Proyecto 21, el arte crítico en las calles

Proyecto 21 el arte crítico en las calles
Patricia Zavala Jiménez

Patricia Zavala Jiménez

“La conciencia civil y política no está peleada con la actividad artística profesional”

En entrevista para El Ciudadano, el director, José Alberto Patiño Basurto y el actor David Blanco, nos hablan de cómo el desencanto político, el tener que vivir al día, la ignorancia, los prejuicios y la escases de espacios culturales, fueron los motivos que dieron vida a Proyecto 21, colectivo que a través de intervenciones callejeras busca concientizar a la ciudadanía.

Se trata de una propuesta estética original con un ambiente cabaretero, sarcástico y crítico que cuestiona diversos temas de interés contemporáneo, como una forma de protesta.

“La mayoría de las veces, la calle es el escenario donde nos presentamos. Por medio del arte, los jóvenes actores que integramos este equipo de trabajo pretendemos despertar la conciencia social. Estamos en contra de la injusticia, la inequidad, la falta de oportunidades laborales y los problemas que aquejan a la juventud, porque en todos los ámbitos estamos rezagados”, explica, José Alberto.

Según comentan, en México a los jóvenes no se les involucra en los procesos sociales, por eso su intención es estimular la participación juvenil no sólo en la vida política, sino social. Por esta razón, han participado en diversas luchas como el #YoSoy132 y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

ores escriben sus ideas en el vestuario para que las personas los lean, adquieran conciencia y ejerzan acciones en el espacio público, porque todos los discursos argumentativos de las obras están basados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. “Generalmente llevo la batuta, pero en total somos ocho actores que creamos propuestas y cuestionamos asuntos sociales”, añadió José Alberto.

El director artístico del colectivo dijo que en un inicio el elenco estaba conformado por seis personas, cada quien con sus propias ideas, pero con el paso del tiempo más de 300 personas han formado parte del proyecto, entre estudiantes y profesionales de teatro, danza, literatura y música. Algunas colaboraciones suelen ser efímeras y otras permanentes.

El origen del colectivo

“La idea fue protestar ante todas las limitaciones que teníamos en la carrera. Entonces se me ocurrió utilizar material reciclado para hacer el vestuario y atraer la atención de los universitarios hacia las obras de teatro que debíamos realizar como prácticas profesionales”, explicó Patiño Basurto.

El colectivo adquirió el nombre porque nació unos años después de iniciar el siglo XXI, lo que implicaba un nuevo proceso social, cultural e histórico; además, su primer evento fue un 21 de marzo, lo cual involucró una renovación con la llegada de la primavera.

Recientemente, dijo, participamos en el Observatorio Ciudadano de Cultura, iniciativa que pretende atraer la atención de los secretarios de cultura tanto local como estatal, para abordar las necesidades del gremio. El joven aseguró que “actuar o cantar en las calles constituye un peligro real cuando criticamos a los políticos o al crimen organizado, además carecemos de seguridad social, los policías nos extorsionan, insultan o intentan llevarnos a los juzgados cívicos. Por ello, tratamos de impulsar una agenda a favor de la cultura, pero sobretodo del ciudadano”.

A lo largo de 10 años se han presentado en diversos estados de la República, donde han recibido agresiones, como en Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Veracruz o Hidalgo. Aunque a veces la gente es quien los defiende de los policías que pretenden detener el espectáculo.

En este sentido, José Alberto narró que “la actitud más vergonzosa proviene de la institución, porque los policías nos insultan, se burlan o hacen señalamientos al tener un poder que no saben utilizar, porque ignoran que existe una ley que nos garantiza el acceso y ejercicio a la cultura. Creen que carecemos de estudios, pero no es así y aunque lo fuera, tenemos derecho de manifestarnos”.

Por su parte, David Blanco, nos dijo que las propuestas escénicas que han elaborado desde el inicio del colectivo tienen un formato callejero pero también de foro, porque depende del público al que se dirijan y del espacio que utilicen para adaptar sus presentaciones.

Para los integrantes de Proyecto 21 la situación es difícil porque reciben un financiamiento mixto, es decir, en ocasiones costean las producciones de su bolsillo, a veces venden funciones a delegaciones, empresas o consultorías políticas a un precio de cinco mil pesos, “cuando su costo real asciende a 15 o 20 mil pesos, pero nadie nos quiere pagar esa cantidad. Otras veces a la gente que nos ve le pasamos el sombrero y juntamos 500 o 100 pesos”, explicó.

David Blanco lamentó que en nuestro país la gente no tiene tiempo de cuestionar la realidad política porque vive al día y se preocupa por llevar el sustento a su casa, “no van a analizar la situación en México si lo que necesitan es darle de comer a sus hijos. Ante esta situación, es difícil que analicen lo que sucede a su alrededor y eso va generando apatía”.

Por último, José Alberto concluyó que Proyecto 21 no necesita pedir permiso para cantar y bailar en la calle porque, además de que se les negaría o tratarían de acotar sus presentaciones, ellos tienen derecho a manifestar sus ideas. “La conciencia civil y política no están peleadas con la actividad artística profesional. A muchos les parece odioso nuestro trabajo porque nos presentamos sin ser invitados, por criticar o burlarnos del presidente, del machismo, retamos la homofobia de la gente, pero ese equilibrio debe existir para tener una voz crítica, si no, todo sería consecuente con la corruptela”, concluyó.

proyectos