“Por su actitud de servicio y porque contagia de estímulo para seguir adelante.”
Rogelio, originario del Bajío de San José, Jalisco, ha realizado gran parte de su vida en Aguascalientes, como ganadero y agricultor. A los 18 años, la vida le dio su primera lección, el cáncer. Fue una lucha cansada, desgastante, y que a los 20 años logró vencer, viendo ante sí una segunda oportunidad, se quería “comer al mundo”.
A los 21, tras una noche de copas, de madrugada decidió regresar a su rancho bajo los efectos del alcohol por una carretera sinuosa, y cuenta: “me quede dormido”. Su camioneta volcó, quedó inconsciente, con golpes que ponían en riesgo su vida, perforación de pulmón y la herida que le cambió la vida para siempre, la rotura de la columna vertebral y el nervio central.
Rogelio no podría volver a caminar, sus sueños se frustraron momentáneamente, su ánimo decayó, se resistía ante la idea de ser esclavo de una silla de ruedas, la cual es su gran aliada hasta este día. Sin embargo se propuso hacer su vida diferente. Un año después del accidente inició con su rehabilitación, fue constante, mejoró mucho y, sin pensarlo comenzó a ayudar a otros jóvenes con capacidades diferentes, con sus palabras y sus ganas de no ser un espectador desde su silla, sino el protagonista de su historia y las grandezas por venir.
Cristóbal Montoya, representante en Aguascalientes de Movimiento Ciudadano, le entregó un reconocimiento por su actitud de servicio y porque contagia de estímulo para seguir adelante.
A Rogelio no le cortaron las alas, sólo les pusieron llantas. Una abrazo amigo.