Un vistazo a los orígenes del sistema (Segunda Parte)

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Andrés Treviño

Entrevista con el Doctor Rogelio Hernández Rodríguez

Segunda parte

Si uno ve el sexenio en su conjunto, realmente fue uno de los más relevantes en la historia de México

En la edición anterior de El Ciudadano publicamos la primera parte de la entrevista con el Doctor en Ciencia Política, Rogelio Hernández, investigador y docente del Colegio de México, en la cual hace una breve revisión histórica del gobierno y la personalidad de Miguel Alemán Valdés. En esta segunda parte se aborda el sexenio de Adolfo López Mateos, en el cual se desarrollaron diversos acontecimientos que delinearon el rostro del México de la segunda mitad del siglo XX y cuyas repercusiones estructurales aún hoy en día inciden en el rumbo de nuestro país. Paradójicamente, también es uno de los periodos menos comentados de la historia nacional moderna.

entrevista-origenes-del-sistema-000López Mateos fue una figura con muchos claroscuros, un presidente joven y, al parecer, bastante carismático.

Carismático, indudablemente. López Mateos tenía una personalidad muy particular. Según todos los testimonios era una persona muy popular, sociable, con un especial don de gentes. Súmele su atractivo masculino. La elección presidencial de López Mateos fue la primera en la que participó la mujer. El voto femenino fue decisivo. Si esto lo lleva usted al terreno de nuestro presidente, ya tiene una vinculación.

El de López Mateos es uno de los periodos menos estudiados, o sólo en algunas cosas. Si uno ve el sexenio en su conjunto, realmente fue uno de los más relevantes en la historia de México.

El gabinete de López Mateos, es quizás el mejor preparado de toda la historia moderna del país. Eligió verdaderos especialistas en las secretarías de Estado, esto le permitió desarrollar un programa enormemente importante en lo social, en lo económico y en la infraestructura de México.

López Mateos separó la vieja Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, para establecer la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la Secretaría de Obra Pública. Al frente de ellas puso especialistas indudables: Walter Buchanan y Javier Barrios Sierra. Ellos desarrollaron la gran obra de infraestructura del país: carreteras, construcción hidroeléctrica, etc. Muchas de las presas que hasta el día de hoy alimentan de riego y energía eléctrica al país, fueron creadas durante aquel sexenio. Eso responde a un proyecto general.

En ese mismo sentido, López Mateos nacionalizó la Industria Eléctrica, para dar el impulso económico necesario a la industrialización de México.

En términos sociales, expandió la atención médica. El Seguro Social tuvo su mayor crecimiento durante esos años. También promocionó la formación de médicos, a través de las residencias médicas y la especialización.

Le dio un gran impulso a la Universidad y al Politécnico Nacional, con la idea de crear educación superior especializada, pero también técnica. Y fue el responsable del mayor programa de educación básica y media básica en México. Promovió la creación de las normales, urbanas y rurales, y estableció el compromiso –del cual hasta el día de hoy estamos pagando los platos rotos– de que todo egresado de la normal tuviera una plaza. Eso significó la creación de muchas escuelas, lo que se complementó con los famosos libros de texto.

López Mateos descansó en la obra de sus secretarios especializados más que él dirigir la obra pública. Eso le permitió hacer una extensa tarea de viajes y de comunicación internacional.

De joven, López Mateos fue vasconcelista y sufrió en carne propia la represión del régimen. Como presidente, él fue el represor de ferrocarrileros, de maestros, y también sucedió el asesinato de Rubén Jaramillo.

Esto es parte de los claroscuros de su periodo. Si uno ve su obra económica y social, sin duda alguna reconoce la capacidad de largo plazo. Sin embargo, la parte sindical, o social, no lo favorece en lo más mínimo.

A él le toca la represión del movimiento ferrocarrilero y de las primeras manifestaciones en el magisterio nacional con el movimiento de Otón Salazar. Y claro, lo de Rubén Jaramillo ha sido una de las mayores barbaries que se han hecho en el país.

También le toca una época muy difícil en el terreno internacional, los momentos más tensos de la Guerra Fría: el triunfo de la revolución cubana, la crisis de los misiles, el asesinato de Kennedy. ¿Cómo sorteó estos incidentes?

Ese es uno de los episodios que demuestra que la relación de México y Estados Unidos ha sido extremadamente tensa, muy compleja y no necesariamente de subordinación. El periodo de López Mateos es uno de los más difíciles en el plano internacional por varias razones. No sólo le toca la Guerra Fría en su parte más dura, sino el enfrentamiento de los dos bloques en América Latina y defender a uno de los países más entrañables para el pueblo mexicano. Cuba representa muchos valores para México, en todos los sentidos: culturales, sociales, políticos; históricamente hay una relación muy estrecha entre Cuba y México.

La defensa de Cuba por parte de México fue uno de los dolores de cabeza de Estados Unidos. Durante los primeros cuatro años del gobierno de López Mateos, México insistió en los postulados de la autodeterminación de los pueblos y la no intervención. Se reiteró, una y otra vez, que México no defendía a Cuba por ser socialista, sino por ser un estado independiente. Fue una defensa histórica por la autodeterminación de los pueblos que Estados Unidos leyó con claridad.

Pero la nacionalización de la Industria Eléctrica, la expansión cada vez más fuerte del gobierno en la industria y la economía, y su relación con algunos otros sectores sociales, hizo que el gobierno de López Mateos apareciera como muy de izquierda, y eso atemorizó enormemente a los empresarios en México.

El primer enfrentamiento soberbio y petulante, realmente altanero, de los empresarios contra el gobierno, tuvo lugar durante su periodo. El muy famoso desplegado de “¿Por cuál camino, señor presidente?”, que firman los empresarios mexicanos y donde le piden que se defina ideológicamente.

López Mateos tuvo dos frentes, uno externo y otro interno. Para tranquilizar la política mexicana hacia adentro, tuvo que ceder ante Estados Unidos en el asunto de expulsar a Cuba de la OEA. Estados Unidos también le demandó que retirara al embajador, pero México nunca lo hizo, mantuvo la relación bilateral y esto sirvió tanto a cubanos como a los propios norteamericanos. Estados Unidos aceptó que México mantuviera la relación porque lo vio como un interlocutor.

México se convirtió en un puente.

Así es. Esto significó hilar muy fino, es una de las demostraciones de cómo la diplomacia mexicana fue, durante muchos años –hasta que llegaron los panistas y la destrozaron– una política internacional muy bien vista en el mundo y muy respetada por Estados Unidos. En la embajada de México en Washington estaba Antonio Carrillo Flores. Por eso le digo que el gabinete de López Mateos fue uno de los más distinguidos.

También se logró la devolución del Chamizal.

Así es, López Mateos mantuvo una fuerte posición respecto de Cuba y de la Guerra Fría, y al mismo tiempo logró establecer un acuerdo con Estados Unidos para que se le devolvieran a México unas tierras producto del cambio del cauce del Río Bravo. ¿Cómo pudo esta diplomacia mexicana mantener una relación muy tensa y al mismo tiempo logar una devolución de territorio? Se pudo hacer porque López Mateos fue uno de los políticos más finos. Estableció una relación muy cercana con Kennedy, por ejemplo. Kennedy visitó México en esos años, una de las visitas más apreciadas y cuidadas por el gobierno norteamericano. Claro, a López Mateos también le tocó el asesinato de Kennedy, pero fue algo ajeno a la relación.