Las mujeres somos las mejores

Plática con Rocío López, encargada de cafetería

Tania Rosas

Tania Rosas

“Los únicos que están bien son los diputados; para nosotros no hay un trabajo como el de ellos”.

Rocío López es una mujer delgada, de estatura media y sonrisa amable; tiene 37 años, juega fútbol en una liga del Deportivo Xochimilco, labora de 8 a.m. a 4 p.m. como encargada de una cafetería de la Ciudad de México. Entre sus actividades diarias prepara café, sándwiches y baguettes, y hace entregas a domicilio. Tiene dos hijos, uno de quince años y una más de dieciocho, ambos estudiantes. Nació en el D.F., dice no haber tenido papá y que su mamá vendía dulces en Xochimilco.

¿Sacaste lo luchona de tu mamá?

Sí. Porque nosotros fuimos muy pobres, vivíamos en un cuartito del tamaño de un baño y era de pura tierra; teníamos una mesita de madera y dormíamos en cartones porque mi mamá era madre soltera y aparte tenía una discapacidad que le dejó una embolia. Trabajaba en una casa en el día y en la tarde se iba a vender dulces en el mercado; tenía de dónde aprender (ríe).

Las mujeres somos las mejores. Para mí, las mujeres somos más luchonas que los hombres, tenemos más responsabilidades y tomamos más las riendas.

Empecé a trabajar en una casa desde los siete años de edad; tenía que estar levantada a las siete de la mañana, hacía el quehacer y me llevaban a una accesoria; cerrábamos a las ocho de la noche y ya era cuando me podía ir a mi casa. De ahí no he parado.

¿Hay empleo?

Yo soy de las que digo: sí hay trabajo, pero es muy explotado, son más de ocho horas. Los únicos que están bien son los diputados; para nosotros no hay un trabajo como el de ellos que tienen vacaciones, primas y un buen salario, para nosotros no hay eso.

Como ciudadanos, nosotros hemos dejado que crezca eso por la corrupción; no ponemos de nuestra parte para que sobresalga el país, nos vamos hundiendo más y más, buscamos las formas fáciles de ganar el dinero.

¿Vives mejor ahora?

Vivo mejor que cuando vivía con mi mamá. Yo les doy a mis hijos lo poco que puedo, no me gustaría que pasen por lo mismo que yo pasé; por eso me salí de la escuela, mi mamá no tenía dinero, me salí de la secundaria y me metí a trabajar. Mi esposo también trabaja y aun así no alcanza.

Eres un ejemplo de mujer trabajadora.

Y juego fútbol, cada ocho días; no entreno ni nada, pero juego bien. Estoy en una liga en el Deportivo Xochimilco. Les inculco a mis hijos el amor por el deporte, toda mi familia juega ahí. Mi hija me acompaña cuando es liga libre, ella juega desde muy chiquita. Yo empecé a jugar a los 20 años.

Fotografía por: Hazel Alfaro