Revolución Mexicana: a 104 años de su inicio, muy lejos de la justicia

Eduardo Mendoza Ayala

Neuronas en Movimiento

Durante el mes de noviembre recordamos un aniversario más de la Revolución Mexicana, etapa en la que varios líderes sociales encabezaron en 1910 en nuestro país, los anhelos porque las condiciones de vida de los campesinos, los obreros, las clases populares y las clases medias cambiaran positivamente.

Hoy en pleno siglo veintiuno, irónicamente tales anhelos permanecen como eso, debido a que el sistema político “partidocrático-tradicionalista” ha hecho todo – quizá hasta intencionalmente- porque dichos ideales no se concreten, con tal de tener artificialmente argumentos para continuar manipulando políticamente a muchos.

Siendo objetivos en el análisis y lo más desapasionados posible, recordemos por ejemplo, que mientras a principios del siglo veinte, treinta familias dominaban la economía y la producción de México en su conjunto, actualmente son alrededor de trescientas familias las que controlan el total del Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país. No hemos cambiado mucho al respecto.

Es a partir de tal estadística comparativa, alrededor de la cual podemos llevar a cabo el ejercicio de autocrítica concientizadora, que nos lleve a la serena reflexión con respecto a qué tanto se han cumplido los ideales revolucionarios por los que arriesgaron y ofrendaron su vida, mujeres y hombres como Carmen Serdán, Madero, Villa, Carranza, Zapata y otros más.

Los contrastes socioeconómicos existentes actualmente en nuestro país, se parecen mucho a los que había en plena etapa revolucionaria.

Hoy se privilegia el desarrollo de la actividad económica en unos cuantos actores, provocándose un mercantilismo, sin que exista una real economía de mercado con responsabilidad social y lo mismo ocurría al final del porfiriato e inicio de la Revolución Mexicana. De hecho por eso se generó el conflicto social.

En materia agrícola y agropecuaria, seguimos prácticamente en las mismas, si no es que peor que en aquellos tiempos. Existían en aquél entonces, las famosas “tiendas de raya”, donde el hombre del campo vivía esclavizado pagando deudas, derivadas de la aplicación de intereses abusivos, francamente de carácter agiotista.

Hoy en día, la banca en nuestro país cobra lo que quiere de intereses y paga ridículas tasas a los ahorradores. México es el paraíso financiero y fiscal actual, como antaño lo fue para muchos bancos como el de Londres y México, o el Banco Nacional de México, por citar un par de ellos. Hoy la autoridad es tan complaciente con los intereses internacionales, entregando los recursos naturales nacionales, como lo fue el régimen porfiriano. Baste aquí recordar simplemente el tema de las concesiones mineras.

En materia de concentración de riqueza, se sabe que hoy muchísimos (la gran mayoría de nuestra población), poseen muy poco para poder cumplir con los mínimos de: educación, salud, trabajo, empleo, educación y vivienda, al tiempo que muy pocos tienen muchísimos recursos. No en balde Carlos Slim es uno de los hombres más ricos del mundo, representando lo desbalanceada que se halla nuestra economía.

Los tristes acontecimientos de la muerte y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, ocurrida recientemente en Iguala Guerrero, son equiparables a la “Ley fuga” que imperaba en el ámbito de la justicia, durante aquellos tiempos.

Y así podríamos seguir en la cruda reflexión en un aniversario más de la Revolución Mexicana.

La verdad es que –siendo objetivos- hemos avanzado “muy poquito” y no lo que deberíamos haber desarrollado como nación, lamentablemente.

Y todo es debido al diseño de un sistema político que sigue siendo paterno-autoritarista, que busca ante todo el control social y no el desarrollo social del individuo.

Afortunadamente, parece ser que es cada vez mayor el número de mexicanos que están confiando su decisión electoral a Movimiento Ciudadano, en función de observar y comprobar la calidad política y administrativa que poseen nuestros gobiernos, lo cual nos hace albergar la esperanza de que en un futuro cercano, cuando celebremos un aniversario de la Revolución Mexicana, quizá lo hagamos rodeados de un entorno sociopolítico y económico diferente, mucho más justo y equitativo al que hoy padecemos.