Dudas y olvidos… ¿Son o se hacen?

Tania Rosas

Tania Rosas

Son muchos los cuestionamientos a un gobierno federal sobre temas que, por omisión o de manera consciente, los ha dejado al paso del tiempo para que caigan en el olvido. Tal vez porque este es un año electoral, aunque más bien modus vivendi de quienes se sirven del poder público. ¿Dónde están los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa? Si el titular de la PGR dice que están muertos, sin que haya agotado las líneas de investigación, ¿Le creemos? ¿Qué hay de la Casa Blanca en las Lomas de Chapultepec? ¿Qué del Grupo Higa? ¿Se resuelven los asuntos de conflicto de interés con un nuevo funcionario a cargo de la Secretaría de la Función Pública? Dicho funcionario, ¿No tendrá conflicto de interés si a quien tiene que investigar es su propio jefe? ¿Son o se hacen?

Decimos que 2015 es un año de proceso electoral. Valiera más resolver todas las interrogantes para no dejar espacio a la duda. El panorama es poco alentador; le apuestan al olvido de la ciudadanía. Seguramente de aquí al 7 de junio vienen más malas nuevas y entonces habrá otras de qué hablar. ¿Y cómo no? En época electoral nadie sabe qué as bajo la manga traen los candidatos y los partidos para golpearse entre sí; por ahí deben rondar escandalitos guardados para ventilarlos antes del día de la elección.

Entonces, como se trata de los políticos y de los partidos de siempre, que parecen ser un misterio sin resolver, mejor reflexionemos en lo que sucede con nosotros, los ciudadanos de a pie, que además (y por si fuera poco), somos los que “decidimos” (eso dicen todos: los candidatos, el INE, los partidos, el Tribunal, la Fepade, Felipe Calderón lo dijo y lo dice Peña Nieto).

Nuestro país vive rehén de las elecciones. Este año se eligen 500 diputados federales, 300 electos por mayoría relativa en los 300 distritos electorales del país (uninominales) y 200 electos por el sistema de representación proporcional (plurinominales), además de nueve gubernaturas y ya para qué le platico, mejor le comparto la liga con el calendario electoral del INE, 2015:

http://www.ine.mx/docs/IFE-v2/DECEYEC/DECEYEC-ProcesosElectorales/Calendario-Docs/ISU_Cal_Elect-2015.pdf

Como ciudadanos nuestro deber es analizar la historia y no tenemos que ir muy lejos en los libros, vamos simplemente cuatro sexenios atrás: Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), Vicente Fox Quezada (2000-2006) y Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) ¿Acaso alguno de ellos se destacó como “El Presidente” o trajo el cambio? ¡No!

Somos partícipes, pero también corresponsables de hacer algo por el cambio; pero no se trata de pelear, de recurrir a palabras altisonantes y sin sentido en las redes sociales y otros medios; de ataques a panistas, priístas o perredistas. Porque ahí está el punto: las crisis económicas, políticas y sociales nos afectan a todos, sin distinción de color partidista.

Somos nosotros los que pagamos las giras proselitistas de los candidatos, somos nosotros quienes pagamos la nómina de diputados y senadores; somos nosotros quienes aportamos el dinero que cobran los grandes corporativos dedicados a la mercadotecnia y la publicidad en tiempos electorales. ¿Por qué entonces no habríamos de exigir mejores propuestas, más compromisos cumplidos y menos dispendios y blablablá?

Nunca más fiestas del “Bicentenario”, ni más “Estelas de Luz”, ni más “nuevas sedes del Senado”, cuyos altísimos y excesivos costos quedaron en el olvido porque nadie los investiga ya. Queremos más seguridad, más educación, más empleo, menos pobreza; los gobernadores, presidentes municipales y el Ejecutivo Federal no entienden estos conceptos porque permanecen aferrados a su mundo de ostentación, derroche y despotismo.

Habrá quien diga que los políticos de hoy son humanos, sí, pero no pertenecen a la ciudadanía de a pie. No viajan en metro, no comen tortas o tacos de vez en cuando (según nos llegue el fin DUDAS Y OLVIDOS… ¿Son o se hacen? de quincena); no tienen que recargar su tarjeta del metro cada semana, no suben al microbús enganchados de la mochila o la bolsa por si se sube un amante de lo ajeno, no dejan su bici encadenada a un poste con el Jesús en la boca para encontrarla al salir. Bueno, ni andan en bici, pues; no se apuran por el pago mensual de la renta, la luz, el gas; ni por el medidor del tanque de la gasolina, los precios del súper, el mandado de la semana, la colegiatura, las cuotas escolares, los útiles, los uniformes, y para qué extenderme, si seguramente saben a qué me refiero.

Enojados estamos. Y mucho. Y más en época de elecciones, cuando reaparecen los candidatos y candidatas sonrientes, benévolos, amables, compasivos, cordiales, filántropos, humanitarios, magnánimos, sensibles, tolerantes y hasta generosos. Los vemos colgados de árboles y postes con sus caras de yo no fui o de “sí robé, pero poquito” (http:// www.animalpolitico.com/2014/07/gana-en-nayarit-candidato- que-dijo-si-robe-pero-bien-poquito/). Y hasta llegamos a dudar: “como que sí le doy mi voto a este, tiene carita de buena gente”.

No sabemos quién nos lanza mensajes, quién nos habla, quién quiere llamar nuestra atención: si los corruptos, ambiciosos, déspotas, tiranos, autoritarios, opresores en que se convierten en cuanto llegan al poder, o las buenas personas, bondadosas, comprometidas y hasta agradecidas que buscan nuestro voto. Entonces, ¿Son o se hacen?

Los ciudadanos somos necesarios en época electoral y cuando pagamos impuestos (solamente en estos dos casos), pero nada más; no cuenta nuestra opinión, no cuentan nuestras necesidades, nada significan nuestras angustias. Tanto así que mientras no hay elecciones no hay resultados, ni grandes cambios. O sea que ya no son, se hacen.

Nos golpean con iniciativas para subirnos más los impuestos y encarecer las gasolinas; todas ellas las aprueban en las cámaras del Congreso de la Unión el PRI y el PAN; con frecuencia el PRD, como ocurrió con el Pacto por México. Entonces, ¿Cuándo es que piensan en los mexicanos? ¿Cuándo es que se preocupan por cumplir con lo que prometen?

Ya veo venir campañitas inocentonas que llaman al ciudadano a no votar o a anular el voto. Si bien informados estuviéramos, deberíamos saber que sólo benefician al PRI, el partido del “voto duro”, ese que se riega cada sexenio con programas sociales costeados por el presupuesto. ¿Quién cree usted, amable lector, que alienta esas campañas ingenuas?

La historia sirve para leerla, aprender de ella y no olvidarla; para que algún día (ojalá no muy lejano), dejen de gobernar los Salinas, los Zedillo, los Fox, los Peña Nieto, los Calderón, los Moreira, los Fideles Herrera, los Duarte, los Granier y los “gober preciosos”, todos ellos mafiosos, parásitos del dinero del pueblo.

Así que si en esta época somos tan necesarios, pues hagamos nuestra labor. Abstenernos de votar no es la solución; anular el voto, menos aún. La opción es el voto razonado, informado, comparado, reflexionado. No nos dejemos engañar por las grandes producciones, los dimes y diretes; hagamos nosotros la diferencia, cuestionemos con argumentos sólidos en las redes sociales, en el súper, en el taxi, en el mercado. Pongamos todos nuestros granitos de arena y provoquemos la reflexión seria y no la división; seamos y no nos hagamos; ese es el poder del ciudadano y aún estamos a tiempo de ejercerlo, todavía no es siete de junio