino por lo que hay alrededor. Yo soy muy precavida, trato de estar muy pendiente, espejeando para todos lados, pero bueno, no estoy exenta… espero que jamás me suceda nada”, dice Nydia, que hace unos años sufrió, a bordo de un taxi, un secuestro exprés.

Ella opina que la mentalidad machista en nuestro país no se puede ocultar: “Ha existido por muchísimos años, y nosotras las mujeres hemos tenido que adaptarnos a vivir en esa situación terrible porque hay mucha discriminación en todos los aspectos. Yo he sufrido de discriminación a nivel laboral: me ha tocado que las mujeres tenemos que hacer más esfuerzo que el hombre para salir adelante y poder ser reconocidas. Pero también me ha tocado discriminación incluso con las mismas mujeres: a una mujer que tiene ciertos estudios, que tiene ciertas características físicas, la discriminan, digamos, al revés: -tú porque eres bonita o porque eres güerita has logrado tal cosa-, y no va por ahí el asunto. Si he logrado hacer esto es por mis méritos, porque me he esforzado por ser mejor trabajadora, por ser puntual, responsable”.

Han pasado más de dos horas desde que ordenamos la naranjada y el capuchino. Pedimos la cuenta y bajamos al estacionamiento donde espera a Nydia el coche rojo que maneja todos los días de 7 a 7; el coche donde esa misma tarde una usuaria le dijo que jamás manejaría un Uber: “uno, porque no me gusta manejar; dos, porque no se me hace un trabajo como para mujeres. Simplemente, si tienes necesidad de ir al baño, no es como los hombres, que hasta en una botellita… tienes que pararte, bajarte, ir. Esos son detalles que no están hechos para la mujer”. Nydia le contestó: “¿No crees que todos los trabajos podemos hacerlos las mujeres, cualquier tipo de trabajo? Ese y todos los detalles se pueden resolver, nada nos impide ni nos niega la oportunidad de demostrar que podemos hacerlo”.